Kilometraje de alimentos

 

Se podrían imaginar ustedes comprando unos tomates empacados con una etiqueta que indica “Tomates producidos a menos de 800km, 525MJ/t, 46kg(CO2)/t?” Aunque suene a película futurista, se están dando señales para que estas unidades de distancia, energía y dióxido carbono (CO2) emitido al ambiente puedan, en unas décadas, ser algo que el consumidor ordinario maneje tanto como algunos manejan ahora el número de calorías, o la cantidad de carbohidratos.

Publicidad
 
Cuando parecía que los especialistas en poscosecha iban por buen camino en cuanto a su aporte en desarrollar conocimientos y tecnología para alargar la vida de anaquel de los productos, ahora se vislumbra una corriente que podría provocar un nuevo enfoque en la investigación que se ha venido desarrollando desde la invención de la refrigeración.
 
 
A pesar de que su desarrollo está en ciernes, ya se vislumbra el interés en la industria en cuanto a incluir este tema en las próximas conferencias de tecnología poscosecha.
 
 

Las huellas en el ambiente

Hasta ahora, muy pocos son los que han trabajado sobre la bien o mal llamada teoría de “huellas de carbono” en frutas y hortalizas o en las “millas-alimentos.” Sin embargo, ya algunos van adelante y se están formando algunos expertos a nivel mundial.
 
 
 
La investigadora Caroline Saunders de la Universidad Lincoln, Nueva Zelanda, se ha dedicado mucho a este tema y ha concluido que, por ejemplo, las cebollas cultivadas en Nueva Zelanda y enviadas al Reino Unido son producidas anualmente con una eficiencia energética más baja que las producidas a nivel local.
 
 
Sin embargo, cuando se incluyen los costos por almacenamiento y transporte las cebollas de Nueva Zelanda, éstas son más eficiente en cuanto al uso de energía. También concluye que, consumir manzanas neozelandesas en el Reino Unido implica menos gasto de energía que consumir manzanas locales, a pesar del largo trayecto al mercado destino.
 
 
Claro está que algunos ven con muy buenos ojos el desarrollo de este potencial factor de calidad poscosecha. Este concepto es bienvenido por muchos ambientalistas, pues el supuesto fin es reducir la emisión de CO2 y el uso de combustible asociado con la producción y manejo poscosecha de la fruta u hortaliza en cuestión. También es bien visto por países exportadores de frutas y hortalizas donde se tienen algunas ventajas comparativas y una tecnología muy desarrollada (por ejemplo, el caso de Nueva Zelanda).
 
 
 

Sin daños a terceros

Algunos aspectos preocupantes de esta tendencia estriban en que se podrían utilizar mecanismos de medición no muy adecuados e incluso afectar a algunos que quizás no están preparados para afrontar un movimiento de esta índole.
 
 
 
Algunos países con menor desarrollo económico, podrían no ser tan competitivos cuando se analicen los aspectos de costo energético y emisión de gases.
 
 
 
Ya iniciamos una era de “barreras no arancelarias,” donde los países importadores imponen restricciones — algunas sin demasiada justificación científica — así que algunos bien podrían pelear porque se establezca la calidad basada en niveles de emisión de gases.
 
 
Algunos países con menor desarrollo económico — que ahora se benefician de una mano de obra más barata para competir en los mercados internacionales — podrían no ser tan competitivos cuando se analicen los aspectos de costo energético y emisión de gases.
 
 
Esta situación puede redondearse con la realidad de que cada vez más gente está buscando lo producido (o procesado) a nivel local.
La pregunta es: ¿Cuánta gente estará anuente a pagar más por hortalizas de menos kilometraje (o menos emisión de gases)? Podría ser más de lo que creemos, como se ha visto con algunos otros nichos de mercados.
 
 
Quizás las frutas tropicales no se afecten tanto en Latinoamérica; quizás se vean algunos beneficios inesperados. Por ejemplo, podría darse el caso que una piña de Costa Rica destinada al mercado japones, fuera “cargada” de menos producción de carbono que una piña producida en las Filipinas y enviada al mismo mercado.
 
 

Medidas insuficientes

¿Cómo se podrá medir la emisión de gases, si no se cuenta con un dispositivo similar al que se utiliza con los vehículos en la fuente de escape? ¿Puede esta medida realmente ayudar a reducir en forma significativa la polución en el Planeta?
 
 
Supongo que por ahora habrá mucho debate al respecto, pero ¿llegará a tomar auge?, ¿preferirán las siguientes generaciones un tomate producido en un invernadero ubicado en lo más alto de un edificio de apartamentos con altos costos de mano de obra e infraestructura, que unos tomates producidos a dos mil kilómetros, más baratos, pero con eficiencia energética “objetable?”
 
 
Por ahora podemos seguir deleitandonos con manzanas “frescas” de cuatro a cinco meses de edad (desde su cosecha), que algunas veces nos comemos sin pensar en cuánta polución pudo haber creado esa manzana, en comparacion con otra del mismo árbol que ni siquiera pudo llegar al mercado.                      
 
 

Fonseca es especialista en hortalizas y tecnología poscosecha, ha laborado para la Universidad de Arizona, EUA y ha sido consultor en tecnología poscosecha en EUA y en diferentes países de Latinoamérica (República Dominicana, Panamá, Costa Rica y México).