Eslabón perdido, semilla orgánica

baby plant

Según reportes de la Asamblea del Consejo Nacional de Producción Orgánica realizada en México, D.F. a finales del 2007, la agricultura orgánica ha pasado de ser alternativa para convertirse en necesidad. Con un crecimiento del 30% anual, la superficie de cultivos orgánicos en México supera 300 mil hectáreas, cuyos cultivos alcanzan un valor cercano a 700 millones de pesos en el mercado nacional, mientras que las exportaciones se ubican en 300 millones de dólares.

Publicidad

El Secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas Jiménez, explicó durante la Asamblea, en la que participan miembros de SAGARPA, ASERCA y SENASICA, junto a organizaciones de productores, empresas de certificación y consumidores, que a lo largo del 2008 se contará con 350 millones de pesos para apoyar el desarrollo de PYMES de producción orgánica. “Los huertos familiares se están transformando en pequeñas empresas que ofrecen sus productos a través de redes de consumo cada vez más integradas,” comenta Horacio Santoyo, director de Servicios Profesionales para el Desarrollo Rural de la SAGARPA.

Para apoyar a los productores, además de la capacitación, se han creado programas de crédito para quienes produzcan, transformen, comercialicen o certifiquen productos orgánicos. En el área de apoyo a la producción, destaca el financiamiento para establecer módulos de producción de compostas, ya que una de las limitantes para la producción orgánica ha sido la reducida disponibilidad de nutrientes. Con esta experiencia, han surgido también empresas dedicadas a la producción de trasplantes, que utilizan compostas y sustratos orgánicos para obtener plantas libres de pesticidas y fertilizantes químicos.

Eslabón orgánico 

Sin embargo, aún hace falta un eslabón muy importante, tal como la propia semilla, la cual definitivamente debe ser orgánica. Para el titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, Juan A. García Villa, se requiere de una legislación similar a la de los países europeos para desarrollar una producción orgánica integral que incluya la producción de semilla. Las razones son simples, ya que la genética de los híbridos de alto rendimiento está programada para obtener cada vez mayores rendimientos, basados en la capacidad de absorción de nutrientes, los cuales en exceso pueden ocasionar graves problemas de contaminación.

En números redondos, el potencial productivo de un híbrido de tomate puede ser 20-25 kg/planta, mientras que en una variedad orgánica de polinización abierta sería de 8-10 kg/planta. Esto, visto como desventaja, es la expresión natural de la planta, por lo que al utilizar semillas orgánicas se garantiza la obtención de frutos naturales que conservan las características genéticas de la especie, sin alteraciones.

Variedades adaptadas  

Es necesario contar con un programa de producción de semilla orgánica que se adapte a las condiciones de cada lugar. En la experiencia de algunos productores, las variaciones propias de las variedades de polinización abierta, disminuyen el rendimiento promedio y la uniformidad en el tamaño de los frutos, pero ésta es una característica con la cual se tiene que trabajar para obtener productos orgánicos.

Estas variaciones en chiles, lechuga, cebollas o cilantro, no son tan importantes como en tomate, que es el cultivo de referencia por razones de rentabilidad. No obstante, los trabajos de investigación que se desarrollan en regiones tomateras de Sinaloa, Jalisco, San Luis Potosí, Michoacán, Morelos y Puebla, han revelado que existe la posibilidad de obtener plantas derivadas de cultivo de tejidos que han sido seleccionadas de las variedades de polinización abierta que presentan la mayor adaptación a la zona de cultivo.

Este experimento puede resultar valioso para productores de chiles criollos (manzano, de árbol, habanero), cuya demanda es cada vez mayor. En estos cultivos, la producción de semilla orgánica es indispensable para obtener la denominación de origen.

Riesgos de la globalización

Otro ejemplo de necesidades de I+D de variedades criollas es el nopal, cuyo cultivo ha tratado de introducirse en China y Japón en detrimento del origen y simbolismo del cultivo milenario en México.

Investigaciones y validación de resultados obtenidos en producción de semilla orgánica, pueden dar la pauta para que se establezca un programa de certificación y denominación de origen de variedades criollas de jitomate, tomate verde, cilantro, acelga, rábano, calabacita, chayote, chilacayote, y gran variedad de chiles, que pueden contribuir a enriquecer el inventario de productos orgánicos, para consumo nacional y exportación.

Existen empresas de producción de semilla orgánica establecidas por investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo, que cuentan con metodología para establecer huertos de producción orgánica y ofrecen cursos de capacitación en los que se hace una revisión de la tecnología empleada en producción de semilleros.

Para los interesados en establecer módulos de producción de semilla orgánica, cuentan con programas de apoyo y especialistas en la materia que pueden ser de gran utilidad.