Implementación de auditorías internas continuas

 

En 1898 la aseguradora Travelers’s Insurance vendió la primera póliza de seguros de carros que cubría daños hasta por $5,000 dólares. En aquellos tiempos, el peligro de afrontar colisión con los pocos cientos de carros que circulaban por las vías públicas era escaso; sin embargo, el mayor peligro de accidente podía darse con cualquiera de los miles de caballos que andaban en las calles.
 
 
El aseguramiento de mercancías más antiguo se podría realmente asociar a la antigua Babilonia, donde a los comerciantes se les pedía que asumieran los riesgos de comercio a través de préstamos con intereses. Desde esos tiempos se medía el riesgo de una forma, y se busca minimizarlo a base de un sistema de confianza.
 
 

La era de las auditorías

Pero entre el riesgo y el aseguramiento (y pago por la pérdida) existe un gran espacio que crea incertidumbre, porque saber que existe un riesgo y solamente buscar aseguramiento sin un proceso que reduzca el riesgo es permitir que el azar domine. Por esta razón surgieron las auditorías, convirtiéndose en una forma de prevenir que el aseguramiento no fuera un simple “permiso al suicidio empresarial.”
Comentando de historia, las primeras auditorías, de corte financiero, se iniciaron en la Edad Media, en Inglaterra. A través de los siglos posteriores se observaron modificaciones al sistema a medida que se expandía a las diferentes regiones del mundo.
 
 
En estos tiempos actuales, probablemente se ha enfatizado más este campo, y quizás se pueda considerar ésta la era de las auditorías, la era de la revisión de tercera personas a lo que hace el primero de forma que sea satisfactorio para el segundo.
 
 
Las auditorías externas privadas para asegurar buenas prácticas agrícolas (BPA) y el sistema de análisis de control de puntos de riesgos (HACCP), empezaron a ser comunes en la industria agrícola y de alimentos respectivamente, a principios de los años ‘90.
 
 
En muchos casos, empresas que empezaron a realizar auditorías y programas de certificación eran empresas que ya realizaban consultoría para asegurar inocuidad y calidad poscosecha de los productos. Estas empresas ahora diferencian muy bien sus trabajos de consultorías con los de auditorías para evitar conflictos de interés. Además, algunas intensificaron sus servicios de análisis de muestras de agua y producto, y hasta de superficies. Otras también cuentan con divisiones de productos desinfectantes e incluso algunos tienen divisiones para entrenamientos y educación de personal.
 

¿Devoción u obligación?

Han surgido esfuerzos por estandarizar auditorías, o incluso hacerlas obligatorias, pero lo cierto es que hasta donde yo sé, no existe país donde auditorías de buenas prácticas agrícolas locales sean obligatorias. Sí es de destacar que en algunos países se buscado fortalecer la imagen, a través de una marca o sello que se asocie con un procedimiento para asegurar calidad, que es supervisado por auditores estatales o privados.
El asunto con permitir mucho control de parte de entidades estatales es que se corre el peligro de que se reduzca la oferta de auditores privados, y por ende el costo del servicio aumente.
 
 
Pero a todo esto, ¿qué se gana realmente con las auditorías externas? ¿Se asegura que el producto sea inocuo o más seguro para consumir? Debido a los volúmenes de producto fresco que se manejan para mantener a la sociedad consumiendo alimentos saludables, los muestreos tienen muy pocas probabilidades de detectar un problema de contaminación, aun cuando éste sea de mediana escala.
 
 

Evaluación continua

Algunos compradores requieren muestreos en cada campo de un número de hectáreas determinado, pero los cálculos matemáticos señalan que para tener un número fiable de probabilidades de encontrar alguna contaminación en la muestra, este número debe ser mucho más alto que el que actualmente se maneja. Las posibilidades podrían aumentar con una buena clasificación de los campos, pues algunos presentan más riesgo de contaminación que otros.
En relación a las certificaciones, alguien se planteaba si era en realidad difícil lograr la certificación de BPA, cuando al final todos pasan las evaluaciones.
 
 
¿Qué tan estrictos son la empresas auditoras realmente?” Me imagino que hay fundamento para esto, pues uno esperaría que existiera un poco más de selectividad al asignar credenciales de “alimentos limpio o inocuos.” Por otro lado, quizás no es solamente culpa de la agencia que certifica. Se debiera implementar un sistema mejor para que las evaluaciones no sólo se aprueben el día que llega el evaluador, mientras que el resto de los días desaparece el monitoreo de desinfectantes, el jabón y las toallas en los baños, el lavado de cajas, etc.
 
 

El que compra manda

Las certificaciones de programas como BPA y HACCP (en este caso en producto semi-procesado, cabe aclarar) seguirán siendo exigidas por los compradores. En algunos casos, el comprador señala al certificador debe proveer el servicio o sugiere lo que es más común, que la certificadora sea una empresa del mercado importador (¿les suena conocido? El que compra manda).
 
Muchos lo hacen para respaldarse ante un proceso de litigio. Sin embargo, es interesante que cuando existe un caso de epidemia asociado con una empresa o productor, las empresas de auditorías o de muestreos no se involucran porque éstas defienden que sólo certifican o respaldan resultados de muestras tomadas en un determinado momento, es decir, lo que pase días o incluso horas después, es aparte.
 
Al final, con todo esto se trata de comprar un boleto de “confianza para el comprador.” El sello de certificación prueba que la empresa pasó la prueba de las auditorías,…pero estas pruebas deben mejorarse o bien los evaluados tomar conciencia de que las evaluaciones deben realizarse internamente todos los días.      
 

 

Fonseca es especialista en hortalizas y tecnología poscosecha, ha laborado para la Universidad de Arizona, EUA y ha sido consultor en tecnología poscosecha en EUA y en diferentes países de Latinoamérica (República Dominicana, Panamá, Costa Rica y México).

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