Calculadora de huellas de carbono

Esta mañana, durante mi ruta habitual de 50 kilómetros al trabajo, otra inquietante noticia en la radio agudizó mi preocupación con respecto al futuro. La noticia no trataba de guerra, crimen o corrupción — graves problemas que parecen simples molestias comparados con las inimaginables catástrofes que se avecinan, si las tendencias actuales continúan dirigiéndose hacia el aparente calentamiento continuo del Planeta.

El reportaje trataba sobre la meseta tibetana, esa enorme región congelada conocida como “el tercer Polo.” La meseta tibetana, tal como los Polos del Norte y del Sur, ha contribuido a moderar la temperatura de la Tierra durante milenios. Y tal como sus hermanos mayores, el tercer Polo se está descongelando.

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Las mediciones realizadas en Ming Yong, el mayor glaciar de la China, revelan que la retirada del hielo — 30 metros en 2006 y 60 metros en 2007 — se está acelerando hasta un punto que sorprende a los científicos. A medida que la superficie de hielo se merma, así lo hace la capacidad del glaciar para reflejar los rayos solares, acelerando el encogimiento del glaciar en un círculo vicioso.

La evidencia aplastante señala a un culpable — la creciente emisión de CO2 en la atmósfera, ocasionada principalmente por nuestro consumo de energía de combustibles fósiles. Al rápido cambio climático ya se atribuye la creciente gravedad de tormentas y sequías, así como la pérdida o puesta en peligro de hábitats salvajes y especies animales.

Afortunadamente, la gente se preocupa cada vez más sobre cómo nuestras actividades impactan al cambio climático — nuestras “huellas de carbono.”

Cuando de alimentos se trata, muchos asumen que cuanto más lejos viajan éstos “del campo a la mesa,” mayor es la huella de carbono que dejan. Dos grandes cadenas de supermercados en Reino Unido etiquetan los alimentos que han recibido por avión. El kilometraje de los alimentos es un tema candente, e incluso ha surgido un movimiento “locavore” (orientado a consumir sólo alimentos producidos localmente).

Pero las huellas de carbono no siempre son fáciles de calcular. Según estudios recientes realizados por el Programa de Agricultura Sostenible en la Universidad de California, Davis, EUA, los alimentos que recorren mayores distancias del campo al consumidor, en algunos casos dejan una huella de carbono menor que algunos alimentos producidos localmente, debido a una mayor eficiencia en la distribución.

Hoy utilicé la “calculadora de huellas de carbono” de The Nature Conservancy (www.nature.org) para medir mi impacto en el cambio climático. Teniendo en cuenta el consumo energético en mi hogar, el manejo del auto, los vuelos, la alimentación y el reciclaje, yo produzco 49 toneladas de CO2 al año — casi el doble de la media nacional en EUA de 27 toneladas, y cerca de nueve veces la media mundial de 5.5 toneladas.

Al menos, en cuanto a mis hábitos alimentarios, la cantidad de CO2 que yo genero (unas 3.5 toneladas) está 0.5 toneladas por debajo de la media estadounidense, ya que en ocasiones consumo alimentos cultivados orgánicamente.