La industria agrícola lidiando con problemas de inocuidad alimentaria

El mes pasado visité mi país de origen, España. Este viaje anual, con la consabida dosis de sensación agriculce inherente a todo emigrante, siempre me aporta algún nuevo hallazgo. Pero en esta ocasión, regresé con algo bastante menos sabroso que el jamón serrano que suelo ocultar en mi equipaje.

Y hablando de sabores, permítanme citar en la zona agria, la masiva huelga de transportistas y pescadores que paralizaron aquel país, debido a la subida en precios de los combustibles. Y en la dulce, los encuentros con familia y amigos, los recorridos a mis parajes preferidos, la apertura de la Expo del Agua en Zaragoza, y como no, ¡la victoria de la selección española en la Eurocopa!

Publicidad

Por cierto, seguro que esta hazaña futbolera habrá venido bien a más de uno, para alejar las nubes negras de la crisis. Pero ¡qué digo? ¡Si en España no hay crisis! Ésta ha sido la mayor revelación de mi viaje. Tomen nota de lo que explico a continuación y aplíquenla a sus situaciones financieras particulares.

Un famoso político compatriota ha optado por la lingüística para dirigir los derroteros de mí país. Así, se refiere a la precaria situación económica actual como “escenario de dificultad,” “periodo de ajuste fuerte,” o “desaceleración profunda de la economía,” entre otros términos igual de eufemísticos. Pero ha prohibido a sus partidarios mencionar la palabra “crisis.”

Tras la perplejidad inicial ante tal ejemplo de negación de lo evidente, pasé a la reflexión. No pude evitar pensar en los últimos acontecimientos relativos a los brotes de enfermedad en productos agrícolas frescos. Y sobre todo, en la mejor manera de enfrentarse a la crisis — un periodo por el que toda persona, entidad o pueblo ha de pasar, en más de una ocasión.

Algunos expertos definen “crisis,” a nivel empresarial, como “cualquier situación que amenaza la integridad de la compañía, normalmente surgida de una atención adversa o negativa de los medios.” O también, como “una situación en la cual según la percepción de los medios o de la opinión publica su empresa no reaccionó al problema en la manera apropiada.”

Las mismas fuentes aconsejan crear un equipo de comunicación de crisis para desarrollar un plan de acción y restablecer cuanto antes la credibilidad y confianza ante audiencias internas y externas.

Más fácil decirlo que hacerlo, pero no carente de sentido, ya que numerosos problemas de inocuidad alimentaria trascienden a base de rumores. Al final, el consumidor ha de decidir, basado no siempre en argumentos reales o fidedignos.

Si algo hemos aprendido del pasado es que la mejor manera de acometer una situación de crisis es evitarla en primer lugar (con medidas preventivas que formen parte de la cultura de empresa), tratar de resolverla rápidamente antes de que se multiplique, y buscar las vías para convertirla en una oportunidad.

Sé que pensar en oportunidades suena difícil en estos momentos, pero piensen en los beneficios de buscar la asociación con otros productores, o con las autoridades locales; en la creación de algún organismo regulatorio que les apoye en el futuro, o en la mejora de su sistema de control de calidad para poder demostrar con papeles ante las autoridades sanitarias, sus compradores, el consumidor y los medios de comunicación, lo que para ustedes quizás sea evidente.

Nos guste o no la palabra, la crisis está aquí para quedarse una buena temporada y así debemos asumirlo. Por eso, durante el Congreso Internacional del Tomate en Leon, Gto., discutiremos estos asuntos de frente, sin maquillaje ni filtros lingüísticos, porque así es como se encuentran las soluciones.

Reho es la Editora del Grupo Horticultura de Meister Media Worldwide