Propiedades del suelo

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El conocimiento del suelo de cultivo permite el aprovechamiento de sus cualidades para obtener mejores rendimientos, dándole un manejo sustentable que no lo sobreexplote ni lo agote.

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El suelo es un sistema compuesto de tres fases — sólida, líquida y gaseosa — que lo hacen heterogéneo, trifásico, particulado, disperso y poroso, a la vez que le otorgan características de importancia agronómica.

La fase sólida es la que rige el espacio ocupado por las otras dos; si bien la líquida desplaza a la gaseosa cuando el suelo está saturado y ésta ocupa el volumen total cuando el suelo está seco. En condiciones de coexistencia de ambas, líquida y gaseosa, el espacio poroso más grueso es ocupado por gases, mientras que el más fino es el dominio de los líquidos.

Lo anterior indica que las fases del suelo no sólo están interrelacionadas sino que son interdependientes.

 

Fase sólida del suelo

La fase sólida, conocida como “esqueleto o matriz,” compone el 50% del suelo, dándole forma y estabilidad. Es responsable del comportamiento de éste, ya que es la única fase que permanece en él. Se compone de una fracción inorgánica y una orgánica.

La primera está constituida por minerales, siendo de interés agronómico las partículas inferiores a 2 mm de diámetro tales como las edáficas (arena, limo y arcilla). Estas partículas, al unirse forman los agregados que a su vez constituyen la estructura del suelo y determinan la circulación del agua y del aire, así como la disponibilidad de nutrientes para las plantas.

La fracción orgánica (edafón), está compuesta por organismos específicos del suelo (bacterias, hongos, anélidos, artrópodos, insectos y pequeños mamíferos), que mediante ciertos procesos de descomposición, transformación y síntesis transforman la materia orgánica en compuestos húmicos y no húmicos.

El edafón descompone este tipo de sustancias orgánicas dejando solamente residuos difícilmente atacables.

El resto son transformados por microorganismos, reteniendo una parte como componentes propios.
El producto de tal transformación es una mezcla compleja llamada “humus,” que constituye entre 65 y 75% de la materia orgánica de los suelos minerales.

El color oscuro del humus refleja calor y luz solar, permitiendo que el suelo retenga humedad.
Por procesos de síntesis y polimerización del humus, se producen los llamados ácidos húmicos, los cuales son usados eficazmente como abonos y mejoradores de suelos.
Fase gaseosa

La respiración y los procesos de óxido-reducción se producen en la fase gaseosa o “atmósfera edáfica,” que compone el 25% del suelo y cuya composición es similar a la del aire atmosférico, pero en proporción variable.

Su contenido de O2 oscila entre 10 y 20%, pero nunca alcanza el 21% del aire atmosférico — de ahí la importancia de mantener aireado el suelo para que raíces y microorganismos obtengan O2 suficiente para el proceso metabólico.

Los gases ocupan los espacios libres que deja la fase líquida en los poros del suelo. El intercambio gaseoso entre suelo y atmósfera se produce por cambios de volumen experimentados por la fase sólida del suelo en las alternancias térmicas ocurridas entre día y noche; también se incrementa por periodos de lluvia que desalojan la práctica totalidad del aire existente, que es absorbido de la atmósfera a medida que el agua va abandonando el suelo a través de la macroporosidad, que es el dominio de los gases.

 

Fase líquida del suelo

La fase líquida o “agua del suelo” forma el 25% de éste y contiene agua de precipitaciones, mantos freáticos, y escorrentías que una vez estuvieron en contacto con la fase sólida.

La porosidad del suelo impacta directamente sobre el flujo del agua en el sistema y las relaciones agua-planta, y depende de la estructura y textura del suelo.

El aire se encuentra en los microporos y el agua en los macroporos. El movimiento del agua en el perfil del suelo es regido por el factor gravitacional, de capilaridad, e hidráulico; mientras que en un suelo no saturado, el movimiento hídrico está dado por la sortividad y la conductividad hidráulica. La compactación del suelo produce la disminución de macroporos y reduce la conductividad hidráulica.

 

Consecuencias para el manejo

El suelo es un sistema sin equilibrio, ya que se producen reacciones físicas, químicas o biológicas que alteran sus propiedades. Los parámetros físicos y químicos del suelo son vitales para poder comprender la relación agua-suelo-planta que permite al productor obtener los rendimientos deseados mientras explota el recurso suelo de manera sustentable.

Fuente: Prácticas de Física de Suelos. Depto. de Ciencias del Suelo. UAAAN (México)