6 recomendaciones para qué hacer y evitar en el riego

Toro Micro-Irrigation

Según Leonardo Da Vinci “el agua es el vehículo de la naturaleza.” Puesto que es una necesidad básica, ¿no creen que deberíamos proteger, preservar y mantener este preciado recurso a su nivel óptimo
de funcionalidad?

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A continuación Sally A. Miller, profesora del Departamento de Fitopatología en Ohio State University, Estados Unidos, y su colega Dr. Melanie Lewis Ivey, explican algunas pautas sencillas para mantener la calidad del agua de riego y con ello evitar una posible reducción en rendimiento y calidad del cultivo.

USE agua limpia

Aunque parezca obvio, Miller quiere dejar claro que hay que tener cuidado con los contaminantes microbianos, químicos y físicos presentes en el agua de riego.

El agua municipal sería ideal para el riego, ya que ha sido tratada y probada contra varios contaminantes. “Si no es posible emplear agua municipal debido a su costo o falta de disponibilidad, puede usarse agua de pozo o agua de lluvia recolectada y almacenada en depósitos limpios para este fin. El agua superficial procedente de canales y arroyos no debería usarse a menos que haya sido filtrada, tratada y analizada,” explica Miller.

ANALICE el agua

Analizar el agua tiene una importancia crucial, afirma Ivey, pero la entidad que realiza los análisis es, si cabe, más importante. “El agua de riego debería ser analizada por un laboratorio reconocido para determinar la calidad microbiana, física y química del agua,” explica.

Por otra parte, parámetros tales como volumen, número de muestras y tipo de recipiente empleado dependerán del laboratorio que realiza la prueba así como del tipo de prueba realizada.

Ivey asegura que el agua recolectada para la muestra debe tomarse tan próximo a su origen como sea posible, y permitir que corra durante cinco minutos antes de colectar 500 mL en una botella de plástico limpia y desechable. Esto es importante, ya que los residuos químicos y detergentes podrían interferir con los resultados del ensayo.

✔ DESINFECTE el agua

Además de emplear agua limpia, y de analizarla para asegurarse de que así sea, ésta debe desinfectarse, explica Miller. “Use algún tipo de filtrado antes de la desinfección para reducir la cantidad de partículas inorgánicas y orgánicas en el agua,” recomienda.

Adicionalmente, la elección del desinfectante depende en gran manera de la fuente de agua. Por ejemplo, para eliminar patógenos puede emplearse calor, sodio, hipoclorito de calcio, peróxido de hidrógeno, radiación UV, ósmosis inversa, ozono, cobre, ionización con plata, así como filtración lenta,” apunta Miller.

✘ NO DESCUIDE la frecuencia de análisis

Aunque Miller deja muy claro que la frecuencia de análisis depende de la fuente del agua, Ivey hace hincapié en que el tiempo y la regularidad son importantes para asegurarse que no haya patógenos nuevos en el caudal desde la última vez que el agua fuera analizada. “El agua debería analizarse antes de emprender la construcción del invernadero y es necesario analizar las fuentes nuevas con frecuencia mensual durante el primer ciclo de producción completo del cultivo.”

Ivey agrega que es necesario realizar un monitoreo frecuente del agua en caso de que haya cambios en la salud de la planta o en la calidad del agua.

NO IGNORE el agua de recirculación

El agua de recirculación podría ser un problema desde el punto de vista de la salud de la planta, particularmente si el agua se contamina con organismos fitopatógenos, advierte Miller.

El agua recirculada, que es agua que ha sido utilizada más de una vez antes de ser vertida en el sistema de recolección de aguas residuales o al ambiente, puede contener sales, sustancias químicas, nutrientes y alteraciones en el pH que causen una reducción en la calidad del cultivo. Antes de emplear agua recirculada, es necesario tratar el agua adecuadamente para eliminar
todo patógeno, agrega Miller.

EVITE la lixiviación

Las tres causas principales de lixiviación son agua de riego, agua del tejado y agua presente en el lugar, explica Ivey. Podría ser un problema desde el punto de vista medioambiental y económico. “Si no se maneja de manera adecuada,” afirma, “el agua lixiviada que podría contener exceso de nutrientes, plaguicidas e incluso patógenos de la planta, podría contaminar las aguas superficiales y subterráneas.” Además, “la erosión del suelo también es preocupante, particularmente en el lugar donde
se produce el lixiviado,” afirma.

Ambas investigadoras concluyen que la mejor solución para minimizar los problemas está en una combinación de conservación, recolección, tratamiento y recirculación del agua. Además recomiendan consultar regulaciones locales de Semarnat o INE (u otras entidades homólogas de la Agencia de Protección Ambiental en Estados Unidos – EPA) para asegurarse de que cumplen con los estándares relativos a recirculación de agua
y lixiviado.

Bartels es editora asistente del Grupo Horticultura, Meister Media Worldwide.