Establecimiento de cadenas de frío

 

Siempre había querido sentir la era post-URSS desde el ángulo agrícola — en particular en aquellos países donde el progreso fue más reducido durante el siglo pasado — ya que algunos colegas me habían dicho que el atraso en tecnología poscosecha era evidente. Esto me parecía extraño, pues las dos potencias de la guerra fría, EUA y URSS, ambicionaban lo mejor de la tecnología en todas las áreas. Claro que esa fue una guerra atípica.
 
 

Frutos a precios de Oscar

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Por casualidades de la vida, mi curiosidad se satisfizo hace poco tiempo. Me encontraba en el aeropuerto de Moscú, Rusia, de madrugada, arrastrando los pies después de un largo viaje y siendo cuestionado (y custodiado) por una señora de uniforme militar en cuanto al motivo de mi estancia en su país.
 
 
A través de las puertas de vidrio veía a los pasajeros caminando de una puerta a otra, y una sala repleta de gente presenciando a Sandra Bullock ganar el Oscar a la mejor actriz. Horas después yo recordaría el incidente pensando “cómo cambian las cosas,” pues quizás muchos rusos que fallecieron durante la era de TV previa a los ‘90, nunca tuvieron la oportunidad de ver programas de esa índole, y supongo que ni siquiera las películas a las que se hacía alusión en los galardones.
 
 
Como para mí el desayuno es sagrado, lo primero que hice luego de liberarme de la oficial, fue buscar algo saludable que comer. Fue imposible conseguir una fruta, ni siquiera un jugo sin ingredientes artificiales. Supuse que aquello era circunstancial y se debía al momento y al lugar — el aeropuerto de un país del extremo norte durante la época de invierno.
 
 
Siguiendo viaje hacia Asia Central me topé con algo insólito: un durazno golpeado (al igual que los otros 14 del cesto) costaba $8 dólares en un supermercado exclusivo de Tashkent, Uzbekistán, en un país donde cerca de la mitad de la población vive con menos de $60 dólares mensuales, según datos de la ONU.
 

La esperanza del valle Fergana

Aunque es difícil justificar precios tan altos en principio, tengamos en cuenta que en invierno es imposible conseguir frutas frescas en un país donde no existen puertos marítimos y donde muchos productos frescos deben llegar a Rusia o a Irán antes de ingresar en el mercado.
 
 
Como contraste, en el famoso valle de Fergana se basan las esperanzas para un futuro más lucrativo. Este valle, compartido por tres países, es al parecer el origen de las frutas más deliciosas, y su suelo es tan fértil como el valle de San Joaquín, California (el centro agrícola más productivo del mundo).
 
 
Sin embargo, el desarrollo de una cadena de frío nacional — razón por la que yo me encontraba allá — está en ciernes en Uzbekistán.
 

No se puede hacer milagros

Aunque salgan los productos más innovadores para eliminar etileno del medio ambiente, y se pueda alterar el oxígeno y el dióxido de carbono, hasta ahora no hay tecnología que asegure la calidad de productos hortícolas como la refrigeración. Sobre todo cuando se refiere a sistemas de refrigeración bien elaborados: sin provocar deshidratación, eficientes, que maximicen el uso de energía y prevengan riesgo de contaminación contaminada.
 
 
Una cadena de frío nacional es un tema de relevancia, por lo que no extraña que candidatos presidenciales en Centroamérica y el Caribe hayan prometido recientemente establecerla en sus respectivas naciones. La iniciativa busca beneficiar a muchos sectores,…del productor al consumidor, aunque algunos manifiestan que el beneficio depende de las condiciones en que se establezca, ya que con mayor frío, mayor costo, y es más difícil competir por precio con producto importado.
 

Mecanismos desmotivadores

La inversión extranjera en la industria agrícola de Uzbekistán parece ser escasa. Los agroexportadores locales con recursos económicos hacen muy poco por mejorar el sistema. Claramente, porque el mercado no se lo está exigiendo y quizás porque existen mecanismos desmotivadores (como me comunicaron extraoficialmente), como es el aumento excesivo de impuestos una vez que un negocio resulta muy lucrativo.
 
 
Entonces, es usual ver empresas exportadoras que sólo se mantienen vigentes por unos cuantos años, durante los cuales tratan de sacar el máximo de ganancia invirtiendo lo mínimo.
 
Los uzbekistaníes son personas muy cordiales, anuentes a ayudar y, por lo que pude percibir, miran con mucho optimismo al futuro. Sin embargo, a juzgar por las condiciones actuales, uno diría que hay mucho trabajo por hacer para salir adelante, incluso en cuanto a utilización de materias primas. Por ejemplo, ellos mismos reconocen que muchas frutas son enviadas a Rusia, y que dicho país se las devuelve con más agua y empacadas con la etiqueta de “jugo.” ¿Les suena conocida a algunos esta situación? 
 
 
 

Fonseca es especialista en hortalizas y tecnología poscosecha, ha laborado para la Universidad de Arizona, EUA y ha sido consultor en tecnología poscosecha en EUA y en diferentes países de Latinoamérica (República Dominicana, Panamá, Costa Rica y México).