Desinfectantes en las aguas de irrigación y lavado

 

 

Publicidad

Sin duda, las nuevas generaciones de productores y profesionales agrícolas tienen ahora algo más que aprender para emitir sus decisiones o recomendaciones en las diferentes operaciones agrícolas en campo. Ya no se trata nada más de saber cuándo y cómo utilizar los diferentes herbicidas, insecticidas, fungicidas, fertilizantes y bioestimulantes; ahora pareciera que hay que agregar a esa lista el saber un tanto acerca de cómo utilizar desinfectantes en las aguas de irrigación y lavado.

Basta darle un vistazo a las empresas que se están anunciando en los diferentes eventos agrícolas, para percatarse que cierta área de insumos y servicios empieza a tomar vigor. La misma se conforma de agencias de auditoría, laboratorios privados de análisis microbiales, productos biológicos aplicados en campo, productos químicos para reducir carga bacteriana en el producto cosechado, e incluso programas gubernamentales y académicos con la misión de transferir información a la industria y consumidores. Sin duda, el pastel se está cortando y obviamente todos quieren un pedazo.

 

Asegurando la inocuidad

Lo que uno espera es que se produzca un beneficio real para los consumidores y para la industria. Muchos ven este tema como una oportunidad que puede traer mucho dinero a sus bolsillos. Pero, no todo lo que se ofrece es extraordinario; en algunos casos se producen beneficios, y en otros no tanto.

Personalmente he podido experimentar este “remolino” asociado con mejores programas y productos para asegurar inocuidad de hortalizas. Como parte de mi programa de investigación, hemos evaluado por lo menos cuatro “nuevos” desinfectantes para la industria agrícola en los últimos meses, con el fin de determinar su efectividad para reducir patógenos clínicos y microorganismos en hortalizas; algunos con efectos importantes, pero otros podrían considerarse meramente una modificación de los productos tradicionales.

Muchas preguntas surgen al discutir sobre desinfectantes. ¿Cuáles puedo utilizar? ¿Cúal es más eficiente? ¿Cuál es más barato?, ¿Qué dosis es la adecuada? ¿Cuál no produce efectos secundarios en la hortaliza que se está produciendo o manejando? ¿Qué otros factores se deben tomar en cuenta?

 

Analizando las respuestas

Me he tenido que hacer esas preguntas, en parte porque las he recibido de parte de mucha gente, y también para colaborar con el libro “Produce Microbiology” (Microbiología de Frutas y Hortalizas) de la ASM (Asociación Americana de Microbiología). Una de las conclusiones emitidas en esa publicación es que este asunto de la desinfección de hortalizas es simple y complejo a la vez, dependiendo de cómo uno vea las cosas. Escoger un desinfectante para tener “cierta seguridad” en el programa de inocuidad es fácil; pero es difícil ver cómo minimizar el riesgo de contaminación microbiana a niveles insignificantes. Algunos sugieren la combinación de tratamientos, pero ¿es realmente factible?

 

La popularidad del cloro

Entre los desinfectantes, el cloro, ya sea cómo hipoclorito de sodio o cómo hipoclorito de calcio, continúa siendo el producto más utilizado en actividades agrícolas. La razón principal es la simplicidad al aplicarlo y su bajo costo.

Sin duda, no se debe culpar a los que usan el cloro solamente por estos dos motivos, pues la realidad es que en la arena de los desinfectantes, los diferentes productos no difieren mucho en efectividad. Las concentraciones de cloro permisibles dependen de si se trata de un producto orgánico o producto convencional; de si es una hortaliza entera o semiprocesada lista para consumir.

Otras versión del cloro es el gas cloro, utilizado por algunas de las empresas más grandes de ensaladas, por ser más fácil de monitorear. Uno de los problemas más relevantes con el gas cloro es que acarrea cierto riesgo, y su costo es mayor que el del cloro convencional.

El dióxido de cloro es uno de los productos que consistentemente  ha producido mejores resultados que el cloro común, por lo que promete, sobre todo ahora que existen sistemas para asegurar que la concentración del producto se logre en el sitio (recordemos que es un gas). Sin embargo, el costo podría ser un limitante.

El ozono tiene un efecto letal en patógenos en agua, sin embargo, al igual que todos los sanitizantes puestos en solución, su efectividad depende mucho del tiempo de exposición, humedad relativa, temperatura, carga bacteriana y propiedades de la superficie de alimentos. Se le objeta su costo y sus propiedades altamente corrosivas.

 

Otras alternativas

El peróxido de hidrógeno y el ácido peroxyacético son otros desinfectantes que están ganando adeptos, ya sean aplicados solos o en combinación. Ambos han demostrado muy buena efectividad en algunas hortalizas y son utilizados en productos tales como pepino, melón, piña y calabacita. Como puntos negativos, se ha visto que reduce el nivel de algunos elementos nutritivos, afecta la calidad visual de algunas hortalizas y además es inestable, por lo que requiere constante monitoreo. 

Otros agentes antimicrobiales están surgiendo en el mercado basados en extractos naturales que podrían tener gran potencial, porque aunque su efectividad pueda ser similar a los desinfectantes del momento, los primeros usualmente no acarrean efectos secundarios.

Los sanitizantes no son solamente químicos aplicados en solución — la irradiación con luz gamma ya se ha aprobado en aproximadamente 40 países. En una nación como Sudáfrica, prácticamente todas las especias y plantas medicinales vendidas en supermercados son irradiadas, y es posible que aunque lentamente, sea una técnica que tome más vigor en los próximos años. La luz ultravioleta C se utiliza mucho como tratamiento secundario en la industria de productos frescos cortados.

 

Pensando en el futuro

Las dosis recomendadas para usar los diferentes desinfectantes ya se manejan con claridad, y las máximas permisibles han sido fijadas por autoridades agrícolas y de salud. El dilema es mantener esa dosis meta a lo largo de una jornada de trabajo con cargas altas de materia orgánica. Bien lo concluyeron hace poco, miembros de la industria de hortalizas de hoja e investigadores de entidades académicas y federales en Washington D.C.:  “Se necesita un tratamiento que elimine organismos aun en aguas turbias.” Sin duda será difícil encontrarlo. Y es que la estabilidad del producto realmente puede determinar qué tan factible comercialmente es un producto.  Más aún, se debe investigar mejor los efectos secundarios de un potencial producto que elimine microorganismos. 

El cloro es considerado de “potencial cuidado” porque su reacción con materia orgánica produce compuestos que podrían ser cancerígenos. Consecuencias en la salud de los trabajadores, grado de corrosión provocado con el continuo uso, y efectos secundarios en la hortaliza (típicamente color), son factores que se deben tomar en cuenta al seleccionar un desinfectante para agua de irrigación o lavado.

Esta área está en “pañales;” en diez o veinte años la situación podría ser diferente. Las opciones en cuanto a productos antimicrobiales son limitadas. Mientras no se encuentre el agente microbial perfecto, la prevención de potenciales problemas a través de buenas prácticas agrícolas continuará siendo la mejor forma de asegurar inocuidad.

Fonseca es especialista en hortalizas y tecnología poscosecha, ha laborado para la Universidad de Arizona, EUA y ha sido consultor en tecnología poscosecha en EUA y en diferentes países de Latinoamérica (República Dominicana, Panamá, Costa Rica y México).