Conoce la fuerza detrás de la resistencia de fungicida

Onion vegetables growing in soil with white background

Los fungicidas han sido diseñados para controlar o destruir los hongos en los cultivos hortícolas. No obstante, en las últimas décadas existe evidencia de que los patógenos y las plagas están desarrollando resistencia a los fungicidas.

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Esta resistencia es preocupante, ya que los fungicidas pueden volverse menos efectivos o completamente inefectivos para el control de plagas y patógenos. Este artículo no es una guía práctica para contrarrestar la resistencia a los fungicidas, sino un documento que explora el concepto de la resistencia a los fungicidas y los problemas de los que deben estar conscientes los productores al aplicarlos en sus cultivos.

El comienzo de una resistencia

De acuerdo con un artículo académico sobre la resistencia a los fungicidas escrito por Paul Vincelli, fitopatólogo de la Universidad de Kentucky (EUA), el desarrollo de la resistencia a los fungicidas tiene los siguientes fundamentos: La resistencia sólo puede desarrollarse en poblaciones de esporas que tienen potencial genético para resistir a la enfermedad.

Normalmente, las esporas resistentes se encuentran presentes en números extremadamente bajos: una en un millón, o una en mil millones; sin embargo, eso es todo lo que se requiere para iniciar el proceso. La mayoría de las esporas fungosas mueren con las aspersiones de fungicidas. En caso de que algunas esporas resistentes sobrevivan al tratamiento, y las condiciones ambientales favorezcan el desarrollo de la enfermedad, las esporas sobrevivientes crecerán y producirán nuevos cultivos de esporas.

Estas nuevas esporas tendrán un porcentaje más elevado de esporas resistentes. El uso continuo del fungicida hará que esas esporas resistentes sean las seleccionadas para sobrevivir y desarrollar nuevos cultivos.

“La resistencia a los fungicidas ha sido un problema desde la década de los 70’s, cuando se desarrollaron nuevos grupos de fungicidas que tenían grandes ventajas sobre los anteriores: se distribuían mejor en los tejidos vegetales; tenían mucho más actividad; se requerían dosis mucho más bajas (lo cual con frecuencia implica que hay menos efectos colaterales y menor riesgo de toxicidad); y tenían un modo de acción mucho más específico, aunque este último aspecto representó el talón de Aquiles: ya que afectaban a un único y muy específico proceso del hongo, permitiendo que con el tiempo, el hongo llegara a encontrar la forma de evitar ser aniquilado,” explica Anton Baudoin, Profesor Asociado del Departamento de Fitopatología del tecnológico de Virginia.

Reajuste de formulaciones con el pasar del tiempo

“La resistencia a los fungicidas ha ido llegando en oleadas: se introduce un nuevo grupo de fungicidas, se desarrolla muy bien durante varios años y después empiezan a aparecer casos de resistencia de manera aislada, hasta que el grupo de fungicidas empieza a perder su atractivo y necesitamos regresar a reajustar nuestros programas de manejo de fungosis,” expresa Baudoin. “No podemos decir que el problema ha empeorado en el transcurso de las décadas; llega en oleadas, cuando la efectividad de un nuevo y sorprendente grupo empieza a desenvolverse. Por tal motivo hemos ido acumulando cada vez mayor número de materiales que alguna vez funcionaron bien contra un rango amplio de enfermedades y ahora solo funcionan en contra de unas cuantas.”

Siga las instrucciones

aspersor fungicida

La aplicación de fungicida en invernadero con un aspersor electroestático. Foto cortesía de USDA ARS Photo Service, departamento agrícola de Estados Unidos

“Es sumamente importante seguir las instrucciones de las etiquetas de cualquier producto de protección de cultivos; ¡además de ser una obligación legal!” destaca Keith Rucker, Especialista de Servicio Técnico de Operaciones de Campo en la Zona Sur (EUA) de Bayer Crop Science: “La etiqueta no sólo proporciona información importante sobre las dosis y los tiempos correctos de aplicación para controlar a las plagas, sino también incluyen recomendaciones que es preciso tomar en consideración para asegurarse de que el producto siga funcionando durante muchos años.”

“Aun cuando tenemos hojas técnicas simplificadas para muchos de nuestros productos, a fin de dar una referencia rápida sobre su uso; el usuario tiene la responsabilidad de tomarse el tiempo de leer y familiarizarse con la etiqueta y tenerla siempre a la mano para poder responder a cualquier pregunta sobre el producto,” comenta Rucker.

Mejores prácticas de uso

Baudoin añade: “las restricciones indicadas por la etiqueta pueden deberse a muchas razones, las cuales van desde proteger la integridad de los trabajadores, hasta reducir al mínimo el riesgo de producir residuos peligrosos; reducir el riesgo de dañar a los enemigos naturales y a los organismos que no son el objetivo, y reducir al mínimo el riesgo de desarrollar resistencia. Tal y como ocurre con los antibióticos en la medicina humana, el exceso de uso puede acelerar en gran medida el riesgo de desarrollo de resistencia.

En términos generales, mantener un número bajo de aplicaciones de un fungicida en particular (no más de dos o tres o pocas veces por ciclo agrícola); y establecer una rotación con diferentes fungicidas o mezclarlos con un segundo fungicida, son medidas que reducen el riesgo de desarrollo de resistencia, pero ninguna de ellas garantizará que no se presente tal resistencia,” explica Baudoin. “El problema es que la introducción a gran escala de un nuevo grupo de fungicidas es un experimento a gran escala.”

“Realizamos los ensayos con cierta información de trasfondo, pero realmente no sabemos si la resistencia se puede llegar a desarrollar con rapidez, lentamente, o si no se desarrollará. Pueden pasar varios años antes de obtener suficiente experiencia con un grupo en particular como para poder predecir su comportamiento y es muy frecuente que una vez que sabemos cómo se comportará, ya se desarrolló resistencia y tenemos que enfrentar el problema.”

Los productores necesitan alternar adecuadamente los fungicidas que tienen modos de acción específicos con materiales que tienen actividad en “sitios múltiples” (la capacidad de unirse a varios procesos biológicos dentro del organismo fungoso).

Necesario el manejo integrado

Rucker, de Bayer Crop Science, añade: “Las prácticas de manejo de resistencia son de extrema importancia para el productor y para los fabricantes de productos de protección de cultivos. Sin ellos, un producto, o incluso un grupo completo de productos con modo de acción similar pueden volverse completamente inefectivos para combatir una plaga con mucha rapidez. Los modos de acción de los fungicidas han sido agrupados por el Comité de Resistencia a los Fungicidas, en los Grupos FRAC que aparecen enunciados con claridad y en letras negritas al frente de todas las etiquetas y todos los envases.

Los productores siempre deben rotar los fungicidas con diferentes Grupos FRAC en cada aspersión, para asegurarse de que el trabajo de campo no esté siendo realizado por un solo modo de acción, lo cual lleva con rapidez al desarrollo de resistencia.”

Paquetes “combo” como opción

Los fabricantes están vendiendo productos en “combo” que contienen el nuevo fungicida específico con fungicidas que actúan en sitios múltiples. Esta práctica ayuda a los productores a realizar correctamente la mezcla en el tanque y a utilizar los materiales compatibles adecuados.

Es importante que el productor conozca las ventajas y desventajas de esos productos que se venden en paquetes “combo.”

Rucker explica que los productos “enlatados en combo” son una forma en la que los fabricantes están integrando las prácticas de manejo de resistencia en los productos que están desarrollando. La mayor ventaja de este método es que el productor está aplicando múltiples modos de acción con un solo producto, sin tener que mezclarlos en un tanque.

A pesar de que esto es un buen método para muchos cultivos y muchas enfermedades, un problema potencial puede ser que la plaga que está siendo tratada sea susceptible a un solo modo de acción de la mezcla.

En este caso, los productores pueden pensar que están utilizando buenas prácticas de manejo y en realidad sólo están utilizando un modo de acción en su tratamiento. Siempre es importante que los productores conozcan las plagas objetivo y los productos (así como los modos de acción) que sean más efectivos para combatirlas.

“Cada vez es más difícil desarrollar nuevos productos para la agricultura. Aun cuando hay muchos productos en el mercado en espera de ser descubiertos, se está volviendo más difícil encontrarlos, en especial por lo que se refiere a nuevos modos de acción,” añade dijo Rucker.

Reforzando las defensas naturales de la planta

Los fabricantes de fungicidas están conscientes de los retos y revisan cientos de miles de nuevos ingredientes activos. Sin embargo, encontrar materiales efectivos que también sean seguros para el medio ambiente, los trabajadores y los consumidores, es extremadamente complicado.

Tal y como lo comentó Rucker de Bayer Crop Science, “Actualmente, nuestra compañía requiere más de diez años de desarrollo y 200 millones de dólares de inversión para introducir un nuevo ingrediente activo al mercado, desde su descubrimiento hasta el desarrollo final.”

Un área de investigación prometedora que puede ayudar a responder los retos de la resistencia a los fungicidas es crear un producto que refuerce las defensas naturales de las plantas.

“De manera tradicional, las compañías que fabrican productos de protección vegetal se han concentrado en desarrollar fungicidas que puedan proteger a la planta directamente para evitar ser infectadas por un patógeno, o fungicidas que combatan a los patógenos, después de la infección. En años recientes, se han descubierto varios productos que en lugar de promover plantas más saludables, parecen combatir mejor a las plagas por sí mismos,” comenta Rucker.

Rucker menciona que Bayer Crop Science está desarrollando varios productos “biológicos”. “Mientras algunos de esos productos funcionan de manera eficaz en contra de las plagas, en la mayoría de los casos, los productos biológicos ofrecen cierto tipo de ‘escudo’ natural que protege a las plantas y las ayuda a estar más saludables para defenderse de los ataques de plagas. Esta es un área nueva sumamente interesante para la investigación, ya que no sabemos con exactitud cómo funcionan esos productos y estamos descubriendo cada vez más sobre ellos con cada año que transcurre.”

¿Control o manejo de enfermadad?

Las variedades vegetales genéticamente modificadas son otra opción con la que el productor no requiere invertir en la aplicación de otros materiales. En algunos casos, los productores tienen la oportunidad de aprovechar variedades resistentes que utilizan la resistencia genética a las enfermedades para controlarlas.

Con frecuencia, las personas que enfrentan problemas de resistencia a los fungicidas utilizan los términos de “control” o “manejo” de enfermedades vegetales; mientras los fitopatólogos consideran que estos términos pueden representar distintas técnicas que pueden ser utilizadas para enfrentar el reto que presenta la resistencia.

Rucker destaca: “El control de enfermedades se refiere de manera específica a la forma en la que funcionan ciertos productos para el control de una enfermedad específica.

A pesar de que esta información es muy importante, los productores deberían estar concentrándose en el concepto de manejo de la enfermedad. Ningún producto solo podrá controlar a una enfermedad al 100%, en especial cuando las condiciones ambientales son las adecuadas para el desarrollo de la enfermedad.

Al utilizar el concepto de manejo de enfermedad, los productores utilizarán un método en el que apliquen varios productos en tiempos diferentes, además de recurrir a otros elementos, como las prácticas de cultivo y las variedades resistentes para reducir al mínimo el daño que realiza una enfermedad en los campos de cultivo. Los programas de manejo de enfermedades deben considerar el manejo de la resistencia y estos programas difieren entre un campo y otro.”

Baudoin, del tecnológico de Virginia añade: “Desde las décadas de los 60s y los 70s, la mayoría de los fitopatólogos han preferido utilizar el término “manejo,” sin embargo, a nivel personal, no creo que sea tan importante. Para mí, el ‘mantener la situación bajo control’ no suena menos sofisticado que el término ‘manejo de la enfermedad.’

La idea atrás del cambio de términos es que queremos alejarnos de la idea de que una enfermedad pueda ser completamente erradicada, o incluso que tenga una meta similar; así como dirigirnos hacia la noción que las enfermedades deben mantenerse por debajo de los niveles dañinos, combinando varias prácticas y cuidando los costos, la durabilidad de los tratamientos y la reducción al mínimo de los efectos colaterales adversos. No obstante, pienso que las personas que utilizan el término ‘control,’ no necesariamente están menos conscientes de esas necesidades.”