Estrategias para apoyar los mecanismos de defensa de cultivos

baby plant

En la lucha contra nemátodos y otros fitopatógenos, existen numerosos métodos, pero como no hay mejor ataque que una buena defensa, les presentamos un par de estrategias para combinar con métodos de control convencionales.

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Cultivares resistentes e injerto

El uso de variedades resistentes es válido en suelos donde las poblaciones de nemátodos no son virulentas, pues de otro modo pueden incrementarse las poblaciones virulentas y afectar a la resistencia de las plantas. Por otro lado, la resistencia podría perderse cuando la temperatura del suelo es elevada y cuando las raíces están parasitadas por hongos.

Las principales limitaciones del empleo de cultivares y patrones resistentes se deben a que no es posible producir plantas resistentes para la amplia gama de patógenos y sus distintas poblaciones que las parasitan.

Las características agronómicas de las variedades resistentes suelen ser, con frecuencia, inferiores a las de las variedades tradicionales, aunque esto puede subsanarse realizando un injerto, donde se utilice el cultivar resistente como patrón, injertando sobre él la variedad con las características agronómicas deseadas.

Las investigaciones han mostrado que después de varias temporadas de cultivo utilizando patrones de pimiento resistentes sobre el mismo suelo, la presión de selección podría establecer poblaciones virulentas.

En el caso de tomates resistentes, se han detectado problemas ligados a la calidad del fruto y a la estabilidad de la resistencia frente a temperaturas altas del suelo (>28ºC).

Por tanto, el empleo de variedades con genes de resistencia debe hacerse siempre y cuando las poblaciones sean lo suficientemente bajas para que, en caso de registrar temperaturas altas, no se puedan seleccionar poblaciones virulentas.

Inductores de resistencia

La resistencia sistémica adquirida (SAR) es un mecanismo natural de defensa mediante el cual las plantas activan sus defensas en respuesta a la acción de un patógeno o de un parásito. Ciertos organismos del suelo actúan induciendo resistencia en las plantas por diferentes mecanismos:

• Bacterias Rhizobium en leguminosas establecen mecanismos de competencia entre Rhizobium y Meloidogyne por zonas de la raíz, permitiéndoles soportar mayor nivel poblacional y disminuyendo los índices de nodulación por nemátodos.

• Micorrizas son asociaciones simbióticas generalmente beneficiosas entre ciertos hongos especializados y las raíces de algunas plantas. Las micorrizas vesículo-arbusculares (VAM) mejoran la captación del fósforo y otros nutrientes desde el suelo, mejorando la nodulación por rizobacterias en leguminosas y el crecimiento de las plantas en general. A su vez establecen una barrera física que dificulta el acceso de los nemátodos a la raíz y confiere a las plantas cierta tolerancia frente a Meloidogyne. En cualquier caso el incremento de fósforo en el suelo disminuye la colonización y producción de esporas.

• Endófitos son organismos que se desarrollan normalmente en el interior de la mayoría de las especies de plantas induciéndoles resistencia. El uso de endófitos elimina la dependencia de condiciones ambientales propias de los organismos de control biológico, ampliando el rango de condiciones a aquellas que sean adecuadas para la planta.

En ensayos de campo con plantas de pepino se ha encontrado que las plantas inoculadas con endófitos eran resistentes a varios organismos fitopatógenos y tenían mayores rendimientos que las plantas no inoculadas.

 

 

Fuentes: “Biodesinfección de suelos y manejo agronómico.” 2010. Ministerio de Medioambiente y Medio Rural Marino, Gobierno de España.