De plantas silvestres a injertos de alto rendimiento

Selección de variedades
Actualmente, la producción de semillas y la propagación de trasplantes, se realizan bajo estrictas medidas de control sanitario que buscan eliminar las fuentes de inóculo para evitar la diseminación de enfermedades o plagas.

No obstante las medidas de control, siempre existirá la posibilidad de contaminación, ya sea a través de la misma semilla, o bien por medio de vectores o contacto con equipo contaminado. Incluso las personas que trabajan en un invernadero son portadores potenciales de virus o fitoplasmas que pueden causar un grave daño a los cultivos.

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Para evitar la contaminación, algunas empresas utilizan uniformes especiales para todas las personas que ingresan al invernadero, incluyendo zapatillas esterilizadas, cofias y boquillas.
En los últimos años se ha extendido rápidamente el uso de injertos, entre cuyos objetivos se encuentra la ampliada tolerancia a patógenos. Algunos especialistas opinan que con el auge de los invernaderos y el incremento de problemas fitosanitarios, el injerto será no sólo una opción, sino la alternativa para poder obtener plantas resistentes.

Adicionalmente, la prohibición del uso del bromuro de metilo y el aumento de las enfermedades del suelo, también están promoviendo el mayor empleo de plantas injertadas.

 Vigor y rendimiento

El uso del injerto en Europa es ahora una práctica común que se utiliza principalmente en los Países Bajos, España, Francia, Suiza y Alemania. El control de Raíz acorchada, la resistencia contra nemátodos y la protección contra infecciones causadas por diversas razas de los hongos Fusarium y Verticilium, han generado que los injertos sean una herramienta de uso común en la búsqueda de mayor resistencia y productividad.

Algunas variedades injertadas poseen mayor resistencia a las bajas temperaturas, mientras que otras están preparadas para resistir el ataque de patógenos, o simplemente cuentan con mayor vigor para afrontar estrés por cambios climáticos y generar mayor rendimiento.

Algunos piensan que las nuevas variedades holandesas injertadas podrían llegar a producir 35 kilos de tomate por planta. Sin embargo, el proceso de selección y adaptación de los injertos de tomate no es fácil, ya que se requiere una completa adaptación del patrón y la variedad.

Para ello, los especialistas estudian el comportamiento de las variedades silvestres que se utilizan como patrones, ya que algunas presentan bajos índices de germinación; no se adaptan a las condiciones de invernadero, o simplemente desarrollan demasiados brotes.

Las variedades silvestres suelen presentar un follaje abundante y pocos frutos de aspecto irregular, y existen otras, cuyas hojas despiden un olor desagradable que las hace poco atractivas para los insectos.

Algunas empresas semilleras han desarrollado sus propias técnicas para producción de pies de injerto (patrones) con el fin de incrementar la germinación y el vigor de los mismos, los cuales incluso distribuyen con nombres comerciales.

 

 Programas de reproducción

Para asegurar la calidad de las nuevas variedades injertadas, los procesos de reproducción de la empresas semilleras realizan cruzamientos de especies silvestres y líneas de crecimiento especialmente desarrolladas, que combinan la resistencia de los progenitores, con la fuerza de la raíz y la mayor capacidad de germinación posible. El híbrido resultante es una planta vigorosa que además de presentar mayor resistencia a plagas, enfermedades y condiciones del clima, posee mayor potencial de rendimiento.

No obstante las ventajas, existe la duda sobre los efectos en el metabolismo de las plantas injertadas, ya que en algunos casos se ha observado un cambio de coloración y hasta de sabor. Por otra parte, se menciona que para observar el resultado de un injerto, la planta debe mantener un equilibrio constante durante todo el ciclo de cultivo. En el caso del tomate o de la berenjena, mientras más largo sea el ciclo, mejor se observarán los resultados.

 

Otros cultivos mejorados

Los resultados obtenidos con injertos de tomate han generado también un mayor interés entre los reproductores de pimientos, berenjenas, pepinos, melones, por lo cual la práctica de injertos es cada vez más común.

En el caso de melón y sandía, el injerto es utilizado para combatir los efectos devastadores del Fusarium oxysporum en la raíz. En estos cultivos, el injerto ha mostrado una gran resistencia a los cambios bruscos de temperatura, o al colapso por ataque de patógenos del suelo. En la berenjena, el injerto se utiliza principalmente para incrementar la resistencia a Pseudomonas y Verticilium, mientras que en pimiento, es utilizado en casos de infestaciones graves de Phytopthora capsici. En todos los casos, los productores deberán asegurarse que la planta injertada presente una mayor resistencia, vigor y rusticidad.

Cuando se utilizan injertos, el costo de producción es mayor, pero se reducen los tratamientos de agroquímicos y se puede reducir la densidad de plantación. Otra ventaja es que el mayor vigor ofrece la posibilidad de adelantar o atrasar el trasplante y obtener más frutos por planta, lo cual se traduce en un mayor rendimiento.

Condiciones del invernadero

Para obtener injertos de calidad, las condiciones ambientales deberán mantenerse en un rango estricto de 15 a 30 °C. Según los especialistas, lo más recomendable es reducir la temperatura cuando el crecimiento es demasiado rápido y terminar la fase de producción con la temperatura más alta. Este procedimiento genera un mayor vigor de las plantas que serán injertadas. Después de realizado el injerto, en cucurbitáceas se puede incrementar la temperatura de 25 a 30 °C, y de 20 a 25°C en solanáceas. Durante ambos procesos de cría de plantas e injertos la humedad relativa recomendada se ubica del 80 al 90%.