La técnica de injertar plantas y frutos, aunque milenaria, es relativamente reciente en México a niveles comerciales importantes en el cultivo de tomate.
Estimamos que en México se injertan actualmente del orden de 40 millones de plántulas de tomate al año. Los tipos de tomate en los que se practica esta técnica son bola y saladette principalmente, para producción protegida (malla sombra e invernadero), y a menor escala en campo abierto.
Hace tan sólo cinco años, el uso de plántulas injertadas en forma comercial era mínimo en México.
Patrón con caballaje
El patrón (parte radicular) utilizado es una cruza Interespecífica. La más común en la creación de patrones híbridos es Lycopersicum hirsutum x Lycopersicum esculentum, logrando la fuerza radicular de la especie hirsutum, así como sus resistencias, adicionando las que aporta la especie esculentum.
El resultado son patrones con resistencias más comunes a Fusarium razas 1,2,3 y de la Corona, Verticillum sp., Pseudomona solanaciarum, Pyrenochaeta Lycopersici, y nematodos de diferentes especies.
En cuanto a la fuerza de la raíz, puede describirse, en términos coloquiales, como la resultante de colocar una bomba de mayor caballaje bajo el suelo — de cinco a 10 veces más potente que la bomba natural que posee la plántula de tomate.
Ventajas del injerto en tomate
A continuación se muestran algunos de los resultados que pueden esperarse al utilizar correctamente la técnica de injerto en tomate:
Ahorro de espacio. La densidad o población por hectárea puede reducirse hasta la mitad, ya que una planta injertada, por su vigor, es posible manejarla a dos tallos y reemplaza a cultivos a un tallo.
Uso eficiente del agua. Debido a la fuerza y el tamaño que proporciona el sistema radicular de la planta injertada, la cantidad de agua y nutrientes aplicados son aprovechados en forma eficiente, teniendo menores pérdidas por transminación.
Tolerancia a salinidad. La fuerza y tamaño de la raíz han demostrado mayor capacidad de bombeo en terrenos y aguas con niveles medios de sales, por lo que aumenta la tolerancia a salinidad.
Resistencia a enfermedades. Los problemas en el suelo, por enfermedades y nematodos, disminuyen, ya que la mayoría de los patrones utilizados en los injertos son híbridos con múltiples resistencias.
Mayor tamaño de fruto. El tamaño de la fruta se mantiene más grande como promedio durante toda la temporada. Esto es debido a la fuerza adicional que proporciona el patrón, con un sistema radicular más fuerte, más grande y más sano.
Grandes rendimientos. Su rendimiento aumenta de 10,000 a 20,000 cajas por hectárea, al pasar de una cosecha de 10-12 racimos a una de 24 racimos o más.
Ventana de mercado. Su temporada de cosecha se alarga (si el clima lo permite) a ocho meses o más, por lo que las probabilidades de lograr una ventana de mejores precios aumentan.
Un mundo nuevo
Todo lo expuesto en este artículo es fruto de la inquietud profesional por aprender a fondo esta técnica. Mi equipo de trabajo ha realizado evaluaciones científicas con instituciones de gran prestigio, tales como el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C. (CIAD) en Culiacán, Sin. y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) en Celaya, Gto., así como con productores líderes en diferentes regiones en México.
¿Qué aprendimos? Antes que nada, que todo esto de la aplicación comercial del injerto en tomate, es un mundo nuevo. Debemos mantener una investigación continua en este tópico, ya que encontrar la mejor combinación patrón-variedad, no es algo sencillo porque cada material reacciona diferente al combinarse con otro.
Afortunadamente, en el transcurso de las investigaciones, hemos encontrado varias combinaciones con mucho potencial. Esto nos ha animado a seguir investigando y compartir los resultados con ustedes, los productores.