Melones en Michoacán

Melones en Michoacán

En una visita a la región melonera de Apatzingan, Michoacán, observamos que además de cuidar las condiciones del suelo y drenaje — factores que causaron serios estragos a la producción en años recientes — los productores muestran ahora gran interés en la floración, la cual está directamente relacionada con los parámetros del clima y la nutrición.

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Otro de los aspectos relevantes es el nivel de luminosidad, el cual influye también en el desarrollo de la planta y la inducción floral. Y por último, la adopción cada vez más frecuente de los sistemas de fertirrigación, para aplicar gradualmente los nutrientes y monitorear la temperatura para identificar los momentos más adecuados de aporte de nutrientes.

En suma, los productores de Apatzingan consideran que la calidad del melón depende en gran medida del monitoreo del clima y la luminosidad, para hacer el ajuste de los riegos y la nutrición, y obtener un mayor rendimiento y calidad de los frutos. A continuación revisamos los puntos clave para alcanzar estos objetivos.

 

Suelo y riegos

Aunque el melón se adapta a suelos arenosos, en general gusta de suelos fér­tiles y bien drenados, con elevado porcentaje de materia orgánica. Es relativamente tolerante a la salinidad del suelo y del agua de riego, pero cuando ésta posee una CE elevada se producen problemas de crecimiento y reducción del rendimiento.

Antes se sembraba melón en suelos arenosos, pero ahora hay una tendencia a mejorar el contenido de materia orgánica para disponer de suelos más profundos, mullidos, bien drenados, con buena aireación, y pH entre 6 y 7.

El cultivo es muy exigente en cuanto a drenaje, ya que el encharcamiento produce asfixia radicular y podredumbre en frutos. Posee tolerancia moderada a salinidad, tanto del suelo (CE 2.2 dS/m) como del agua de riego (CE 1.5 dS/m), aunque cada incremento en una unidad sobre la CE del suelo, supone una reducción del 5% de la producción. Por otra parte, es muy sensible a carencias nutricionales, con marcados problemas por exceso y defecto de microelementos.

 

Empleo de agua

Con relación a los riegos, el cultivo es poco exigente, pero necesita que sean ligeros y constantes. Excesos de agua producen asfixia radicular, podredumbre de cue­llo y raíz, infecundidad de flores, y fru­tos de mala calidad. No es recomendable aplicar riego por aspersión, sobre todo en floración, ya que las flores no se fecundan bien y se desarrollan enfermeda­des criptogámicas.

Debido a la sensibilidad del melón a la Podredumbre del cuello de la raíz, no es recomendable aplicar riegos abundantes durante las primeras etapas de crecimiento. Por este motivo, en cultivos con instalación de fertirriego se debe retrasar su inicio de tres a seis semanas, o utilizarlo moderadamente, dependiendo de las condiciones del suelo y el clima.

Los nutrientes necesarios hasta este momento se aportan como abonado de fondo de liberación controlada. Esto permite independizar la fertilización del riego, ya que dilata el periodo de fertirriego y aporta una base nutri­tiva idónea para la planta durante todo su desarrollo.

Otra ventaja adicional del abono de liberación controlada de fondo, es que la planta desarrolla un sistema radicular potente que reduce la incidencia de posteriores problemas, como el colapso que se atribuye a enfermedades de la raíz.

 

Temperatura y luminosidad 

La planta de melón proviene de climas cálidos y no excesivamente húmedos, de forma que en regiones con escasa insolación, su desarrollo se ve afectado negativamente, apareciendo alteraciones en la maduración y calidad de frutos. En cambio, se desarrolla muy bien en regiones donde la temperatura se mantiene en las primeras etapas entre 15ºC y 25ºC con luminosidad abundante. Las temperaturas para el suelo son mejores por debajo de 15ºC; 25ºC durante el día, y de 18ºC a 22ºC para la noche.

Al inicio del desarrollo de la planta, la humedad relativa debe ser de 65-75%; en floración, de 60-70%, y en fructificación, de 55-65%. En la cosecha, la planta se comporta mejor cuando la temperatura es de 25ºC a 28ºC.

 

Floración y nutrientes

Las flores de melón pueden ser masculinas, femeninas y hermafroditas, y el nivel de nutrientes influye directamente en precocidad y proporción de flores con diferenciación sexual.

• Nitrógeno: es muy importante entre nascencia y floración; pero en la flora­ción no debe haber exceso, ya que una vegetación demasiado exuberante provoca el aborto de las primeras flores, con el consecuente retraso en cosecha. Por contra, una deficiencia en esta fase puede retrasar la aparición de flores femeninas.

• Fósforo: en la floración su presencia es determinante para obtener producción abundante de flores femeninas, por lo que es necesario monitorear su disponibilidad durante este periodo, sobre todo en variedades donde destaca más el número de frutos por planta que el tamaño de los mismos.    

• Potasio: necesario en floración, engorde y maduración del fruto, ya que favorece la síntesis de azúcares y evita el rajado del fruto.

• Magnesio: componente principal en moléculas de clorofila, interviene directamente en el desarrollo, ya que es responsable de la transformación de nutrientes mine­rales absorbidos en materia vegetal. Su carencia puede producir trastornos fisio­lógicos rápidos e irreversibles.   

Aunque la flor del melón sólo permanece abierta un día, resulta muy atractiva para los insectos por su cantidad de polen y néctar. Por ello, la producción de flores se beneficia con la polinización de insectos, obteniendo frutos mayores y con más semillas.

Finalmente, la duración de la luminosidad en relación con la temperatura influye en crecimiento, inducción floral, fecundación de flores y ritmo de absorción de nutrientes.

Algunos investigadores opinan que el desarrollo de tejidos del ovario de la flor está estrechamente ligado a temperatura e iluminación, de forma que días largos y temperaturas altas favorecen la formación de flores masculinas, y lo contrario induce el desarrollo de flores con ovarios.