Bioplaguicida combate plagas resistentes

Respuesta natural

En el mejor de los casos, un productor podría recorrer sus campos justo después de una generosa lluvia matutina, y prácticamente oí­r el sonido del crecimiento de sus cultivos. En el caso contrario, escucharí­a el sonido de los insectos devorando sus ganancias.

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Los programas tradicionales de plaguicidas han servido bien a los agricultores a través de los años y se espera que continúen proporcionando soluciones en el futuro. Sin embargo, estos programas proporcionan sólo una solución parcial a este reto fundamental. El desarrollo de poblaciones de insectos resistentes a plaguicidas se manifiesta como la respuesta de adaptación de la naturaleza a los productos sintéticos. Pero cada vez más productores utilizan bioplaguicidas, junto con los plaguicidas convencionales, como un medio eficaz de manejo de resistencia.

 

Ganando la partida

Cuando los plaguicidas sintéticos fueron introducidos por primera vez en los años 40, una gama de agroquímicos de alta efectividad erradicó plagas destructivas en campos, invernaderos y viveros, y los rendimientos florecieron. Sin embargo, no mucho después, la naturaleza comenzó a contraatacar. Surgieron poblaciones de plagas resistentes que transformaron plaguicidas efectivos hasta la fecha, en inútiles. A medida que nuevos plaguicidas se lanzan al mercado, muchos de ellos con actividad contra plagas muy específicas, las estrategias de manejo de resistencia se convierten en una parte, más fundamental si cabe, de las ganancias de la operación a largo plazo.

 

¿Cuán serio es el problema?

Entre 1950 y 2000, la incidencia de nuevos casos de resistencia a plaguicidas contra artrópodos en Estados Unidos fluctuaba entre 50 y 150 casos nuevos por año. Según la Organización para la Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés), al menos 520 insectos y ácaros, 150 enfermedades de plantas y 113 tipos de malezas son ahora resistentes a plaguicidas creados para su control.

La resistencia de plagas a los plaguicidas ha costado a la agricultura mundial un valor incalculable (unos mil quinientos millones de dólares anuales en EUA) en incremento de costos de plaguicidas y reducción de rendimientos.

 

La solución de los bioplaguicidas

Afortunadamente, la ciencia responde al desafio. Hoy, la mayorí­a de los productores practican rotación de diferentes combinaciones de agroquí­micos tradicionales, de diferentes clasificaciones quí­micas, reservando sus favoritos para etapas de producción claves cuando los necesitan.

Muchos agricultores establecen además zonas de refugio lotes pequeños sin tratamiento, próximos a grandes zonas tratadas con la esperanza de que las plagas vulnerables a los plaguicidas migrarán hacia los refugios. Esto asegura que la mayor parte del cultivo no sea dañado por las plagas, y que sus generaciones futuras todaví­a sean vulnerables a los plaguicidas tradicionales.

Las estadí­sticas muestran que mayor número de productores de éxito han adoptado lo que posiblemente sea la solución más eficaz: la incorporación de bioplaguicidas sustancias de ocurrencia natural o similares, microorganismos y productos bioquí­micos generados en la naturaleza en sus programas de manejo de resistencia.

“Creo que el mundo se está percatando de que los bioplaguicidas son una manera altamente eficaz de combatir la resistencia,” afirma el Dr. Randy Martin, director de desarrollo de producto en BioWorks, Inc. de Fairport, Nueva Cork. BioWorks es miembro de Biopesticide Industry Alliance (BPIA, por sus siglas en inglés), un grupo que representa a compañí­as del prometedor mercado de plaguicidas.

Los bioplaguicidas (“biológicos” o “biorracionales”) pueden utilizarse eficazmente en solitario o en combinación en tanque con plaguicidas tradicionales para una prevención de resistencia agregada. Al contrario que los plaguicidas sintéticos, que normalmente usan rutas bioquímicas específicas para matar sus plagas objetivo, los bioplaguicidas suelen combatir las plagas utilizando múltiples modos de acción que difieren de aquellos de los agroquí­micos tradicionales, y los convierte en menos susceptibles a la ocurrencia de resistencia.

“Todo consiste en los modos de acción,” explica Martin. “Los plaguicidas sintéticos se concentran en un aspecto” una proteína, un gen. Cuando una plaga desarrolla resistencia a cierta quí­mica, el agroquí­mico fracasa. Los bioplaguicidas normalmente abarcan varios aspectos e incluyen varios modos de acción. Incluso si una de sus acciones fallara, habrá otra que la respalde.”

 

Conciencia creciente

Mientras la concienciación acerca de los plaguicidas continúa creciendo, ya existen bases en regiones donde la presión de insectos es extremadamente alta.

En algunas áreas, prácticamente el 100% de cultivos tales como tomate, pimientos, lechuga, uvas o arroz reciben al menos una aplicación de un bioplaguicida por temporada como parte del tratamiento estándar. Encabezando la lista se encuentra el más conocido a nivel mundial, Bacillus thuringiensis (Bt). Este elemento, que controla eficazmente plagas de lepidópteros ha sido reconocido desde hace tiempo como una importante herramienta en el manejo de resistencia.

Mike Donaldson, presidente de Valent Biosciences Corporation y miembro fundador de BPIA, declara que cada vez más productores comienzan a comprender el valor de los bioplaguicidas en un programa de control total de plagas. Los bioplaguicidas trabajan para alargar la vida útil de los productos utilizados para controlar plagas, y no están diseñados para reemplazar a los agroquímicos tradicionales.

 

“Los productores se están dando cuenta de que al utilizar combinaciones de productos biorracionales y tradicionales para controlar plagas, están, no sólo incrementando la productividad, sino que lo hacen a un costo total más reducido en el largo plazo. Además, mantienen una gama de productos sustentables con múltiples modos de acción que pueden ser utilizados en el futuro en sus programas de manejo de la resistencia. Están observando evidencias de que los plaguicidas contribuyen a alargar la vida útil de sus agroquí­micos tradicionales.”