Técnicas para su producción

 

Las exigencias cualitativas de los mercados actuales de hortalizas y frutas obligan a los productores a emplear técnicas cada vez más ingeniosas y sofisticadas.
 
Seleccionar sistemas e insumos adecuados a la región productora, al nivel de tecnología requerido y al presupuesto individual es una tarea ardua. Es duro modificar técnicas acaso aplicadas por temporadas e incluso generaciones. Pero ¿cuál dirían que es el elemento del sistema más difícil de cambiar? Nada menos que el elemento humano. Veamos algunos ejemplos.
 
 
Recientemente el grupo de investigación en producción vegetal de sistema de cultivos mediterráneos de la Universidad de Almería (España) reveló los resultados de una de sus múltiples líneas de investigación. Los estudios de este grupo, en virtud de su reconocido compromiso con el ambiente, se encaminaban a transformar residuos en recursos para la industria de agricultura protegida.
 
El objetivo principal de uno de dichos proyectos se orienta al desarrollo de aplicaciones agrícolas — fungicidas y enmiendas orgánicas del suelo — para vinaza y para residuos de glicerina generados y acumulados en la producción de biodiesel. En el caso de la vinaza (residuo agroindustrial obtenido en la producción y destilación del vino), los científicos observaron la posibilidad de reducir los tratamientos de fertilización y fitosanitarios convencionales en cultivo de pepino, mientras se mantenía el nivel de producción y la calidad de frutos.
 
 
Otro de los esfuerzos realizados por el grupo de investigación es el fomento del proceso de biofumigación. Esta técnica consiste en enterrar los rastrojos, sanos o enfermos, al final de la cosecha en el suelo de cultivo, y regar hasta la saturación del sustrato. Con el calor latente del invernadero, las temperaturas del verano y la humedad proporcionada, el material vegetal fermenta y mueren los organismos patógenos mientras el suelo se enriquece con nutrientes. Si se trata de cultivos sin suelo, el material vegetal se cubre con una capa de plástico.
 
 
Estas técnicas biorracionales, de aplicación relativamente fácil y probados resultados, se han topado con la reticencia de muchos productores en la región mediterránea. Esto no es difícil de comprender si tenemos en cuenta los riesgos económicos que implicaría un pequeño fallo en estos sistemas nuevos.
 
 
Los productores mexicanos, según nos cuentan reconocidos proveedores de agroinsumos con actividad comercial en varios países, se desvían bastante del estereotipo. De hecho, se encuentran entre los más receptivos a la adopción de nuevas tendencias en la industria.
 
 
Durante nuestras visitas a varias operaciones agrícolas y eventos de la industria en los últimos meses, hemos tenido la oportunidad de comprobar in situ esta teoría. Por eso, me complace anunciar la publicación de una serie de reportajes dedicados a mostrar la aplicación de sistemas innovadores para afrontar con éxito la crisis actual.
 
 
 

 

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Reho es la Editora del Grupo Horticultura de Meister Media Worldwide