Uno de los motivos por el cual los productores utilizan los cultivos de cobertura brasicáceas es ayudar a defender sus cultivos principales contra estrés abiótico (inundaciones) al igual que contra estrés biótico (ataques de insectos y enfermedades).
Estos cultivos de cobertura producen glucosinolatos (compuestos orgánicos con azufre) los cuales son metabolitos secundarios utilizados por las plantas para protegerse de los tipos de estrés citados. Los glucosinolatos son luego desglosados a enzimas tioglucosidasa (mirosinasa), encargadas de catalizar las reacciones químicas. Entre estos cultivos se incluyen semillas oleaginosas, rábano, mostaza café, mostaza oriental, mostaza amarilla, nabo y colza, y se caracterizan por liberar su enzima cuando el tejido es lastimado o sufre un ataque de insectos o patógenos.
Debido a la habilidad de estas especies de producir estos compuestos tóxicos volátiles, éstos son conocidos como biofumigantes. Manejados apropiadamente, los biofumigantes ayudan a reducir las poblaciones de nemátodos, malezas y enfermedades.
Recomendaciones para una biofumigación eficiente
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Aspectos a evitar durante la biofumigación
1. Evita rotación con otras especies brasicáceas. Hay varias razones para evitar esta práctica:
Las especies de brasicáceas no forman micorrizas. Por ende, prácticas monoculturales pueden reducir las micorrizas en el suelo.
Un incremento en poblaciones de Gusano de la col ha sido observado en condiciones de crecimiento después de cultivos de cobertura de brasicáceas. Además los pulgones son atraídos a estos cultivos de cobertura y pueden incrementar el riesgo de lastimaduras. Se ha reportado que la mostaza amarilla de estructura vellosa, atrae menos pulgones que la mostaza oriental o las semillas oleaginosas de rábano.
2. Evita cultivos de cobertura espontáneos. La formación viable de semillas por cultivos de cobertura resulta en problemas graves de malezas. Labrar los cultivos de cobertura también ayuda a reducir el riesgo de malezas espontáneas.