Rábanos como opción para cultivos de cobertura

Rábanos de labranza

Sembrar rábanos como cultivos de cobertura no sólo proporciona a tu suelo los nutrientes necesarios, sino que también reduce la necesidad de labranza del suelo, requiriendo menos mantenimiento del mismo.

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Los rábanos blancos están convirtiéndose rápidamente en una opción popular como cultivo de cobertura en muchas zonas agrícolas de Estados Unidos. Los productores comienzan a ver los beneficios de este cultivo, el cual les ha permitido mejorar su suelo, al mismo tiempo que protegen el medio ambiente y evitan problemas tradicionalmente asociados a los cultivos de cobertura.

Compactación del suelo

Al poseer raíces primarias que pueden crecer varios metros de profundidad, los rábanos forrajeros perforan hoyos en el suelo, haciéndolo más ligero, y por ello se ha apodado a estos cultivos como “rábanos de labranza.” Este cultivo ha reportado a los productores múltiples beneficios:
  • Mitiga la compactación del suelo, reduciendo la necesidad de una labranza profunda
  • Elimina malezas, reportando ahorros en herbicidas/labranza
  • Mejora las camas de cultivo, ahorrando tiempo y permitiendo a los productores plantar más temprano en la primavera
  • Contribuye a la creación de materia orgánica, mejorando la calidad del suelo
  • Libera nitrógeno temprano en la temporada y aumenta la fertilidad del mantillo, ahorrando al productor dinero en fertilizantes
  • Reduce el lixiviado de nitrato, y con ello el impacto ambiental en el agua
  • Controla la erosión, reduciendo el impacto ambiental en el suelo
  • Reduce el escurrimiento y conserva el agua de lluvia

Trabajando a favor de tu suelo

“Las raíces profundas de este cultivo penetran múltiples capas de suelo compactado, con la parte inferior delgada de las raíces primarias alcanzando 2 metros de profundidad o más durante el otoño,” menciona Ray Weil, profesor de ciencias del suelo de la Universidad de Maryland, EUA.
 
“La parte superior más gruesa de estas raíces crece de 30 a 50 cm de largo, incluyendo de 5 a 15 cm sobre el suelo, creando orificios verticales y zonas débiles que quiebran la superficie del suelo compactada, y mejoran el labrado. Cuando muere el cultivo de cobertura y sus raíces se descomponen, los canales abiertos por sus raíces pueden ser utilizados por las raíces de cultivos subsiguientes para desarrollarse a través de los niveles de suelo compactado.”
 
Este proceso, llamado “bioperforación,” mejora el acceso de las raíces al agua en el subsuelo y hace al cultivo más resistente bajo condiciones de sequía.

Supresión de malezas

Rábanos forrajeros sembrados el 15 de septiembre producen un follaje abundante y espeso que prácticamente elimina la emergencia de malezas en otoño e invierno, resultando en una cama de cultivo casi libre de malezas a principios de primavera; sin embargo, esta supresión de malezas no se extiende a la temporada de verano.
 
Adicionalmente, debido a que los rábanos forrajeros liberan la superficie del suelo de malezas, el suelo de la cama perforado por los orificios de las raíces grandes y cubierto de rastrojos, se calienta y seca más rápido a principios de primavera que los suelos cubiertos con malezas de invierno o con un cultivo de cobertura.
 
“Un suelo más seco y caliente, en combinación con la eliminación de la necesidad de labranza, permite la siembra temprana en la primavera, lo cual puede hacer más efectiva la utilización de nitrógeno liberado por el residuo del rábano forrajero en primavera,” menciona Weil.

Fertilidad de la capa superficial del suelo

Los rábanos forrajeros capturan, almacenan y luego liberan los nutrientes de regreso al suelo, reduciendo la necesidad de aplicaciones de fertilizantes en cultivos de primavera.
 

“El rábano forrajero absorbe N en las capas superficial y profunda del suelo, almacenándolo en los tejidos cercanos a la superficie, con lo cual estará disponible para el próximo cultivo.”

Adicionalmente, el residuo de éstos se descompone rápidamente y libera nitrógeno temprano. Este hecho posee vital importancia en suelos arenosos, en los cuales se recomienda plantar tan temprano como sea posible a continuación del cultivo de rábano forrajero, para tomar ventaja del N adicional, antes de que éste sea lixiviado de la zona de la raíz.
 
De acuerdo a Weil, los rábanos forrajeros reciclan grandes cantidades de nitrógeno absorbidas del suelo en el otoño y pueden reducir la necesidad de fertilizante de N en la primavera.
 
“Debido a su excepcional sistema de raíces profundas, rápido crecimiento e intensa alimentación de nitrógeno, los rábanos forrajeros limpian la mayoría del N soluble presente en el suelo después de que los cultivos de verano hayan cesado de absorberlo, previniendo que un exceso de N sea lixiviado en aguas subterráneas durante temporadas no productivas,” menciona Weil.

Reducción de erosión y escurrimiento

En condiciones ideales, la densa mata de los rábanos forrajeros intercepta la lluvia, previniendo la erosión del suelo en primavera y verano. En la primavera, después de que los residuos de la superficie se hayan descompuesto por completo, se reduce el escurrimiento y la erosión debido a la multitud de perforaciones previamente hechas por las grandes raíces primarias de los rábanos. El agua de lluvia penetra en estos agujeros, eliminando el escurrimiento y atrapando el sedimento antes de que éste abandone el campo.
 
Adicionalmente, un buen cultivo de rábano forrajero agrega cantidades significativas de materia orgánica al suelo. Weil concluye que “se ha observado que la materia orgánica con actividad microbiana se incrementa después de haber cultivado rábanos forrajeros por varios años.”