Efecto de OGM y pesticidas en abejas: investigaciones muestran resultados mixtos

abejaEl secuenciamiento del genoma de la abeja productora de miel explica de alguna manera la sensibilidad de las abejas a los plaguicidas. En relación con los genomas de otros insectos, el genoma de la abeja tiene una deficiencia marcada en el número de genes que codifican las enzimas desintoxicantes.

Esta diferencia hace que las abejas productoras de miel sean más susceptibles a los plaguicidas que otros insectos.

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Pérdida de población
En Estados Unidos, los números de las colonias de abejas han disminuido un 45% en los últimos 60 años. La mayor parte de las pérdidas de abejas que ocurrieron entre 1966 y 1979 se atribuyeron a la exposición a los plaguicidas organoclorados, organofosfatados, carbamatos y piretroides. Los esfuerzos para restringir la aplicación de plaguicidas durante la floración proporcionaron cierto alivio.

Las pérdidas de las colonias de abejas fueron especialmente graves de 1981 al 2005, con una disminución de 4.2 millones a 2.4; sin embargo, parte de la reducción en las colonias es atribuible a los cambios en la forma en la que se calculaban los números de colonias. Adicionalmente, la introducción de ácaros parásitos de las abejas productoras de miel, Acarapiswoodi (1984) y Varroa destructor (1987), contribuyeron a las pérdidas dramáticas de abejas.

Al mismo tiempo, se empezaron a desarrollar y a diseminar los cultivos con ingeniería genética (GE) y dos nuevas clases de plaguicidas sistémicos — neonicotinoides y fenilpirazoles — reemplazaron a muchos de los antiguos plaguicidas.

Ingeniería genética en plantas
En las variedades de plantas con ingeniería genética, la resistencia a los insectos es conferida al incorporar genes codificados con proteínas insecticidas producidas por Bacillus thuringensis (Bt). Aún cuando Bt puede ser aplicada por aspersión, las plantas con ingeniería genética se benefician de la producción continua de toxinas Bt.

Las endotoxinas Bt se activan en el intestino de los insectos, donde forman poros por donde se fuga el contenido del lumen, llevándolos a la muerte. Hasta la fecha, se han incorporado genes Bt en el maíz (Zea mays), el algodón (Gossypium hirsutum), la papa (Solanum tuberosum) y el tomate (Lycopersicon esculentum).

Se han realizado numerosos estudios para determinar el impacto de los cultivos con ingeniería genética en las abejas productoras de miel En el 2008, un análisis de los 25 estudios independientes concluyó que las proteínas Bt usadas en los cultivos con ingeniería genética para controlar las plagas de lepidópteros y coleópteros no afectaban de manera negativa la supervivencia de las larvas ni a la supervivencia de las abejas adultas. No hay evidencia de que cambiar a los cultivos Bt haya dañado a las colonias de abejas productoras de miel.

 

Mejor nutrición para las abejas
La apicultura se ha beneficiado al reducir la frecuencia en las aplicaciones de plaguicidas sobre los cultivos protegidos por Bt, en especial el maíz y el algodón.

Sin embargo,  el cambiar a cultivos GE con resistencia a los herbicidas, se ha eliminado muchas plantas en floración en las orillas de los campos y las zanjas de riego, así como en los campos de cultivos. Existe cada vez más evidencia de que la mala nutrición ocasiona problemas de salud a las abejas. Eischen y Graham (2008) demostró que las abejas bien alimentadas son menos susceptibles a Nosemaceranas, que las abejas mal alimentadas.

La adopción de prácticas agrícolas que proporcionen mayor diversidad en el polen está ganando popularidad, incluyendo sembrar pequeñas áreas con otros cultivos cerca de los monocultivos, y permitir que áreas de maleza crezcan a lo largo de las orillas de los campos.

Efecto de plaguicidas
Los plaguicidas neonicotinoides y fenilpirazol pueden ser aplicados como tratamientos de semillas, tratamientos al suelo y directamente al follaje de las plantas para combatir insectos-plaga. Los neonicotinoides ocasionan la activación persistente de receptores colinérgicos que llevan a la hiperexcitación y la muerte. Por otra parte, los fenilpirazoles, incluyendo el fipronil, ligado al ácido aminobutírico (GABA) abren canales de iones de cloruro y bloquean la activación de GABA endógeno, llevando tambien a la hiperexcitación y la muerte.

Los insecticidas neonicotinoides y fenilpirazoles difieren de los insecticidas clásicos en el hecho de que se vuelven sistémicos en las plantas y pueden ser detectados en el polen y el néctar durante todo el periodo de floración. Consecuentemente, las abejas pueden experimentar exposición a estos insecticidas durante largos periodos de tiempo.

Aún cuando los estudios han encontrado que no hay efectos negativos generados por los cultivos de semillas tratadas, la mortalidad aguda fue la única respuesta medida.

En algunos estudios conducidos, las abejas productoras de miel que fueron tratadas con imidacloprid y fueron alimentadas con esporas de Nosema spp. sufrieron de reducción de longevidad y disminuyeron la actividad glucosa oxidasa [Alaux et al., 2010].

Falta de más estudios
Aún cuando se ha demostrado la translocación de los neonicotinoides en el polen y el néctar de las plantas tratadas, el efecto potencial de los niveles de neonicotinoides encontrados en el polen y el néctar sobre las abejas permanece sin aclararse.

Girolami y sus colegas (2009) reportan altos niveles de neonicotinoides en las semillas cubiertas con agua de gutación en las hojas y una alta tasa de mortalidad en las abejas que las consumen. Aún cuando no se ha documentado la frecuencia con la que las abejas recolectan las gotas de agua de gutación en los campos de cultivo, los autores describen la disponibilidad prolongada de altas concentraciones de neonicotinoides en el agua de gutación como un “panorama amenazador que no cumple con una situación ecológicamente aceptable.”

El uso de plaguicidas sistémicos más nuevos, incluyendo neonicotinoides y fenilpirazoles, se ha vuelto bastante común. Debido a su naturaleza sistémica, estos plaguicidas están presentes en todos los tejidos vegetales, incluyendo el néctar, el polen y otros exudados vegetales.

La exposición de las abejas a estos compuestos es muy diferente a la de los plaguicidas tradicionales en los que la toxicidad aguda es la preocupación principal. En lugar de ello, las abejas productoras de miel en todas las etapas de desarrollo pueden verse expuestas a dosis subletales de estos compuestos.

Las consecuencias de este nuevo modo de exposición no han sido consideradas dentro de los reglamentos para el uso de plaguicidas en Estados Unidos; aun cuando la EPA (Agencia para la Regulación del Ambiente) está revisando actualmente el estatus de esos compuestos.

Los apicultores deben evaluar bien la evidencia y los riesgos con mucho cuidado, antes de adoptar una postura determinada.

 

Artículo escrito por Marion Ellis, et. al., Profesor de la Universidad Estatal de Nebraska, Departamento de Entomología. Originalmente publicado por American BeeJournal y Bee Culture, mayo 2010.