Confusión europea acerca del último brote de E. coli

Como dice la canción de José Luis Rodrigues “El Puma,” u otra con título muy parecido de Cristian Castro, “culpable soy yo.” Esto fue lo que debería haber cantado la entidad reguladora de salud en Alemania después de que por varios días cantaran “culpables son todos los demás (menos nosotros).”

Problema en la huerta de Europa

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Tremendo problema se creó en la industria europea, y más específicamente en la española, cuando se desató la reciente epidemia de Escherichia coli O104:H4. “Al parecer pepinos, o quizás tomate, o tal vez lechuga de este país podrían portar un patógeno letal,” era lo que se escuchaba en los medios de comunicación.

Se me venía a la mente la vasta extensión de producción agrícola en la región de Almería y Murcia (España), donde uno puede observar todo tipo de tecnología, desde muy sofisticada al estilo más progresista del Planeta, hasta rudimentaria que raya en lo más sencillo de infraestructura.

Está claro que se cuida mucho la calidad y forma de usar el agua: existe ya un esquema de cosecha bastante homogenizado donde los trabajadores saben lo que tienen que hacer y existe conciencia u ocultara sólida por mantener la inocuidad.

No por nada se considera como la huerta de Europa.

Los culpables son ellos

En relación a la vinculación de una región productiva con la mencionada epidemia, para ser sincero, yo me quedé muy impresionado de cómo la entidad alemana, en muy poco tiempo, se pronunció manifestando que el problema surgía de pepinos producidos en España.

Como de quitarse el sombrero de lo eficientes que son, me dije, porque mi experiencia en el continente americano no había sido esa. De hecho, por aquí se ha criticado muchas veces que entidades como el FDA no se pronuncien rápidamente en torno al origen de una epidemia y en algunas casas solamente pasen alertando en forma general sobre el problema en puntos de venta de ciertas frutas y hortalizas.

Sí han existido casos parecidos en el que se atribuye el problema a un producto, y/u origen erróneo por estos lares. ¿Se acuerdan del problema con tomates, que impactó tantísimo a la industria, y al final se concluyó que eran chiles jalapeños?

Lo que asombró en este caso fue la determinación con la que se pronunciaron los jerarcas del gobierno. La justificación que se ha escuchado es que sí encontraron Escherichia coli en los pepinos españoles, pero que era una cepa diferente. ¿Qué opinan?

Bueno, esta situación es en mi caso es creíble, porque me ha tocado estar como visor de procesos de investigación del FDA, y durante el proceso de inspección se llegan a encontrar patógenos similares en las áreas bajo sospecha. Sin embargo, es curioso que, si no era la cepa, entonces ¿por qué se tomó una decisión de alertar sobre la posible contaminación de tales productos con el patógeno de la epidemia?

Definitivamente, fue una acción desesperada. Y no es para menos, ya que el daño humano que estaba causando era espeluznante, incluyendo la hospitalización de 784, y la muerte de 23 personas. Fue una de las epidemias que más secuelas ha producido.

La verdad sobre la fuente de la bacteria

Al final se ha confirmado, al menos así se asegura al momento de escribir esta columna, que la cepa de alta virulencia ocurrió por contaminación de brotes de frijoles distribuidos en 26 restaurantes, localizados sobre todo en el norte de Alemania. Compradores importantes como Rusia, habían cerrado las puertas a todo tipo de hortalizas e imponían la regulación de que tenían que venir con certificación de estar libre de patógenos (imagínense lo que sería certificar eso en la realidad).

Las pérdidas por la alarma generalizada hacia todas las hortalizas ascendieron a cerca de 500 millones de euros. La Comisión Europea aceptó pagar 210 millones de euros en compensación.

Al final siempre se pierde, pero imagínense lo que perderá la compañía de brotes de frijoles.

Lechugas, tomates y pepinos, están de vuelta a los mercados, ya que “deberían comerlos otra vez, son alimentos saludables,” dijo Andreas Hensel, jefe de la agencia de evaluación de riesgo Alemania. Esos ya no son culpables.

Queda mucho por aprender

En casos tan complicados como estos, hay muchas lecciones que aprender. Entre otras, hay que entender por qué es tan agresiva esta cepa. Algunos colegas ya han comenzado a estudiar esta cepa bacteriana, porque aunque es muy raro, se pensó lo mismo en los 80 con la O157:H7, y ahora es la de E. coli la que más problemas da en frutas y hortalizas en el continente americano. Por otro lado, sin duda es delicado manejar los medios de comunicación, pero queda claro que no se puede asumir que porque un patógeno se encontró en un producto, este mismo producto puede portar el patógeno en cuestión.

Sólo recordemos que es muy posible que nosotros en algunas ocasiones hayamos consumido alimentos con cierto nivel de bacterias indeseables, que pueden provenir de contaminación cruzada durante poscosecha (ejemplo: un empleado de un supermercado que manejó productos sin la debida higiene personal), pero usualmente nuestro sistema de defensa natural puede combatirlo. Entonces, el hecho de encontrar una bacteria no debería hacer la correlación con un problema ya surgido.

Lo que la industria sí debería reforzar son esfuerzos para “llamados” (los famosos recalls en inglés) de todo producto que esté bajo sospecha, algo que creo podría facilitar la labor de los entes estatales. Nadie dijo que mantener la inocuidad fuera fácil, pero se puede continuar progresando conjuntamente.

 

Fonseca es especialista en tecnología poscosecha en la U. Arizona, EUA. Ha sido consultor en EUA y en varios países de Norte- y Latinoamérica.