La innovación agrícola mexicana del pasado, presente y futuro

La civilización azteca, quizás la más sofisticada de las épocas prehispánicas en el Nuevo Mundo, pudo establecerse en lo que ahora conocemos como la Ciudad de México con una población concentrada que no existía en otros lugares del continente. ¿A qué se debió su capacidad para sostener a una población tan grande? No sería posible empezar a dar una respuesta a esta pregunta antropológica sin comenzar con la innovación agrícola. Las preservadas chinampas de Xochimilco sirven como uno de los últimos vestigios restantes de dicha innovación, y conmemoran el legado inigualado de la agricultura mexicana.

Los antropólogos de las sociedades antiguas han postulado que los rendimientos en la cultivación de las chinampas eran mucho más elevados que otras civilizaciones de la misma época y permitían hasta siete cosechas en un sólo año. En el traslado de aproximadamente 850 años desde la implementación de las chinampas, con todas las transformaciones del mundo, nuestra alimentación todavía depende de la innovación agrícola y nuestra dieta tiene varios alimentos en común con la de esta época antigua. A la Unesco les fue fácil concluir que los alimentos mexicanos forman parte del patrimonio de no sólo este país, pero de toda la humanidad.

Publicidad

Esta herencia incluye varios cultivos a los cuales nos seguimos dedicando, como lo son el aguacate, jitomate, frijol, chiles, calabaza, camote, entre muchos más. Del suelo de estas tierras nacen los alimentos que daban, están dando y darán el buen sustento que los habitantes de este planeta cada vez más poblado necesitan.

Como equipo editorial, resaltamos los varios componentes que forman la innovación de hoy y el futuro, desde la fertilización equilibrada y eficiente hasta la aplicación de productos únicos que son más suaves para el suelo y el medio ambiente. Sin olvidar del legado de nuestros antepasados, las contribuciones a esta industria me confirman que el futuro trae consigo la promesa de mayor innovación en el entorno agrícola para este país.

 

 

 

Crédito de la foto de portada: Kristi Noller