Desarrollo de energías renovables y alternativas

 

Dicen que toda historia tiene dos caras, pero hay pocas tan polémicas como la creciente tendencia hacia el desarrollo de energías renovables y alternativas.
 
En este sentido, la creación de un parque eólico para generar energía eléctrica se presenta como una solución ideal, al menos para algunos.
 
En México, el sueño se materializaba a principios de año con el establecimiento de la primera fase de turbinas de viento en La Ventosa, ubicada en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. En el lado opuesto del país, en la región de La Rumorosa, Baja California, también se planea la generación de negocio mediante la exportación de energía eléctrica según la Asociación Mexicana de Energía Eólica.
 
Ambos proyectos forman parte del esfuerzo nacional para incrementar la capacidad de energía eólica de México a unos 5GW antes del 2012. Las ventajas de generar energía suficiente para abastecer las necesidades de una ciudad, mientras se reducen cientos de miles de toneladas de emisiones de carbono y se alivia la carga actual de producción de crudo del país, parecen innegables.
 
El lugar elegido para erigir los aerogeneradores en Oaxaca es un paraje de 2,500 hectáreas azotado por vientos de 75 km/h en promedio.
 
Fuentes del gobierno y de las empresas privadas trasnacionales promotoras de los proyectos, aseguran que esta iniciativa supone una ganancia para todas las partes implicadas. Remuneración a los propietarios de tierras supuestamente yermas y baldías, más la generación de puestos de trabajo de una región deprimida cuya población está formada por pequeños productores y grupos indígenas, son sólo algunas de las ventajas que podría traer la explotación energética.
 
Pero no todos comparten esta teoría. Algunas organizaciones de la comunidad, incluyendo UCIZONI (Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Itsmo, A.C.), se manifiestan en contra de la privatización de tierras. Las razones de su oposición se basan en que los supuestos puestos de trabajo generados con la implantación de las turbinas eólicas son escasos o temporales, y además denuncian irregularidades con los contratos de arrendamiento de tierras.
 
 
Entre la discrepancia de grupos afectados y las luchas de intereses destaca una falta de información que dificulta todavía más la defensa de una u otra postura. En la búsqueda de energías alternativas menos dañinas para el ambiente y para la comunidad, ninguna solución satisface a todos. Cada vez es más difícil tomar partido por uno u otro frente.
 
 
Por lo anterior, les animo a que consulten una fuente que me interesó en especial — el estudio del Instituto Tecnológico del Itsmo “Centrales eólicas en el Istmo de Tehuantepec; su impacto ambiental y socioeconómico” por Ricardo Henestroza Orozco, disponible en línea
[http://www.elementos.buap.mx/num74/htm/39.htm].
 
 
Como ven, esta historia tiene al menos dos caras. Existen multitud de ejemplos similares en México y en otros países, muchos de ellos relacionados con el futuro de la agricultura sostenible.
 
 
¿Debemos continuar buscando sistemas energéticos alternativos rentables, dando prioridad al ambiente en detrimento de la preservación de culturas y poblaciones en minoría? ¿Es ético favorecer una producción masiva que reporte beneficios y puestos de trabajo a una determinada zona sin considerar el impacto futuro en el ambiente?
 
La respuesta no es sencilla, pero nos interesa conocer su opinión. Y usted ¿de parte de quien está?
 

 

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