La evolución de la tecnología, el costo-beneficio

La evolución de la tecnología, el costo-beneficio

La evolución tecnológica ha permitido el progreso de la sociedad a través del tiempo, la cual ha encontrado un desarrollo exponencial en últimos años. La agricultura, a su vez, ha experimentado esto y el reto actual es alimentar a millones de personas de la manera más eficiente.

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Organizaciones como la FAO destacan entre estos procesos elementos como el acceso a la información a través de la informática, la conectividad y la electrónica, así como la robótica, que permiten el desarrollo de una agricultura con precisión y calidad; estos avanzados sistemas aportan rentabilidad, eficiencia, seguridad y procesos respetuosos del medio ambiente. El objetivo es la máxima eficiencia de los recursos naturales: agua, suelo, energía, agentes fertilizantes, entre otros.

La industria entonces se adecua a la evolución. Gerardo García Menaut, vicepresidente de relaciones internacionales del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), expuso en su participación del Meister Media Worldwide Industry Summit que el sector agroalimentario mexicano representa el 8.5% de la economía, siendo cerca de un cuarto de la población mexicana la que vive en áreas rurales (23.2%), convirtiéndose en un sector que genera el 15% de los empleos formales con un aumento progresivo en los salarios.

El PIB del sector primario está creciendo más que la economía nacional (4%), y los empleos registrados continúan en aumento. Además, las exportaciones agroalimentarias aumentan con ritmo del 9% en promedio anual superando las divisas que genera el turismo, el petróleo y hasta las propias remesas, con un superávit en la balanza agroalimentaria por tercer año consecutivo.

¿Qué representa esto? Las cifras indican un desarrollo exponencial y mantenido en esta área, no obstante a estos incrementos, el tema alimentario sigue siendo prioritario por un incremento de la población y la urbanización, así como el crecimiento del ingreso per cápita, sobre todo en países emergentes.

Tecnificación

La respuesta es la tecnificación. Algunos de los beneficios que encontramos en la tecnología para la agricultura son:

  • Mayor productividad.
  • Disminución de químicos en el medio.
  • Seguridad en el trabajador.
  • Disminución en el uso de recursos como agua, fertilizantes y pesticidas (reflejado en el costo de producción y precio final).
  • Reducción en el impacto ambiental y ecológico.

Por su parte, las tecnologías robóticas permiten:

  • Monitoreo y gestión de los recursos respecto su calidad, como la del aire y agua.
  • Control sobre producción, procesamiento, distribución y almacenamiento.
  • Mayor eficiencia, menores precios.

A pesar de los beneficios que se logren en este tema, también encontramos desafíos y riesgos. En el Foro Económico Mundial de Davos de 2018, en su reporte de riesgos, se pide atención sobre temas importantes:

  • La urgencia para enfrentar estos desafíos sistémicos puede crear incertidumbre, inestabilidad y fragilidad económica y social.
  • Los riesgos ambientales han incrementado en los últimos años.
  • La biodiversidad se está perdiendo ante la presión que sufren los sistemas agrícolas.

Gerardo García comentó que por ello debemos ver hacia dónde va el mercado, la competitividad en el mundo y considerar la tecnificación para no quedar obsoletos. La competencia ahora es mundial, la diferencia actual radica en el costo del flete, los demás costos son posibles de equiparar: “Existen, por ejemplo, contenedores que permiten monitorear la humedad para tener mayor control, que significa menor residuo”, señaló. El punto es innovar y reinventar.

La evolución de la tecnología, el costo-beneficio

Cambios frente a los retos

Frente a estos retos, comentó que los países están realizando cambios en la política hacia el sector:

Mayor apoyo al sector: EE. UU. y Unión Europea incentivan con apoyo general, Japón aporta ayuda para los cultivos temporales, China aumenta los precios de soporte para asegurar un buen ingreso a los productores, todo esto para lograr las metas 2050.

El intercambio comercial debe tenerse como una herramienta de apoyo y no convertirlo en un punto de agenda política. Así como enfatizar en la diversificación internacional.

Respecto a zonas de producción mexicanas, la SAGARPA indica que los ocho estados que destacan en valor de la producción con innovación de tecnología en el campo mexicano son: Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Sinaloa, Sonora y Tamaulipas. No obstante, debemos tener cuidado con las burbujas que se pueden crear: “el gran reto radica en limitar la dependencia que se tiene con EE. UU. y Canadá”, apuntó García Menaut.

“Los retos globales son una realidad en el mundo, ante esto existe una conciencia para enfrentarlos y superarlos: debe existir una mejora en el rendimiento ante la reducción de tierra disponible, escasez del agua y la volatilidad climática, aquí radica la importancia de la innovación y la tecnología como el camino para superarlos”, agregó.

Por esto, dijo, en la Política Agrícola Común (PAC) 2014-2020 ha existido una redefinición de áreas prioritarias para trabajo. La clave es definir la apuesta para el sector agropecuario haciendo preguntas base: ¿dónde producir mejor?, ¿cómo producir mejor?, ¿cómo vender mejor?

Se necesita definir cuál será nuestra dependencia de los productos básicos, con un enfoque sustentable y una visión de mediano a largo plazo.

El uso integral de la tecnología permitirá a los jóvenes trabajar y convivir de modo integral con esta actividad para ver en el campo un espacio de oportunidades para ellos y sus familias.

Si no incorporamos las herramientas tecnológicas en conjunto con su desarrollo social, nos colocaremos en una posición de desventaja, no solamente competitiva, sino de supervivencia.

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