Producción de tomate en crecimiento en Sinaloa

El cultivo de tomate está ampliamente arraigado en el estado de Sinaloa (México), gracias en parte a las condiciones naturales prevalecientes, pero no siempre ha sido así — una combinación de factores hizo posible que alcanzara la importancia actual. Aparte de la secuencia de eventos económico-sociales que transformaron la región, otros aspectos fueron determinantes en el destino agrícola del estado, en particular del éxito del cultivo de tomate: clima ideal, ubicación geográfica competitiva, mano de obra asequible e infraestructura hidráulica moderna.

El crecimiento en niveles de producción del tomate ha sido constante en las últimas cuatro décadas; pero además se produjo innovación de la producción, pasando del cultivo de suelo al de vara, y se adoptaron nuevas técnicas y maquinaria moderna que posibilitó la optimización del trabajo.

Entre las principales innovaciones tecnológicas destacan las encaminadas al ahorro de recursos naturales, tales como el agua, reducción del uso de agroquímicos y utilización de avances de biotecnología para obtener semillas más resistentes, y frutos de maduración homogénea y larga vida de anaquel.

Tomate, motor de agroexportación
El cultivo del tomate convirtió a Sinaloa en la economía agroexportadora altamente competitiva que hoy conocemos; alrededor se fueron creando empresas con efectos de arrastre, relacionando un conjunto de industrias para conformar un sistema organizado de productores, instituciones financieras y empresas transportadoras; también se desarrollaron aprendizajes sobre técnicas de cultivo, comercialización e incursión en los mercados.

Desde las primeras décadas del siglo XX, la actividad tomatera provocó un importante desarrollo económico; cada vez se abrían más tierras al cultivo de hortalizas, se construían canales e instalaban equipos de bombeo para irrigar a lo largo de los ríos; asimismo se levantaban enramadas en las inmediaciones de los campos para empacar el producto a bordo de surco.

En los ‘90, con la puesta en marcha del proyecto hidráulico Elota-Piaxtla, fueron incorporadas al sistema de riego miles de hectáreas en el municipio de Elota, muchas de las cuales se sembraron de tomate y otras hortalizas, lo que reactivó la economía del lugar. Históricamente, las exportaciones de tomate y otros productos generan utilidades que, al ser reinvertidas, activan cadenas productivas en el territorio sinaloense y crean procesos de colaboración, negociación e innovación que los hace cada vez más competitivos. En Sinaloa se logró consolidar una economía que ha competido con éxito en los mercados norteamericanos, y la confrontación comercial con productores de Estados Unidos hizo que los sinaloenses desarrollaran mejores condiciones de infraestructura y tecnología.

El cultivo de tomate en Sinaloa representa aproximadamente una tercera parte de la producción nacional de este cultivo, y aunque los métodos modernos de cosecha requieren menos trabajadores, seguramente la actividad seguirá contribuyendo a la economía de miles de personas en las áreas rurales.

El engranaje que conforma la producción aúna la alta rentabilidad, especulación de precios de temporada, uso creciente de tecnología, semillas de calidad, mano de obra asequible, empacadoras acreditadas y volúmenes de exportación, en base a competitividad y comercialización hacia Estados Unidos.

Datos de producción
Según el Censo Agrícola 2007, del total de unidades de producción (UP) con actividad agropecuaria en Sinaloa, sólo 556 se dedican al cultivo de tomate (no exclusivamente) y SIAP reporta que en 2012 se cosecharon unas 18,450 hectáreas de tomate rojo.

Los distritos productores con mayor superficie dedicada a este cultivo son Culiacán con 8,761 ha, seguido por Guasave, Los Mochis y La Cruz, con más de dos mil hectáreas cada uno, Mazatlán con 741 ha y Guamuchil con 734 ha.

La producción de tomate rojo se realiza en ciclos o temporadas, obteniéndose aproximadamente el 78% de la producción anual en el periodo comprendido de otoño a invierno y el 22% restante en primavera-verano.

En el 2012, Sinaloa superó el millón de toneladas producidas, destacando el distrito de Culiacán con una producción del 65% de la producción estatal. El rendimiento promedio es de 56.33 t/ha, pero existen grandes diferencias entre regiones, siendo Culiacán y La Cruz los que obtuvieron mayor rendimiento, ambos superando 70 t/ha, y Mazatlán el menor, del orden de 25 t/ha.

Cabe destacar que los municipios con mayor superficie de cultivo de tomate se localizan en el litoral del estado, bordeando el Océano Pacífico. Esta zona geográfica enriquece la realización del cultivo por su clima y afluencia de ríos y lagunas; también facilita las actividades de embarcación y exportación.

Concentración, tenencia de la tierra y tamaño de la unidad productiva
En Sinaloa, de las 554 unidades productivas con cultivo de tomate, 205 tienen una superficie de cinco a 20 ha; 40 de ellas ubicadas en el municipio de Rosario, 35 en Guasave y 23 en Mocorito.

El municipio de Guasave cuenta con el mayor número de UP en el estado donde se siembra tomate, además cuatro de las cinco unidades con más de 1,000 hasta 2,500 ha, corresponden a este municipio y la restante pertenece a Ahome.

Por otra parte, Culiacán tiene 71 UP con este cultivo; la mayoría se concentra en los tamaños de más de dos y hasta 20 hectáreas, y de más de 100 a 1,000 hectáreas. El municipio de Cosalá solamente tiene dos unidades de producción con siembra de tomate, las cuales se ubican en el rango de más de dos y hasta cinco hectáreas.

En cuanto a la tenencia de la tierra, es decir, el sistema legal en que una persona o grupo de personas utiliza o explota los terrenos, predios o parcelas, que en este caso pueden ser de propiedad privada, ejidal o mixta, la principal forma de tenencia en el estado, en cuanto a la producción obtenida, es la privada; esto obedece a la capacidad económica de estos productores, que les permite contar con moderna infraestructura y tecnología más avanzada; sin embargo, el número de unidades de producción en la forma de tenencia ejidal asciende a 196, lo que representa 66.2% del total.

Un análisis del tamaño de las unidades productivas revela que 79.2% de la superficie con producción de tomate se concentra en unidades con más de 100 hectáreas. En este tamaño de unidad, el régimen de tenencia mixta destaca por concentrar 49.1% de los establecimientos, seguido por el privado (34.5%) y finalmente por el ejidal (16.4%).

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Fuentes: “El cultivo del tomate rojo en Sinaloa.” Censo Agropecuario 2007. Inegi; SIAP 2012. Fotos por MMW.

Tecnología, un factor vital
Sinaloa cuenta con ventajas naturales que permitieron su posicionamiento como principal productor de hortalizas en México; sin embargo, eso no hubiera sido posible sin el uso intensivo de tecnología, así como de novedosas formas de producir que fueron surgiendo en la región. Por ejemplo, la implementación de la vara o estaca en los campos productivos, permitió una mejora cuantitativa y cualitativa, ya que se logró incrementar no sólo los volúmenes de cosecha, sino también la calidad y apariencia del producto al disminuir su contacto directo con el suelo. A continuación destacamos algunas de las principales tecnologías implementadas en la región.

 

• Uso de tractor. En la década de los ‘30 del siglo XX, se inicia la tractorización de la agricultura en Sinaloa, de manera lenta y gradual. El uso de estas máquinas se daba principalmente en los cultivos extensivos, tales como garbanzo y otros granos, pero con el paso del tiempo y dada la rentabilidad económica del cultivo de tomate, se hizo común observarlas en los predios tomateros, ya que el horticultor sinaloense siempre ha estado a la vanguardia en la utilización de estos paquetes tecnológicos.

La participación gubernamental en la mecanización del campo sinaloense es importante, por los programas que han ayudado a los productores para adquirir o renovar sus equipos.

Entre las unidades de producción predomina el uso de tractor rentado, ya que el tipo de derechos propio sólo se invierte en las operaciones de más de 100 hectáreas.

De acuerdo con los resultados censales, 91.7% del total de unidades productivas de tomate usan tractor; por terreno de las unidades productivas (UP), se observa que las de cinco hectáreas o menos equivalen solamente a 17.9%, participación derivada de la poca rentabilidad que generan; mientras que en 57.1% se concentran las que tienen más de cinco y hasta 50 hectáreas.

Por tipo de propiedad, la mayor concentración de UP con siembra de tomate se encuentra en terrenos ejidales; sin embargo, el número de establecimientos con más de 100 ha es mayor en el tipo de propiedad privada (excluyendo el régimen mixto), por tanto los grandes productores se encuentran mayormente en el sector privado.

La cantidad de tractores de los que disponen los productores es importante, pero también es relevante la condición física y mecánica de esos vehículos, tal como factores relacionados con los años de uso; para la entidad, solamente 35.3% de los tractores utilizados en unidades de producción para la siembra de tomate tienen cinco o menos años de servicio, y 71.5% se concentran en los municipios de Ahome, Culiacán, Guasave y Navolato, los principales productores.
Siguiendo con el análisis de los resultados censales, el municipio de Guasave reporta la mayor cantidad de unidades de producción que utilizan tractor para hacer producir la tierra, por su gran importancia en la agricultura sinaloense; destacan además Rosario, Culiacán, Mazatlán y Concordia, por tener más unidades de producción con este tipo de recurso. Sin embargo en un análisis más detallado se puede observar que entre ellas predominan las de menor superficie.

• Agricultura orgánica. Los agroalimentos producidos bajo este sistema alcanzan en general precios más altos que los cultivados bajo otros métodos, pero para que los productos obtenidos de esta forma sean aceptados en el mercado como orgánicos, deben estar certificados por organismos reconocidos internacionalmente. Debido a la falta de estandarización internacional, uno de los principales retos de los productores es cumplir con la normatividad de cada uno de los países a los que pretenden exportar sus cosechas respectivas.

• Superficie protegida. A principios del siglo pasado, los rendimientos en producción de tomate eran bastante bajos, no rebasando 4 t/ha. A medida que las condiciones del mercado exigían cosechas más abundantes y de óptima calidad, los productores comenzaron a ampliar la frontera agrícola, expandiéndose por los valles con la finalidad de satisfacer al mercado; sin embargo, con el paso del tiempo se dieron cuenta de que practicar la agricultura extensiva no era lo mejor para su negocio, y empezaron a utilizar abonos naturales y fertilizantes, así como mejoras en sistemas de riego, con la intención de ser más productivos.

En la búsqueda de incrementar la productividad surge la agricultura protegida, hasta llegar en la actualidad a modernos invernaderos donde es posible alcanzar cosechas con más de 120 t/ha de producto de óptima calidad para exportación. Aunque los costos de los invernaderos son elevados, por lo que su implementación no es accesible para todos los productores, la superficie protegida se incrementa cada año, pues además del aumento en la productividad, la calidad del producto es mejor y más uniforme, facilitando su aceptación en el mercado.

Aún cuando la finalidad de producir con la modalidad de invernadero es exportar la mayor cantidad de tomate posible, una parte del producto se destina al mercado nacional, ya sea porque no cumple con las exigencias de tamaño y calidad o porque se presenta sobreoferta en el mercado externo.

Otro factor que favorece el desarrollo de los invernaderos es el mejor aprovechamiento de insumos y recursos utilizados, tales como fertilizantes y agua, además del control sobre factores como luz, calor, etc. permitiendo aplicar un efectivo dominio químico y biológico para proteger el cultivo, limitando o eliminando la utilización de insecticidas y otros agroquímicos, minimizando la afectación al medio ambiente.

• Otras tecnologías. Además de los factores mencionados, existen otros elementos que permiten incrementar la productividad en el campo sinaloense, como el uso de fertilizantes, semilla mejorada, abonos naturales, herbicidas, e insecticidas, entre otros. Son 496 las unidades de producción que registran al menos una de estas características, sobresaliendo por su frecuencia el uso de fertilizantes, así como de insecticidas y herbicidas para el manejo y control de plagas y malezas que pueden mermar el rendimiento de las plantas de no ser controladas de manera eficiente.

En los últimos años, numerosas operaciones agrícolas comerciales han optado por el manejo integrado y métodos biorracionales. Se ha observado un incremento en el uso de productos menos agresivos para el medio ambiente e insectos benéficos, con lo que se busca revertir o disminuir problemas de contaminación y ofrecer productos con bajo o nulo residuo de agroquímicos. Por citar un ejemplo, aparte de las 79 UP en las que se declaró utilizar abonos naturales, en 89 se recurrió a herbicidas orgánicos y en 62 se aplicaron insecticidas orgánicos.

 

Fuentes: “El cultivo del tomate rojo en Sinaloa.” Censo Agropecuario 2007. Inegi; SIAP 2012. Fotos por MMW.

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