La desaceleración de proyectos investigativos con agroquímicos

Desde hace al menos 45 años, los agroquímicos tradicionales han contribuido en gran manera a la producción de alimentos en México y en el resto del mundo. A pesar de que en años recientes estos productos han sido fuente de discusiones polémicas, la realidad es que para abastecer la demanda alimentaria actual resulta incierto producir a gran escala sin el uso de agroquímicos en los cultivos en general.

Sin embargo, considerando la dependencia que existe de los productos tradicionales, se presenta una tendencia al incremento en la utilización de compuestos para el control de plagas y enfermedades con un impacto ambiental bajo. Si bien esta tendencia parece que continuará acentuándose, los productos tradicionales empleados han pasado por una importante reducción en términos de toxicidad y residualidad en el ambiente en épocas recientes.

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Un técnico asesor productor de fresa para grandes clientes como BerryMex y Driscoll’s comentó en una entrevista cara a cara que “hay que reaprender a cultivar de manera orgánica, que ahora nos resulta más complicada pues las soluciones tradicionales tienen efectos inmediatos, cosa a la que estamos acostumbrados.” Con más de 30 años de experiencia, este productor comprende que el cambio debe ser paulatino, pues “un cambio drástico, costaría muchos cultivos perdidos ya que muchos terrenos no tienen las condiciones para producir de manera orgánica.” Actualmente este productor cuenta con decenas de hectáreas a su cargo y asegura: “tuve que empezar a sembrar orgánicos poco a poco, pero a pesar de que cuesta más sacar el cultivo, se venden mejor.”

A pesar de que el uso de agroquímicos es mayoritario y extendido en todo tipo de cultivos y regiones de México, debemos estar enterados del proceso de invención, investigación, pruebas, leyes y reglamentos por los que los productos tradicionales suelen pasar antes de estar al alcance del agricultor.

Desarrollo y cumplimiento de los productos

De acuerdo con una publicación de la consultora Phillip McDougall, cada producto en el mercado costó a los laboratorios que desarrollaron las moléculas alrededor de $286 millones de dólares y unos 11 años de investigación y desarrollo para asegurar los estándares más altos de seguridad y eficacia en 2015. Nos comentó durante una entrevista un empleado de una compañía encargado de realizar trámites en Cofepris, solo en México, el proceso: “Si todo sale bien, entre 3-4 años de papeleo y pruebas es lo que puedes tardar en tener un registro para un producto,” una serie de pruebas de efectividad en diversos cultivos y plagas, residualidad, efectos en el ser humano y medioambiente, además de un pago por el registro del producto que tiene un costo variable, son algunas de las cosas que se tienen que cumplir para poder aspirar a un registro de un plaguicida.

Cómo la consolidación ubicua de las empresas multinacionales afecta el lanzamiento de nuevos productos

Hoy en día, tras grandes fusiones anunciadas para el corriente año, se está transformando la industria multinacional. Por ejemplo, la fusión de Bayer con Monsanto, Syngenta con ChemChina y Dow con Dupont significa que el número de empresas especializadas en la investigación de productos químicos para el control de plagas y enfermedades es cada vez menores. Como ejemplo, hace dos años se lanzaron al mercado en México las últimas moléculas desarrolladas por grandes firmas internacionales como Cyantraniliprol (DuPont) — insecticida especializado para el control de insectos chupadores, y Flupyradifurone (Bayer) — también especializado para el control de plagas chupadoras en hortalizas y Oxathiapiprolin (DuPont) — para el control de enfermedades.

Estos tres productos han sido desarrollados hace dos años y en algunos casos el tratamiento de estos nuevos productos “costaba más de $11,000 pesos por hectárea; son caros, pero son muy buenos,” nos comentó un productor de hortalizas en Sonora. “Para los que exportamos es importante que no vayamos a tener problemas de residualidad (en las hortalizas) y los productos nuevos son de muy baja toxicidad y altamente especializados.”

A pesar de eso, el prolongado proceso que se requiere para lanzar al mercado un nuevo ingrediente activo, además de la gran inversión, han hecho que algunas empresas se retiren del sector o sean absorbidas por compañías más grandes; más crítico aún, ha sido la falta de protección de muchos países para procesar, restringir y castigar las violaciones a moléculas protegidas por patentes. “En México hay un serio problema con la falsificación y robo de productos y este tipo de crímenes rara vez se persigue en México,” comentó un director de operaciones de un laboratorio multinacional. “Esto no afecta solo a los laboratorios, también afecta a los usuarios, pues no reciben lo que están comprando.”

Este último punto ha sido crítico para las empresas de desarrollo, aumentando significativamente los costos de operación, pues se debe proteger celosamente la producción y comercialización del material en cuestión. Con frecuencia encontramos asociaciones de compañías para compartir los gastos de investigación, desarrollo y comercialización de los productos nuevos, pues la producción de esos ingredientes activos es cada vez más costosa.

Las nuevas tendencias en el mercado

Parece ser que la investigación de productos químicos se estuviera desacelerando y los esfuerzos se orienten hacia otros campos dentro de la agricultura para la sanidad y protección de cultivos. como materiales genéticos y productos orgánicos. Esto se puede ver con la incorporación de productos de Nutrición Vegetal Especializada de varias compañías nacionales y multinacionales como Tridente, Gowan, Summit Agro, Mezfer y Dragón, entre otras.

Sin embargo, las estructuras gubernamentales encargadas de controlar, evaluar y garantizar su seguridad en uso y efectividad a nivel internacional, en la mayoría de los casos carecen de nivel, si los comparamos por los procesos que los agroquímicos tienen que pasar. Existen, ciertamente, algunos casos en los que se cuenta con una rigurosidad científica notable, pero al menos en países como en México (Cofepris), estas áreas de control aún están por ser desarrolladas.

En algunos otros lugares, incluido México, se comienza a ver mezclas de ingredientes activos como: Lambda Cyalotrina + Imidacliprid, 2,4D + Dicamba, Paraquat + Diurón entre mucho otros; las patentes que protegían a estas moléculas han vencido y estas combinaciones son el resultado de esa liberación en la patente.

Algo sí es seguro: los grandes laboratorios están buscando nuevos horizonates en distintos campos como los de:

  • semillas
  • genética
  • depredadores naturales
  • productos orgánicos
  • nanotecnología
  • sistemas de control ambientales

Finalmente, los productos tendrán una limitación en sus mezclas o se verán finitas por la prohibición de los ingredientes activos, sobre todo aquellos que son tóxicos, como fue el caso del Endosulfan (2013). En un mediano plazo esta tendencia continuará abriendo su camino, pero al final se desacelerará por las restricciones y falta de material tanto a nivel nacional como internacional.

El lanzamiento de moléculas nuevas es cada vez más esporádico e intermitente. Afortunadamente hay muchos países enfocados a desarrollar tecnología de punta en otros aspectos paralelos a los agroquímicos, como es el caso de Japón. Lo que es importante reflexionar, como usuarios de los productos, es la ciencia que existe detrás de los materiales que se utilizan con frecuencia durante las temporadas de producción y el largo proceso por el que tuvieron que pasar antes de llegar a las manos de sus usuarios.

Es probable que en el largo plazo los productos agroquímicos queden rezagados significativamente, pero saber qué los va a sustituir y de qué forma, es sumamente complejo pronosticarlo. Si algún agricultor de fines del siglo pasado contemplara estos desarrollos actuales, creería que son mágicos.

La tecnología seguirá avanzado a un ritmo cada vez más acelerado, pero para estas generaciones de productores y técnicos asesores, los cambios parecieran entrar en una meseta expectante de novedades. Es importante estar abiertos a nuevas tecnologías, siempre con pensamiento crítico, pero es importante también valorar el camino recorrido por generaciones anteriores y apreciar aquello que actualmente tenemos y por lo que mucha gente trabajó, para que hoy podamos producir.

Si bien la tecnología puede parecer o lucir obsoleta, esos productos funcionan. Hay que buscar y encontrar mejores herramientas, más eficaces para producir más, con mejor calidad y con menos riesgos e impacto al medioambiente.