In Cerebrum – Biosinergia Coloidal NFT y producción agrícola

Los productores, en el afán de incrementar las producciones de sus cosechas, utilizan indiscriminadamente la fertilización convencional, la cual se basa en la aplicación de compuestos químicos salinos, obviando las consecuencias negativas que puede acarrear esta actividad; porque el uso excesivo del mismo perjudica el adecuado desarrollo de las plantas.

Además de los efectos nocivos que tiene la aplicación de altas dosis de fertilizantes sobre los cultivos, existe otro aspecto fundamental que debe valorarse y que constituye un riesgo potencial; con ello nos referimos al deterioro productivo y económico de los territorios agrícolas [Almaguer, 2013].

Las consecuencias del deterioro de los territorios como resultado de las actividades agrarias son notorias en México, ya que de acuerdo a lo mostrado en el VIII Censo Agropecuario [INEGI 2007], durante el ciclo primavera-verano 2007, más de un cuarto de las unidades de producción con superficie agrícola del país (31%) no fueron sembradas, aduciendo que el suelo tenía baja fertilidad; es decir, había experimentado deterioro. Esto significa que en 300,890 unidades de producción no se obtuvo ninguna cosecha durante esa temporada, impactando la seguridad alimentaria y la economía del país [Cotler et al., 2007].

En este contexto, el suelo y el agua  son reconocidos como un componente clave del capital agrícola que debe ser conservado. Sin embargo, el modelo de agricultura actual conduce, muchas veces, a la pérdida del valor productivo y económico de los suelos, señalando su in-sustentabilidad.  La aplicación de fertilizantes químicos basada sólo en el criterio dosis-respuesta (criterio meramente económico) ha llevado a balances negativos de nutrientes y a la consecuente pérdida de capacidad productiva de los suelos, lo que hace que estos sistemas no puedan ser considerados sustentables, y por lo tanto, en un corto o mediano plazo se vuelvan económicamente no rentables [Zazo et al., 2011].

El uso excesivo de fertilizantes químicos ha generado gradualmente el deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. Por otro lado, la mayoría de los fertilizantes orgánicos se utiliza de manera inadecuada, ya que se aplica en forma excesiva originando el incremento en la salinidad del suelo y la lixiviación de nitratos, provocando una contaminación de los mantos acuíferos en la región; repercutiendo directamente en la en la plusvalía del sector agrícola [Salazar-Sosa et al., 2004].

El informe más reciente [SEMARNAT-Colegio de Posgraduados 2002] reconoce que el 45% del territorio nacional (888,968.75 km²) muestra un cierto grado de degradación de suelo, principalmente a través del agotamiento de nutrientes, donde las actividades agrícolas ocasionan el 77% de deterioro, en gran medida debido al uso de tecnologías de nutrición vegetal convencional; mismas que se han vuelto obsoletas en la actualidad [Cotler et al., 2007].

Nitrógeno, fósforo y potasio son los nutrimentos aplicados más extensivamente como fertilizante. Los fertilizantes nitrogenados  se caracterizan por su baja eficiencia en su uso por los cultivos, misma que puede ser menor al  50%, lo que trae como consecuencia un impacto ambiental adverso, tal como contaminación de mantos acuíferos con nitratos, eutrofización, lluvia ácida y calentamiento global.

Por otro lado, la roca fosfórica, que es la materia prima de los fertilizantes fosforados, tiene cantidades importantes de cadmio. El uso continuo de este fertilizante induce la acumulación en el suelo de cadmio; elemento que es indeseable por su riesgo de toxicidad en plantas y animales.

Otro problema no menos importante es la contaminación de aguas superficiales y subterráneas con nitratos y la emisión de gases de nitrógeno a la atmósfera, que es consecuencia del uso inadecuado de fertilizantes nitrogenados y de la aplicación de láminas inapropiadas de agua de riego. Asociado a esto está el riesgo de acumulación de nitratos en frutos y verduras comestibles, así como en acuíferos, lo cual es de alto riesgo para  la salud humana [Armenta et al., 2010].

Los costos estimados de la degradación de los territorios por las actividades agrícolas, principalmente por la aplicación de fertilización química convencional, son distintos para cada caso analizado y se encuentran dentro de un rango del producto interno bruto agrícola situado entre el 0.36% hasta el 55% [Cotler et al., 2007]. Esto puede originar distorsiones en la valuación del territorio agrícola, ya que un suelo de alto valor económico es necesariamente un suelo en condiciones técnicas adecuadas, es decir, que la plusvalía se vendrá abajo en aquellos territorios cuya calidad productiva se vea desfavorecida [Instituto de Economía y Sociología, INTA].

Por todo lo anterior, se deben adoptar tecnologías basadas en el desarrollo agrícola sustentable, que utilice un manejo nutricional que considere el aporte natural de suelo, la eficiencia del cultivo, la tecnología agrícola, el tipo de suelo, características de fertilizantes y que además sea amigable con el medio amiente [Uvalle-Bueno, 2012].

En ese sentido ha sido posible desarrollar formulas capaces de ingresar a la planta de manera natural, a la vanguardia y en el estado del Arte de dichas tecnologías se encuentran las matrices coloidales amfifílicas enantiomórficas, constituidas principalmente por sustancias capaces de penetrar la membrana y activar el metabolismo celular, y con ello, disminuyendo el costo de nutrir la planta, aumenta su rendimiento, además sin generar el deterioro del suelo y por lo tanto sin afectar su calidad y valor (Lightbourn, 2011;Peiris et al., 2002).

La nutrición vegetal basada en el uso de coloides amfífilos enantiomórficos, basados en el Modelo Bioquímico Lightbourn y la Ingeniería Metabólica Lightbourn, permite trasladar los nutrientes desde el medio externo que sustenta la planta (suelo u otro sustrato), y transportarlos de forma precisa hasta el nivel intracelular de las células de los tejidos y órganos donde la planta los requiera. Con base a ello, se pueden suministrar nutrientes en la forma y cantidades necesarias para acelerar o desacelerar procesos vegetativos o productivos, ya que la tecnología basa en coloides anfífilos posibilita aplicar nutrientes miles de veces más pequeños que las partículas de fertilizantes químicos, lo que convierte a los nutrientes aplicados en ultra-asimilables, y que además no generan efectos adversos al suelo, reduciendo así el deterioro del terreno agrícola (Lightbourn, 2011).

La nutrición coloidal se basa en el diseño de moléculas específicas de acuerdo a la estructura de la membrana celular, lo que marca una importante y critica diferencia en comparación con la nutrición basada en compuestos salinos, nutrición que no se sustenta en las funciones homológicas y co-homológicas, sino simplemente se manipulan para volverlas más solubles en agua, lo que puede afectar el transporte iónico impidiendo que los nutrientes ingresen a la célula (Lightbourn, 2011).

En resumen, la nutrición vegetal basada en los coloides amfifílos enanteomórficos permite dar a la planta lo que necesita, cuando lo necesita, como lo necesita y por donde lo necesita, ya que como señala Lightbourn en 2013 “La arquitectura molecular y celular como instrumentos de diseño estructural, rompen los paradigmas tradicionales vigentes actualmente, abriendo caminos nuevos y más eficientes, eficaces, y rentables para aumentar la productividad agrícola bajo alta reducción de costos no sólo económicos sino ecológicos”, es decir la nutrición vegetal basada en los coloides amfifílos enanteomórficos no sólo busca producir más a menor costo, sino que además brinda la posibilidad de reducir el impacto negativo, desde el punto de vista ecológico, de las actividades agrícolas, y con ello contribuir a la sustentabilidad de dichas actividades.

El suelo es y seguirá siendo el principal patrimonio de la humanidad.

 

Dr. Lightbourn es un científico civil y empresario investigador mexicano creador del nuevo paradigma de la nutrición vegetal (Biosinergia Vegetal) a nivel mundial y de la bionanofemtofisiología vegetal disruptiva expresada como arquitectura celular y arquitectura molecular aplicada a la sinergia homeostática y homeodinámica en vegetales cultivados para hiperproductividad, entre otros modelos y aplicaciones; fundador y presidente del Instituto de Investigación Lightbourn, A.C., y fundador de la empresa Bioteksa, S.A. de C.V.. Consulta más datos sobre su CV, trabajos y publicaciones. Síguelo vía Twitter:

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