Manejo de cultivos de cobertura

El cultivo de hortalizas es un sistema de producción intensiva que extrae grandes cantidades de nutrientes del suelo.

El uso de la labranza de conservación y los cultivos de protección son medios sustentables que permiten restaurar la calidad del suelo.

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Por lo general, los cultivos de protección no son cosechados para ser comercializados, sino para mejorar de manera sustentable los resultados obtenidos de los cultivos con fines comerciales y del suelo.

A la mayoría de los productores les gustaría evitar los largos periodos de descanso con la tierra en barbecho para restaurar los nutrientes del suelo y la rotación con cultivos de protección es una opción que permite aumentar al máximo la producción de hortalizas mientras mejora la calidad del suelo.

Foto cortesía de iStockphoto.

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Cultivos de protección adaptado para sus necesidades
Jeffrey Mitchell, especialista en cultivos hortícolas de la Universidad de California en Davis, EUA tiene mucha experiencia con los cultivos de protección para la producción de hortalizas, en las regiones agrícolas semiáridas de California, conocidas como el Valle Central.

En la agricultura, cada situación es distinta — y por lo que se refiere al uso de los cultivos de protección — Mitchell es cuidadoso al preguntar “¿Qué quieren hacer con ellos?”

La pregunta surge porque los cultivos de protección se pueden utilizar para prevenir la erosión del suelo, mejorar la calidad del suelo y evitar la lixiviación de nutrientes, entre otros beneficios. Cada productor determina el beneficio que desea lograr, dependiendo de sus necesidades.

Beneficios de los cultivos de cobertura
Protegen el suelo contra la erosión. Los suelos de climas áridos con frecuencia contienen altos niveles de arena dúctil y de partículas de limo que contribuyen a la erosión ocasionada por la acción del viento y del agua.

Ciertas especies de cultivos de protección son más efectivas que otras para mantener la integridad de la capa superficial del suelo (los zacates son mejores que las especies de hoja ancha). El cultivo de protección evita la erosión, reduce la compactación del suelo, añade materia orgánica y aumenta la filtración del agua.


Controlan las malezas.
Al reducir la presión inicial de las malezas, los cultivos de protección mejoran las estrategias subsecuentes para su control, incluyendo las aplicaciones de herbicidas y las prácticas de cultivo.

Controlan la lixiviación de nutrientes. Los cultivos de protección pueden proteger al medio ambiente de la lixiviación de nitratos, al atrapar los nutrientes residuales que quedan en el suelo después de la cosecha del cultivo que se comercializará, reciclándolos para el siguiente cultivo.

Aumentan la población de microorganismos en el suelo. Los cultivos de protección pueden mejorar la biodiversidad, aumentar la población de microorganismos que habitan en el suelo; atraer insectos benéficos y suprimir a los nemátodos; construyendo un sistema más flexible y sólido que asegure la productividad a largo plazo.

Trabajan como fuente adicional de nutrición. Los cultivos de protección con leguminosas pueden crear una fuente adicional de nutrientes en el suelo. La siembra de un cultivo de protección basado en leguminosas, puede añadir nitrógeno al suelo, permitiendo reducir la cantidad de nitrógeno que es necesario comprar para alimentar al cultivo comercial.

Pueden utilizarse como biofumigantes. Los cultivos de protección también pueden ser utilizados como biofumigantes. Las especies de brasicáceas utilizadas como cultivos de protección liberan isotiocianatos en el suelo cuando se descomponen las paredes de sus células.

Estos compuestos pueden servir como insecticidas y ayudan a controlar las plagas de las plantas, incluyendo los nemátodos.

Algunos ejemplos de biofumigantes incluyen las mostazas, el rábano oleaginoso, el nabo y la colza. El productor deberá permitir que el cultivo de protección crezca hasta la etapa de floración, sin que llegue a la etapa de producción de semillas.

Una vez en floración, el cultivo de protección se desbroza y sus residuos son mezclados con el suelo para potencializar su efecto biofumigante.

Labranza de conservación
Mitchell es fundador del programa “Innovación en Sistemas Agrícolas de Consevación” (CASI, por sus siglas en inglés), un grupo formado por más de 1,800 productores, representantes de la industria, profesores de universidades y miembros del Servicio de Conservación de Recursos Naturales del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.

CASI define la labranza de conservación como una serie de prácticas de cultivo que incluyen: cero labranza; labranza mínima, labranza en lomos y labranza en franjas. Estos métodos de labranza reducen el volumen de suelo que es removido y conservan los residuos del cultivo en el campo.

Mitchell comenta, “Los cultivos de protección son valiosos no solamente porque sirven para mejorar la eficiencia y productividad de los sistemas de cultivo, sino porque también sirven para reducir al mínimo los impactos ambientales adversos; lo cual ha sido ampliamente documentado con muchos sistemas de cultivo distintos.”

Los cultivos de protección se han utilizado en la producción de hortalizas y tomates dirigidos al mercado de productos frescos, así como en la producción de cultivos agronómicos como el trigo, los frijoles, el maíz y la soya.

Manejo apropiado de los cultivos de cobertura
Para obtener el mejor provecho de su uso, los cultivos de protección se combinan con varias prácticas de labranza de conservación. Es posible utilizar una gran variedad de técnicas de labranza de conservación, incluyendo cero labranza; un sistema en el que no se toca el suelo entre los cultivos; la labranza en franjas, en la que se labra una franja de suelo delgada para convertirla en cama de siembra y la labranza en lomos, en donde se cultiva sobre el lomo de la cama de siembra, sin labrar los surcos.

Cero labranza. En esta técnica no se labra el suelo desde que se cosecha hasta que se siembra el siguiente cultivo. El cultivo sin labranza se siembra o se trasplanta directamente en el suelo sin labrar donde estaba sembrado el cultivo anterior.

La labranza en franjas. Esta es una forma de labranza de conservación que se utiliza frecuentemente en los sistemas de producción de hortalizas. Se labra la hilera de siembra antes de plantar, para dar tiempo a que se eliminen los residuos, que se seque y se caliente el suelo y en algunos casos para eliminar la contaminación del suelo.

Esta franja de labranza tiene por lo general 20a 30 cm de ancho y 5 a 35 cm de profundidad. La labranza en franjas disminuye el volumen del suelo que es removido y la cantidad de polvo que se genera; también reduce los costos de combustible, mano de obra y equipo. Este tipo de labranza permite realizar la aplicación en banda de los herbicidas y fertilizantes que se incorporan a la superficie del suelo antes de la siembra, para que lleguen a distintas profundidades.

La labranza en lomos. En este tipo de labranza los cultivos se siembran y crecen sobre los lomos o sobre camas poco profundas que se preparan durante el ciclo de cultivo anterior, generalmente usando implementos de cultivo adaptados con rastrillos, discos para aporcar y placas laterales (alas) formadoras de surcos que se adaptan frente a la zapata de la sembradora y pasan rasando el suelo y eliminando los residuos de la superficie del lomo del surco; dejando una hilera limpia para la siembra.

Tipos de cultivos de protección
Existen muchas opciones para los productores de hortalizas en cuanto a los tipos de cultivos de protección que pueden usar. Los cultivos de protección pueden separarse en dos categorías principales: leguminosas y no leguminosas.

Los productores deben decidir cuál es el mejor tipo de cultivo de protección dependiendo de los cultivos que van a sembrar.

El productor necesita determinar qué es lo mejor para su operación:

  • ¿Requiere añadir nutrientes; evitar la lixiviación de los nutrientes; mejorar la estructura del suelo o aliviar los problemas de plagas?
  • ¿Cómo se comporta el cultivo con la labranza y prácticas de cultivo actuales?
  • ¿Qué tipos de insecticidas y herbicidas está utilizando? Es necesario considerar el costo de las semillas y la disponibilidad al momento de hacer la selección.

Las leguminosas fijan el nitrógeno de la atmósfera y crean una fuente de este nutriente en el suelo para los cultivos subsecuentes. La cantidad y disponibilidad de nitrógeno obtenidas de un cultivo de protección varían en gran medida.

En su forma orgánica, el nitrógeno puede estar presente en el suelo en forma de amonio o nitrato.

Las plantas sólo pueden absorber nitrógeno en forma de nitrato, el cual tiene mucha movilidad en el suelo. La lluvia y el movimiento del agua en el suelo pueden ocasionar que el nitrato se mueva a mayor profundidad, lejos del alcance de las raíces de los cultivos.

El productor deberá definir los patrones de agua que tiene en sus suelos y la probabilidad de lixiviación de los nutrientes, antes de sembrar el cultivo con fines comerciales. Algunos ejemplos de cultivos de protección incluyen el trébol (rojo, gigante, dulce, carmesí), veza vellosa, chícharo de invierno, caupí, alfalfa y soya.

Una planta no leguminosa como el centeno, el zacate anual Ballico, la avena, el trigo, el zacate Sudangrass, el trigo sarraceno, las mostazas y el rábano oleaginoso no fijan su propio nitrógeno. Estos tipos de cultivos de protección son excelentes para absorber el exceso de nutrientes en el suelo, producir biomasa en las plantas y mejorar la capa arable del suelo.
El tipo de cultivo de protección es importante, ya que de su tipo depende el manejo de plagas, las fechas de siembra y las rotaciones de los distintos cultivos.

Planee cuidadosamente
Debido a que un productor de hortalizas siembra cultivos con fines comerciales durante todo el proceso de rotación, tiene muchas oportunidades de incluir los cultivos de protección.

Con suficiente humedad en el suelo y los grados-día de crecimiento adecuados, un cultivo de protección puede aprovechar las temporadas en las que no se está cultivando con fines comerciales.

El manejo cuidadoso de los distintos tipos de cultivos de protección requiere que los productores se mantengan alerta en contra de las plagas, tanto de malezas como de insectos.

Es preciso tener cuidado al seleccionar y manejar los cultivos de protección para no permitir que se produzcan semillas viables de un cultivo que puede transformarse en maleza en el futuro.

Asimismo, es preciso evitar plagas que infestan cultivos similares. Por ejemplo, un cultivo con fines comerciales (como el maíz dulce) no debe ser sembrado después de un cultivo de protección tipo zacate (como el centeno); ya que ambos tendrán los mismos tipos de plagas.

Tiempo de siembra
La fecha de siembra de los cultivos de protección está directamente relacionada con la capacidad que tiene la planta para producir semillas.

Incluso los cultivos de protección sembrados en el verano pueden producir semilla si se retrasa el clima frío. Las especies de cultivos de protección que maduran con mucha rapidez incluyen el trigo sarraceno y las mostazas.

Se puede utilizar la labranza o los herbicidas para evitar la producción de semillas. Si deciden utilizar herbicidas para matar al cultivo de protección, asegúrense de que no haya riesgo de transmitir el daño a otros cultivos de hortalizas subsecuentes.

El zacate Ryegrass annual puede requerir varias aplicaciones de herbicidas para controlar su crecimiento. Asimismo, sembrar el cultivo de protección cuando el cultivo con fines comerciales ya está creciendo, permitirá que el cultivo de protección se establezca sin interferir en la producción. Finalmente, es importante recordar que el uso de cultivos de protección le ofrece a productores una ventaja muy clara al aumentar la calidad del suelo.