Códigos de las etiquetas en frutas y hortalizas

Son pequeñas, adhesivas, multicolores, multiformes y ubicuas. Contienen texto, números, imágenes y montones de pegamento — eso sí, de grado alimentario. Son admiradas u odiadas por el consumidor, prácticas para el cajero del supermercado, sin duda costosas, pero a la vez necesarias para el correcto funcionamiento de la cadena alimentaria.

Se trata de las etiquetas ubicadas en la superficie de prácticamente todas las frutas y hortalizas en los supermercados estadounidenses.

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La función principal de las etiquetas consiste en portar el código de precios (PLU, por sus siglas en inglés), pero no muchos consumidores conocen su significado. La asignación de PLUs corre a cargo de la International Federation for Produce Standards (IFPS), formada por asociaciones de productos agricolas frescos de todo el mundo — Produce Marketing Association (PMA) en Estados Unidos. Esta asociación, dispone de una página de Internet (www.plucodes.com) donde cualquier usuario puede encontrar información sobre los códigos de las etiquetas en frutas y hortalizas — unas 1,385 unidades. Por poner un ejemplo, hoy he comprado un par de #4799 — tomates producidos en invernadero hidropónico, color rojo, de tamaño grande.

El código de cuatro dígitos es útil casi exclusivamente para agilizar la transacción de venta al público en el supermercado. Pero existe un quinto dígito que podría, en teoría, ofrecer información más relevante para algunos consumidores — el llamado Quinto Dígito Calificador, que indica si el producto ha sido producido de manera convencional (0), orgánicamente (9), o si ha sido modificado genéticamente (8).

Aparte del código que da sentido a la vida de la etiqueta, podemos encontrar logotipos, marcas, páginas de Internet, eslogans, e incluso anuncios. Supongo que las agencias de publicidad no han podido resistir la oportunidad que ofrece esta pequeña ventana para promocionar sus productos, lo cual ha causado alguna polémica entre los consumidores.

Las etiquetas tampoco son muy populares entre productores, empacadores y distribuidores, pero ciertamente a nadie dejan indiferente. Es tan frecuente encontrar páginas de Internet y blogs exclusivamente creados para hacer presión contra los adhesivos o el significado consumista de los mismos, como para mostrar colecciones, realizar intercambios y solicitar más información sobre las mismas. Pero esta situación podría cambiar.

Hace unos años, se patentó un sistema que permite el marcado láser permanente de información en la superficie de ciertos frutos. Al eliminar la capa de pigmento de la superficie sin penetrar en la piel, no promueve, al parecer, el deterioro del mismo. Las ventajas en cuanto a costo e impacto ambiental son también prometedoras. El marcado con láser, ideado con el consumidor en mente y sometido a aprobación final de la FDA el año pasado, podría abrir nuevas posibilidades para la industria.

Sea como fuere, no debe menospreciarse el impacto de las etiquetas en el consumidor. Con la inminente puesta en vigor de la ley de Etiquetado del País de Origen (COOL, por sus siglas en inglés), y las cada vez más estrictas normas de rastreabilidad, el etiquetado individual no va a desaparecer en un futuro próximo, pero quizás sí el pegajoso medio de transmitir la información.

Seguro que éstas son buenas noticias para muchos, pero sobre todo para esos coleccionistas de etiquetas cuyas colecciones podrían revalorizararse de repente.

Reho es la Editora del Grupo Horticultura de Meister Media Worldwide