Chiles perfectos en 4 etapas

Se dice que hay tantas fórmulas de nutrición para un cultivo determinado a campo abierto, como tipos de suelo y regiones climáticas. Si ello es cierto, México – dada su amplia diversidad – posiblemente cuente con un sinnúmero de recetas diferentes en cada zona productora de chiles y pimientos. Sin embargo, existen ciertas recomendaciones que pueden aplicarse a la mayoría de condiciones de cultivo. A continuación mostramos pautas de fertilización simples para el cultivo exitoso de chiles.

1 Seleccione el fertilizante y la dosis adecuados

Aunque el fertilizante contribuye a una porción relativamente pequeña de los costos de producción totales, se recomienda el uso apropiado y juicioso de este recurso para maximizar la producción y calidad de los frutos de chile y reducir al mínimo los impactos negativos potenciales al ambiente causados por lixiviación y la consecuente pérdida de nutrientes. Para seleccionar el fertilizante se deben tener en cuenta las siguientes consideraciones:

Se recomienda agregar azufre (S) a razón de 45 kg/ha para la mayoría de hortalizas. El S puede proceder de varias fuentes y generalmente se incluye en la mezcla de fertilizante en la cama de cultivo o vía fertirrigación a lo largo de la temporada.

El calcio (Ca) es necesario para toda hortaliza para el crecimiento normal y desarrollo de los frutos, pero los chiles son particularmente sensibles a la escasez de Ca, la cual conduce a Pudrición apical o del extremo floral. Si el suelo contiene 300 ppm de Ca, no es necesario preocuparse. El desafío consiste en asegurarse de que habrá Ca en cantidad suficiente cuando se estén desarrollando los frutos. El Ca se mueve principalmente con la corriente del agua en la planta así que los frutos no reciben generalmente su parte justa del Ca cuando las plantas están bajo estrés hídrico [ver cuadro].

Las aplicaciones foliares de B no son efectivas, ya que el B no se mueve de la hoja en la cual se rocía, con lo cual no ayudaría a remediar una deficiencia en la parte más joven de la planta.

2 Aplique el fertilizante del modo correcto

Cada vez es más común producir chiles y otras hortalizas a campo abierto en camas cubiertas con acolchado de polietileno. En el caso de chiles, suelen emplearse tres tipos principales de sistemas de irrigación – riego de subsuperficie, riego por goteo, y riego por aspersión, dependiendo de la región productora. Aunque las cantidades del fertilizante son iguales para los diferentes sistemas de irrigación, el manejo del fertilizante, incluyendo la colocación y la programación será diferente.

Al aplicar el fertilizante en la cama antes de sembrar, se corre el riesgo de perder N o K solubles por lixiviado debido a sobre irrigación o precipitación abundante. Una práctica alternativa sería utilizar una inyección de fertilizante líquido para dividir la porción de N y de K aplicado en etapas tempranas del ciclo del crecimiento del cultivo.

Las cantidades de N y K restantes se deben inyectar a través del sistema del goteo (fertirrigación) a medida que se desarrolla el cultivo. El fertilizante puede ser inyectado a diario o con menos frecuencia (cada 3 o 4 días, o una vez por semana). La opción depende del manejo del agua y del potencial de lixiviación. En situaciones en las que sea bajo el potencial de lixiviar, la inyección semanal es aceptable.

1) Estrés hídrico (sequía). Puesto que el Ca se mueve con la corriente del agua en la planta, cualquier periodo de estrés hídrico, incluso temporal (de un día) puede conducir a la Pudrición aplical o del extremo floral. Suelos secos, sales solubles del suelo, condiciones ventosas, etc., pueden reducir el movimiento del Ca a los frutos. Bajo estas condiciones, el Ca se mueve sobre todo a las hojas y a las áreas de crecimiento vegetativas jóvenes.
3) Daños al sistema radicular. El Ca es absorbido por las raíces cerca de las extremidades de la raíz. Cualquier cosa (inundaciones, enfermedades, nemátodos, daños mecánicos, etc.) que dañe las raíces puede inhibir la absorción del Ca.
Las inyecciones programadas con el ritmo de crecimiento del cultivo darían lugar al uso más eficiente de N y de K. Sin embargo, las inyecciones pueden consistir en porciones iguales de los requerimientos de N y K totales en la temporada.

3 Tenga en cuenta el manejo de riego

La eficacia del fertilizante se relaciona estrechamente con el manejo del agua. N y K son altamente solubles en suelos arenosos y se pueden lixiviar con el agua cuando la capacidad de retención de agua del suelo es excedida por la irrigación excesiva. Para cultivos regados por subsuperficie, la cantidad de agua se debe supervisar y mantener cercanas a 45 o 60 cm debajo de la superficie de la cama. La tensión del agua del suelo medida por los tensiómetros a 15 o 20 cm de profundidad debe ser cerca de -8 a -12 centibares.

Los tensiómetros también se deben utilizar con los cultivos irrigados por goteo, manteniendo la galga del tensiómetro a -8 a -12 centibares para el suelo a profundidad de 15 a 20 cm. El agua no mueve lateralmente más de unos 20 a 25 cm del emisor del gotero. Cuando los requerimientos de agua son altos, entonces se debe programar las sesiones de riego en varios ciclos por día. Cada ciclo no debe exceder 1.5 horas para un sistema que aplique unos 6 litros por minuto cada 100 metros.

4 Realice pruebas del tejido

Existe un procedimiento analítico de la savia del peciolo de la hoja desarrollado específicamente para chiles por la Universidad de Florida, Estados Unidos.

La savia del peciolo se puede analizar en cuanto a su contenido en nitrato de N y K y los resultados pueden ser empleados para tomar decisiones con respecto a ajustes de N y K necesarios en los programas de la fertilización. Estos análisis son particularmente útiles para los programas del fertirrigación.

Fuentes: La información para este artículo se obtuvo del documento “Fertilization of Pepper in Florida,” por George Hochmuth. http://edis.ifas.ufl.edu. Si desean obtener las tablas completas de fertilización pueden escribir a: a pdh.edit@meistermedia.com.
 

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