Opciones para el manejo tu producción

John camina lentamente por el surco, entre las cebollas, cara al horizonte. De repente se detiene, se agacha, alarga la mano y estruja con deleite un puñado de la tierra que mima el cultivo, la huele, y se la lleva a la boca. “La tierra sabe bien hoy,” dice sonriendo a la cámara.

El documental muestra, en forma tragicómica y autobiográfica, los avatares reales de un productor que no encaja en su comunidad. Así conocemos a John, un simple granjero de Illinois, EUA. O quizás no tan simple.

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Verán, John, como muchos de ustedes, se cría en un rancho que sus abuelos habían adquirido durante la Depresión del ‘29. Crece combinando escuela con labores de granja; viajes a México, con rodaje de películas de bajo presupuesto, y música de Rock, con rugidos de tractor.

Cuando su padre fallece, intenta con tesón e ideas progresistas mantener la operación a flote, pero en pocos años, bancos y prestamistas devoran el grano. La granja de John es sólo una de tantas, sobre cuya tierra fértil, antaño rebosante de ganado, trigo, maíz y soya, se siembran complejos residenciales y carreteras.

Mientras tanto, un grupo de mujeres en Japón, hartas de la creciente importación de alimentos en su país, y de la consecuente disminución de la comunidad de agricultores, inician una relación de compra-venta directa entre su grupo y los granjeros locales.

Este concepto llamado “teikei,” que se traduce como “poner la cara del granjero en los alimentos,” trasciende y viaja a Europa. Finalmente, una adaptación de esta relación de negocios cruza el charco bajo el nombre de Agricultura Sostenida por la Comunidad (CSA).

¿Donde se ha quedado John el granjero? La mayoría de sus vecinos ya han emigrado a la ciudad, o vendido sus tierras para pagar las deudas. Pero John, por si no lo han notado, es diferente. En los pocos acres que le quedan, emprende una operación de producción orgánica de hortalizas.

Acostumbrado a cultivos extensivos y plaguicidas, se desconcierta ante los diferentes ritmos de tomates, chiles y pepinos, mientras insectos y zacate devoran sus sueños. Los pocos frutos que sobreviven descansan soñolientos en un supermercado de Chicago con la pintoresca etiqueta de “Angelic Organics.” (www.angelicorganics.com)

Y entonces John recibe una llamada telefónica: “¿Un productor orgánico en el medio oeste, compitiendo con los gigantes californianos? ¿Interesado en dirigir una CSA? ¿Y eso qué es?,” pregunta escéptico.

Las CSA u operaciones de Agricultura Sostenida por la Comunidad son asociaciones de acuerdo mutuo entre una operación agropecuaria y una comunidad de contribuyentes.

Los clientes pagan por adelantado o mensualmente por la cosecha, y reciben semanalmente en sus domicilios los frutos del trabajo de los productores locales.

En algunas agrupaciones, algunos contribuyentes trabajan voluntariamente o por convenio en la granja. Y además reciben boletines de noticias, recetas, tienen derecho a visitas periódicas y participan en algunas decisiones de producción.

Finalmente, John accede a participar en el negocio y todo cobra sentido. Los consumidores satisfechos, la tendencia orgánica, la “cara” del productor en los alimentos, la conexión directa de la tierra al consumidor, sin intermediarios; la oportunidad.

John podría ser usted. Actualmente existen más de 1,500 operaciones de Agricultura Sostenida por la Comunidad entre Estados Unidos y Canadá. Muy pronto México podría seguirles.

Reho es la Editora del Grupo Horticultura de Meister Media Worldwide