Calidad poscosecha en hortalizas orgánicas

Pareciera que la evolución del mercado de productos orgánicos (o ecológicos) está ocurriendo a una velocidad mucho más alta que aquella correspondiente al desarrollo de tecnología para mejorar la calidad poscosecha de los mismos productos. ¿Es esto una ventaja o desventaja?

Quizás es un poco de las dos, dependiendo del ángulo en que se mire, pero… ¿es realmente una limitación tecnológica o una limitación impuesta por el actual sistema comercial?

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¿Por qué comprar orgánicos?

Hace dos años revisé la lista de productos poscosecha aprobados en Estados Unidos para uso en frutas y hortalizas producidas en forma orgánica. Sabía que eran pocos, pero no sospechaba que la cantidad de opciones fuera tan limitada. Por ejemplo, en el rubro de ceras o transpirantes, sólo pude encontrar tres productos con su debida certificación. Esto presenta todo un reto, sobre todo en casos donde es primordial aumentar la vida de anaquel por largos períodos, como en caso de los productos de exportación. Para poner aún más difícil la situación — y el afán de productores de evitar la pérdida de peso de sus productos — algunos compradores desaprueban el uso de plásticos.

De acuerdo a un sondeo del 2004 auspiciado por “Whole Foods Market” — la cadena de supermercados con mayor movilización de frutas y hortalizas orgánicas en EUA — las principales razones de compra arguyen que los productos orgánicos son: 1) mejores para conservar el ambiente, 2) mejores para la salud, y 3) mejores para apoyar a los pequeños productores, así como a los locales. Las tres respuestas fueron citadas esencialmente por el mismo número de personas.

 

El vendedor “número uno”

En particular, me llama la atención la última de las tres razones, pues es un claro ejemplo de que muchos consumidores tratan de evitar la adquisición de productos de las grandes corporaciones.

Pero, si se logra desarrollar mejores semillas, mejores paquetes tecnológicos de producción y tratamientos poscosecha, no iría esto a favor de las grandes corporaciones?

Mi opinión es que sí se abrirían aún más las puertas a la distribución masiva de productos, como ya está empezando a ocurrir. Sin embargo, por un lado, la producción de cultivos orgánicos depende de condiciones climáticas, propiedades del suelo, y rotación de cultivos, lo cual eleva la posibilidad de que los productores pequeños y locales sigan fuertes, ya sea por venta directa o a través de grandes acopiadores. Y lo que es todavía mucho más relevante — el mercado de productos orgánicos se dirige a un nicho que involucra claramente una “idea” en el consumidor, y si parte de esa idea es apoyar al productor local o pequeño, entonces uno esperaría que algunas cadenas de venta se aprovechen de eso. Sin embargo, si Wal-Mart ha decidido convertirse en el vendedor número uno del Planeta en productos orgánicos, ¿cuántos de sus proveedores serán pequeños…? Me parece que la respuesta es obvia.

 

El debate continúa

El debate de si los productos orgánicos son más nutritivos o de mejor sabor, seguirá. Algunos estudios indican que sí existen diferencias en ciertos compuestos nutritivos y aromáticos, mientras que otros — como el realizado por el Centro Mundial de Hortalizas hace pocos años — indican que las diferencias son mínimas o inexistentes.

En cuanto al nivel de inocuidad, se da la misma situación; en términos de detección de bacterias clínicas patógenas, los pocos estudios realizados indican que productos debidamente certificados no acarrean más riesgo. Sin embargo, es de esperar que los residuos de químicos sean menores en los orgánicos, como ya se ha demostrado (al parecer algunas personas pueden detectar este aspecto rápidamente, debido a su sensibilidad alérgica).

Habría que resaltar en este punto que un producto con daños físicos, por ejemplo, por ataque de insectos, tiende a elevar el riesgo de contaminación, pues las bacterias pueden ser más fácilmente depositadas en estos sitios. Eso es sólo una razón más por la cual la tecnología para mejorar la calidad poscosecha debe seguir desarrollándose, a fin de poner más producto en el mercado y evitar altas cantidades de desecho en el empaque, al menos con aquellas hortalizas que se consumen frescas.

 

La inmersión filosófica

Una vez escuché de un productor de hortalizas — a quien su principal comprador solicitó convertir una parte de su finca para agricultura orgánica — que mantener dos sistemas tan diferentes es muy difícil, pues crea confusión, y que “lo ecológico” requería de una inmersión filosófica. Más aún, mencionaba que los “aceites de culebra” (tónicos mágicos), en agricultura encuentran su paraíso en la producción orgánica, pues no hay muchas otras opciones.

Quizás la razón para este tipo de expresiones folklóricas sea que, al utilizar exceso de fertilizantes — como se da en muchos casos con la agricultura convencional — los procesos metabólicos son expresados más allá de lo necesario (entiéndase “al punto de alcanzar poco beneficio por unidad de fertilizante”), y productos bioestimulantes tienen entonces muy poco margen para producir alguna actividad.

 

Con el consumidor no se juega

Las ventas de productos orgánicos están aumentando, se acepte o no su “filosofía,” y “el cliente siempre tiene la razón…” Entonces, me pregunto hasta dónde crecerá la producción orgánica, porque es claro que no se puede alimentar al mundo de esa forma en el corto plazo.

¿Será que necesitamos de otro nicho de mercado en el medio de los dos extremos? ¿Algo así como hortalizas “sostenibles” (producidas con sistemas agrícolas sostenibles)? El dilema sería cómo regular un híbrido de tal naturaleza. Pero bueno, que no nos sorprenda si en el mañana se requiere producir hortalizas etiquetadas con “50% de insumos orgánicos” o “producidas en invernadero con 50% menos de pesticidas que hortalizas producidas en campo abierto.”

Al final pareciera que, no se trata tanto de la tecnología para mejorar calidad poscosecha, sino de cómo se juega con las ideas del consumidor en el mercado.

Fonseca es especialista en hortalizas y tecnología poscosecha, ha laborado para la Universidad de Arizona, EUA y ha sido consultor en tecnología poscosecha en EUA y en diferentes países de Latinoamérica (República Dominicana, Panamá, Costa Rica y México).