Producción de hortalizas en Jamaica

El país que vio nacer al inmortal Bob Marley, me enseñó varias cosas que me interesaría compartir, porque en este foro creo que muchos de nosotros percibimos la calidad de las hortalizas como un aspecto ligado a la calidad de vida, a la cultura de las naciones. 

Por tres semanas estuve en Jamaica como parte de un programa de asistencia a pequeños productores de corte orgánico que tienen como mercado meta los hoteles tipo resort de la zonas más turísticas del oeste de la isla. En ese tiempo, pude compartir múltiples experiencias, algunas de las cuales me gustaría describir brevemente en esta columna.

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Cabras, turistas y jabón

Con solamente 2.5 millones de población, Jamaica recibe más de tres millones de turistas al año, muchos de los cuales exigen alta calidad de frutas y hortalizas. Curiosamente, también hay más de tres millones de cabras en esta isla. Estos animales sirven como fuente de carne y leche, pero también son muy utilizadas para remover malezas de los campos.

El producto hortícola local vendido en supermercados es usualmente más pequeño, pero — según claman algunos — es de mejor calidad en muchos casos, porque su sabor es diferente, y porque muchos provienen de zonas con pocos abusos de pesticidas y donde esas hortalizas han crecido en “armonía con la naturaleza.”

Tuve la oportunidad de hospedarme en la casa de dos productores de hortalizas, ambos muy metidos dentro de la “nota” ecológica y el contacto con la naturaleza — tanto así, que uno de ellos construyó el inodoro en el medio del bosque, sin ninguna pared que impida la interacción con la naturaleza. Sin paredes y con sólo tres galones de agua se debía tomar el baño en ese lugar.

Por supuesto que la primera vez me fue difícil, sobre todo por no saber medir bien la cantidad de jabón y champú que se debía utilizar para tan reducida cantidad de agua. El agua utilizada para quehaceres domésticos y para el riego de plantas es en muchas áreas recolectada con la lluvia de los meses de mayo a noviembre.

 

Trascendiendo lo cotidiano

El clamor por una mejor calidad de vida se remonta a la historia de Jamaica, un lugar donde las personas se resistieron a la esclavitud en muchas ocasiones. Resalta el caso de los maroons (por la palabra española “cimarrón”), que huyeron para instalarse en las montañas de la isla. Desde entonces, es usual observar movimientos hacia el “sí se puede.” El equipo de Bobsled (deslizamiento en nieve) de Jamaica en los juegos Olímpicos de invierno, donde nunca cae nieve, es un ejemplo de la motivación por trascender en situaciones difíciles.

Es de admirar que muchos jamaicanos parecen estar listos a romper paradigmas en lo cotidiano. Los colores verde, amarillo y negro de la bandera nacional, se exhiben como parte de la marcas, siendo impresos en todos los productos con algún tipo de procesamiento, desde las salsas con chile scotch bonnet, hasta los vinos de carambola, jengibre o combinación de múltiples raíces. Otros productos muy típicos incluyen el fruto de ackee, que es tóxico previo a ser hervido y preparado con un tipo de pescado.

La cerveza de jengibre que — a pesar de no tener alcohol — es tan fuerte que incluso los nativos no toman más que un pequeño vaso. El famoso “jengibre azul,” es sin duda más potente que otras variedades más arraigadas en otros países. Bammy, un producto procesado  basado en la raíz de yuca, es usual para acompañar ciertas comidas. Éste lo comparé con el pan italiano usado para las bruschetas, o con tortillas, debido a la manera en que algunas veces se sirve. Acepté un refresco de sorrel sin percatarme que era lo conocemos como fresco de Jamaica.

No faltó más de una invitación para adquirir la legendaria y polémica hierba Cannabis sativa. En las zonas turísticas, los ofrecimientos son tan frecuentes (pero siempre respetuosos), que pareciera que esta hierba fuera legal en el país, cuando en realidad no lo es. De hecho, uno de los diseños más vistos en camisetas dice “¡Legalícenla!,” en clara alusión a la marijuana.

 

Gozando de la producción local

Acompañado por uno de los productores de hortalizas del proyecto, tuve la oportunidad de cenar y entrevistarme con el chef de uno de los restaurantes exclusivos de la zona hotelera. Mis preguntas hacia esta persona fueron en gran parte dirigidas a entender qué tipo de hortalizas prefería para su negocio.

Ahondó en lo que muchos esperarían, como es que las hortalizas deben lucir bien frescas, y que tengan buena vida de anaquel en el refrigerador.

También me comentó que en restaurantes de ese nivel, se espera mayor diversidad de hortalizas insólitas, como podrían ser algunos minivegetales.

Sin embargo, también expresó algo que no me esperaba — él cree mucho en el valor agregado de una hortaliza por conocer al productor, por saber que la tierra donde se produjo está en la misma región, porque las hortalizas trasmiten la energía de quién las cultiva y de dónde se cultivan.

No podía dejar pasar la oportunidad de visitar la playa de Negril para asistir a un concierto de Reggae, donde la música inspiradora de algunos de los más importantes cantantes del momento deleitaron a la multitud.

En ese mismo escenario una de las estrellas rastafaris proclamó que “el futuro de esa isla — y del mundo — es consumir más frutas y hortalizas.”

¡Vaya que me sonó bien eso!

Fonseca es especialista en hortalizas y tecnología poscosecha, ha laborado para la Universidad de Arizona, EUA y ha sido consultor en tecnología poscosecha en EUA y en diferentes países de Latinoamérica (República Dominicana, Panamá, Costa Rica y México).