Los micronutrientes como la clave para mejores rendimientos

La ciencia ha identificado 17 nutrientes esenciales para un crecimiento vegetal saludable. 8 de esos nutrientes se requieren en cantidades pequeñas (boro, cloro, cobre, hierro, manganeso, molibdeno, níquel y zinc), también conocidos como micronutrientes. Además hay otros elementos benéficos, más no esenciales que incluyen el cobalto, el silicio, el selenio, el vanadio, etc.

Algunas veces los micronutrientes son relegados a un segundo plano; sin embargo son la llave para el aprovechamiento de otros nutrientes y por ende para el crecimiento, desarrollo y rendimiento vegetal.

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Es bien sabido que los micronutrientes desempeñan muchos roles complejos en el desarrollo y salud de las plantas.  Los micronutrientes promueven el crecimiento vigoroso y estable de cultivos que producen mayores rendimientos y tienen mejor calidad de cosecha, al aumentar al máximo el potencial genético de las plantas.  En especial, su presencia puede tener gran impacto sobre el desarrollo radicular, el amarre de los frutos y el llenado de los granos, así como viabilidad de las semillas, el vigor y la salud de las plantas.

La deficiencia o toxicidad de micronutrientes puede dar como resultado achaparramiento, bajos rendimientos, acronecrósis e incluso muerte de las plantas. Los micronutrientes también benefician a las plantas indirectamente a permitirles alimentarse de microorganismos que habitan en el suelo y que tienen un papel importante en los diversos ciclos de nutrientes dentro del sistema suelo-raíz.

Actualmente hay gran cantidad de evidencia sobre cultivos que crecen en suelos con bajos niveles de micronutrientes y no proveen los niveles adecuados de ciertos elementos requeridos por el ser humano, aun cuando los cultivos no muestren señales visibles de deficiencia.  En el 2000 el Reporte Mundial de la Salud identificó la deficiencia de hierro y de zinc entre los riesgos más graves a la salud humana.  Se sabe o se sospecha que la mala nutrición por carencia de micronutrientes contribuye al desarrollo de un amplio rango de padecimientos, incluyendo menor resistencia a las infecciones, discapacidades relacionadas con el aprendizaje y menor desarrollo y crecimiento en los infantes y los niños.

La Relación con el Suelo

Los micronutrientes se presentan de manera natural en los minerales del suelo que se descomponen gradualmente a partir de minerales de roca y son liberados en formas aprovechables para las plantas.  La disponibilidad es un concepto de vital importancia, ya que los suelos pueden contener micronutrientes, pero tal vez no esté en formas en las que las que las raíces puedan absorberlos.    Las características físicas del suelo y las condiciones ambientales desempeñan roles esenciales en la forma y el tiempo en el que los nutrientes, en especial los micronutrientes, están disponibles para las plantas.

Por ejemplo, la lixiviación de ácido puede eliminar micronutrientes del suelo, tal y como lo hace el cultivo intensivo. De la misma forma, el uso excesivo de fertilizantes fosfatados puede disminuir la disponibilidad de algunos micronutrientes, en particular el hierro y el zinc.

En otros casos, los extremos en el pH del suelo pueden dar resultar en menor disponibilidad de micronutrientes, o incluso pueden producir toxicidad.  La mayoría de las plantas tienen un rango de pH “ideal” en el que los micronutrientes del suelo son lo suficientemente solubles para satisfacer las necesidades de las plantas sin ser tan solubles como para volverse tóxicos.

El suelo en sí también es importante.  Los suelos que tienen muy bajo o muy alto contenido de materia orgánica, con textura arenosa; así como los suelos de arcilla pesada pueden producir desequilibrio de micronutrientes. La erosión del suelo puede arrastrar el humus y la materia orgánica que contienen los nutrientes. Los suelos fríos y húmedos pueden hacer más lento o impedir el desarrollo de las raíces.

Debido a que se requieren micronutrientes en muy pequeñas cantidades para una nutrición adecuada, el rango entre “suficientes” micronutrientes y “demasiados “micronutrientes es mucho más estrecho en el caso de los macronutrientes.  La toxicidad por micronutrientes puede dañar o retardar el crecimiento de las plantas y afectar los rendimientos; sin embargo la toxicidad rara vez proviene del exceso de fertilización. En realidad la fitotoxicidad por micronutrientes está asociada con fuentes de contaminación como la aplicación constante de agua y lodos residuales; y la aplicación excesiva de fungicidas base cobre o zinc. El agua de riego contaminada también puede ser una fuente de fitotoxicidad por micronutrientes.

Deficiencias Comunes

Algunos cultivos y tipos de suelos son más propensos a ciertos tipos de deficiencias de micronutrientes que otros. Por ejemplo, la deficiencia de boro en alfalfa, la deficiencia de cobre en trigo, maíz y soya; y la deficiencia de molibdeno en soya.

Las deficiencias de zinc ocurren con frecuencia en suelos erosionados con alto contenido de fósforo, suelos de textura arenosa, con pH elevado y suelos calcáreos. Los suelos mal drenados también pueden presentar esta deficiencia.

Algunos de los síntomas más comunes ante los que es preciso estar atentos es el achaparramiento, retraso en la maduración, hojas con amarillamiento o marchitez (en especial las hojas jóvenes), puntos de crecimiento muertos y aumento en las enfermedades radiculares. Estos síntomas ocurren con frecuencia en parches irregulares dentro de los campos y pueden presentar una apariencia de estar siendo afectados por sequía.  Recuerden que algunas veces las plantas tienen “hambre oculta” de micronutrientes, en cuyo caso los cultivos no muestran síntomas visibles pero se obtienen menores rendimientos en la cosecha.

Aun cuando los síntomas visibles y las condiciones de suelos sospechosas pueden elevar la posibilidad de deficiencias de micronutrientes, el mejor método para identificar un problema y poner en práctica una solución viable es el análisis periódico de suelo y tejido vegetal.  Los laboratorios y los departamentos de extensionismo locales pueden orientar a los productores en el uso de esos análisis, sin embargo ambos tienen fortalezas y limitaciones.

El análisis de suelo solo puede medir la cantidad de nutrientes presentes mediante métodos analíticos; no mide los niveles totales ni su disponibilidad para las plantas. Al combinar un análisis anual de suelo con el análisis periódico de tejido vegetal, los distribuidores y los productores pueden definir las proporciones de nutrientes existentes y dar un diagnóstico más exacto de las probables deficiencias, así como elegir la mejor receta para contrarrestarlas.

El tiempo también es un elemento importante. Los análisis realizados durante las etapas tempranas y a mediados del ciclo de crecimiento vegetal, pueden dar tiempo para corregir cualquier problema; sin embargo las muestras de tejido tomadas durante las últimas etapas de crecimiento sirven para determinar las acciones correctivas para el siguiente cultivo.

Si creen tener un problema, tomen muestras de las plantas y del suelo tanto de áreas afectadas como de áreas sin problemas. La comparación de los resultados de ambos análisis les dará mejor idea del problema y de las medidas que deberán poner en práctica.

Considerando los métodos de aplicación

El método de aplicación depende del productor, ya que puede aplicar el producto directamente al suelo (en banda o como abono lateral); directamente a la superficie de la planta (por aspersión foliar), o mediante el agua de riego (fertirriego). La aplicación convencional de fertilizantes al suelo es la práctica más común antes de la siembra y se utiliza equipo agrícola para esparcir o asperjar el material en el suelo.  Durante la siembra o después de la emergencia, es común utilizar nutrientes líquidos o granulados aplicados en banda o como abono lateral.  La fertilización aplicada al suelo lleva los nutrientes directamente al suelo, en donde pueden ser regulados y almacenados para después ser suministrados al cultivo conforme se vayan requiriendo.

Por otro lado, el fertirriego ofrece la ventaja adicional de aplicar nutrientes en los períodos críticos del cultivo en cuanto a demanda hídrica, con lo cual llegan al suelo y también pueden penetrar las hojas sin el riesgo de utilizar equipo agrícola que compacte el suelo o dañe las plantas (también llamado “tizón de hierro”). Una de las desventajas de este sistema es que algunos fertilizantes pueden producir corrosión, pueden obstruir el equipo de riego, o los productores pueden requerir invertir en equipo especializado para el sistema de riego.

Las aspersiones foliares también sirven para aplicar micronutrientes. Las fuentes de alta calidad de micronutrientes pueden permear y diseminarse en toda la superficie de las hojas. Las ventajas de la aspersión foliar es que se logra una aplicación uniforme en todo el campo con bastante facilidad; las dosis de aplicación de nutrientes por este medio son menores a las dosis utilizadas en el suelo; los nutrientes pueden ser combinados con otros productos de protección de cultivos para reducir los costos de aplicación y la respuesta ante los nutrientes aplicados puede ser casi inmediata. Por lo tanto, las deficiencias de micronutrientes identificadas durante el ciclo de crecimiento pueden ser corregidas con facilidad.

Un beneficio adicional es que las aplicaciones foliares sirven para mejorar cualquier limitación de disponibilidad de nutrientes en el suelo debido a problemas de pH.  Sin embargo, las aspersiones foliares pueden ser poco efectivas en plantas jóvenes que tienen menor superficie foliar; pueden quemar las hojas si las aspersiones tienen demasiada concentración de sal y pueden tener poco efecto residual como para reabastecer el suelo de nutrientes para la siguiente época de siembra.

Desarrollando un plan de micronutrientes

Es importante tener un plan integral para el manejo de micronutrientes a fin de obtener los mejores rendimientos posibles, conforme a la inversión y a los esfuerzos adicionales que se realicen.  Recuerden, si permiten que las deficiencias de micronutrientes se conviertan en un factor limitante para el desarrollo de sus cultivos, también limitarán o desperdiciarán el agua de riego adicional, los fertilizantes con macronutrientes y el resto de los recursos y tiempo que inviertan.

La planificación inicia sabiendo cuáles de sus campos y cuáles de sus cultivos son más susceptibles a sufrir deficiencias de macronutrientes y para ello es preciso realizar de manera rutinaria análisis de suelo y de tejido vegetal.  Una vez que hayan identificado y tratado con éxito los problemas, mantengan registros de las medidas aplicadas, para utilizar esa información como referencia en el futuro. Asimismo, es esencial monitorear de manera continua sus campos de cultivo para detectar problemas de micronutrientes potenciales. Deben estar conscientes de cualquier condición especial ya sea ambiental o física que pueda llegar a afectar la disponibilidad de los micronutrientes en sus campos de cultivo.

Las necesidades de micronutrientes varían con el tipo de suelo, el cultivo sembrado, la fuente disponible de nutrientes y si el cultivo está bajo temporal o bajo riego.  Si desean recomendaciones más específicas, utilicen los recursos que tienen a nivel local y revisen los resultados de los análisis de suelo y tejido vegetal junto con un extensionista o con un especialista técnico (de su proveedor. Es importante encontrar las mejores soluciones de micronutrientes, incluyendo las cantidades y el tiempo de aplicación adecuado, para lograr un equilibrio saludable de todos los nutrientes que se requieren para obtener cultivos vigorosos que produzcan los rendimientos óptimos.