Equilibrio bajo control

Equilibrio bajo control

El mantenimiento de un cultivo de tomate bien equilibrado a lo largo de la vida de la planta proporciona una mayor producción de frutos de calidad superior. Doug Marlow, propietario de DHM Horticultural Consulting, explica cómo conseguirlo a través del manejo adecuado de la planta, el agua y el clima en este artículo, cuya primera parte presentamos a continuación.

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Observación del cultivo

A través del proceso organizado de observación y registro de datos de la planta, normalmente referido como Registro del Cultivo (registro de mediciones semanales del cultivo), las plantas nos transmiten sus necesidades. En respuesta a los cambios físicos del cultivo (longitud de hojas, diámetro de tallos, distancia del racimo a la cabeza o punta superior de la planta, carga de frutos, etc.) el productor podrá tomar decisiones en relación a la estrategia de manejo del cultivo, riego, control climático y dosificación de CO2. Realizar mediciones significa saber y ser capaz de tomar decisiones informadas con respecto al cultivo.

 

Los productores que emplean la técnica de Registro del Cultivo pueden evaluar fácilmente el equilibrio del cultivo mediante sólo dos mediciones – diámetro del tallo, el cual proporciona una indicación de la potencia de la planta, y distancia del racimo a la cabeza, lo cual da una indicación del desarrollo generativo (producción de frutos) o vegetativo (producción de hojas y raíces) del cultivo.

 

Control del equilibrio

Hojas y raíces primero, frutos después — ésta es la premisa en el control del equilibrio de la planta

En principio, la planta desarrolla hojas y raíces, su estructura de soporte, y mas tarde produce frutos. Si se permite el desarrollo de demasiadas hojas al comienzo, habrá un exceso de asimilados producidos y la planta se volverá demasiado vegetativa. En esencia, es como si el productor comunicara a la planta que ésta debe producir hojas y no frutos. Para evitar esta situación, la estrategia a seguir consiste en manejar el cultivo hacia el desarrollo generativo. Dicho desarrollo puede obtenerse mediante la poda de hojas y racimos, establecimiento de temperaturas mas altas y manejo de riego de manera que se reduzca la diferencia en contenido de agua del día a la noche en el sustrato.

 

Poda de racimos

En el caso de cultivos sembrados justo después del día más largo, es importante podar el racimo para obtener el número de frutos deseado, una vez que dicho racimo haya desarrollado frutos del tamaño de un chícharo pequeño. Esto proporcionará a la planta una influencia generativa. Es como si el productor comunica a la planta que ésta debe producir frutos.

Si los cultivos fueron sembrados justo después del día más corto, debe podarse el racimo más temprano, de manera que la planta tenga la oportunidad de formar estructuras de soporte (hojas y raíces, también llamadas “fuentes”) antes de permitir que la carga de frutos (o “receptores”) se desarrolle demasiado rápido.

Cuanto más alto sea el promedio de temperaturas en 24 horas, más poda de racimos será necesaria debido al incremento en la velocidad de floración.

 

Potencia de la planta

La mejor manera de manejar un cultivo durante el invierno, cuando los niveles de luminosidad son más bajos, es seleccionar los puntos de ajuste de temperatura correctos tomando en consideración los niveles de luminosidad semanal promedio y la carga del fruto. En pocas palabras, cuando la producción de asimilados (fotosíntesis) se ve restringida por condiciones de baja luminosidad (días mas cortos o nubosos) debe reducirse la temperatura en el invernadero.

Como la respiración tiene lugar las 24 horas del día, en invierno, cuando los días son más cortos y las noches más largas, una temperatura alta durante 24 horas se traduce en un incremento en la pérdida de emergía de la planta a través de la respiración, lo cual deja pocos asimilados en la planta (hojas y raíces) y promueve el desarrollo del fruto.

La segunda fase del desarrollo del fruto es importante para el equilibrado del cultivo. Por ejemplo, si la temperatura ha sido ajustada a los niveles correctos y la velocidad de floración está equilibrada, cuando el tercer racimo se está estableciendo, el primer racimo estará alcanzando la segunda fase y no pasará a la tercera hasta que el quinto racimo esté establecido.

A partir de este punto la planta de tomate estará completamente cargada de frutos, y todos ellos requerirán asimilados. Ésta es la razón por la cual el cuajado de frutos de buena calidad del cuarto al sexto racimo es siempre la etapa más difícil en el ciclo de producción. Para empeorar las cosas, durante esta etapa de desarrollo de la planta, las raíces comienzan a decaer (muerte fisiológica de las raíces).

Durante la segunda fase del desarrollo del fruto es importante recordar cómo la planta de tomate distribuye los asimilados que produce durante la fotosíntesis. Primero se dirigen a los frutos, después a las hojas, y finalmente a las raíces. Por esta razón el desarrollo de las raíces podría estar restringido y percibirse los primeros síntomas de carencia de hierro y magnesio en el cultivo (un valor de pH incorrecto también podría contribuir a estas condiciones).

Una estrategia adecuada de manejo del agua puede contribuir a la formación de las raíces al mantener un sólido enfoque en los tiempos de inicio y detención de la sesión de riego, y asegurándose de que el contenido de agua del sustrato es óptimo (70-75%), de manera que las raíces operan eficientemente (obteniendo tanto oxígeno como sea posible) cuando se acerca la temporada de la primera cosecha.

Por otra parte, aquellos productores que cuenten con más reservas remanentes en el cultivo (lo que llamamos “potencia”) durante esta fase en invierno, podrán trabajar con temperaturas más altas en el invernadero y en consecuencia cosechar más temprano, tomando ventaja de precios de mercado más altos. También es importante durante los meses de invierno considerar cuándo y cómo se va a incrementar la densidad de la zona superior de la planta a medida que la luz disponible comienza a incrementarse en primavera. Estas decisiones van a influir en la carga total de frutos y por tanto en la disponibilidad de asimilados.

El autor es experto en tecnología de invernadero y actualmente labora como consultor privado para productores de hortalizas y otros cultivos. Parte de este artículo fue publicado en el boletín eHortalizas del 23 de octubre 2008 como respuesta a la pregunta de varios lectores. Para más información escriba a [email protected]