Breve historia del fertirriego

 

Mucho antes de que alguien tuviera la magnífica idea de casar dos conceptos importantes – fertilización y riego; cientos o incluso miles de años previos a este feliz acontecimiento, muchos agricultores ya empleaban con éxito la más valiosa de todas las herramientas y sistemas que sobrevendrían generaciones después – el sentido común.

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Otros dirán que la mejor herramienta para todo productor es la información, lo cual también es cierto. Digamos entonces que lo ideal es usar información con sentido común. Este principio, que puede aplicarse a cualquier evento en la vida, es perfecto para el tema de esta columna: manejo de nutrientes.

Es sabido que el manejo de nutrientes puede mejorar la eficiencia y margen de beneficios de su operación. Pero lo primero, antes de tomar una decisión relativa al enfoque de su manejo de nutrientes, es obtener información sobre características de su suelo, clima y recursos de su zona.

Una vez hecho lo anterior, es hora de pensar en el manejo de cantidad, fuentes, ubicación, forma y tiempo de aplicación de nutrientes y enmiendas del suelo para la producción de su cultivo.

Un aspecto importante a tener en cuenta es que los nutrientes, aunque necesarios para la producción, también son elementos contaminantes en potencia para aguas superficiales y subterráneas. Así, el propósito de un buen manejo de nutrientes debe ser propiciar la producción de cultivos lucrativa, mientras se trata de minimizar las pérdidas ocurridas por escurrimientos y lixiviados en la zona de la raíz.

El manejo de nutrientes en cualquiera de sus formas contribuye a reducir costos y polución derivados de la sobreaplicación de fertilizantes, pero para ello son necesarios la creación y el mantenimiento de un plan de manejo de nutrientes para su cultivo.

En este plan se especifica cómo se van a manejar los nutrientes primarios (N, P y K) durante la temporada en relación a producción y a protección de la calidad del agua.

 

Además se especifican recomendaciones para aplicación de fertilizantes en base a fuentes de nutrientes disponibles, rendimiento esperado del cultivo, nivel de nutrientes existentes en el suelo, y frecuencia y tiempo de aplicación de nutrientes teniendo en cuenta la cercanía de lagos, pantanos o fuentes de agua para consumo humano.

En ocasiones, la fuente del nutriente podría ser diferente o adicional al fertilizante comercial. Por ejemplo, cualquier cultivo de legumbre proporciona nitrógeno, lo cual debe evaluarse y tenerse en cuenta en el plan.

En definitiva, su plan de manejo de nutrientes debería contener lo siguiente: fotografías aéreas de su terreno identificando zonas, límites, superficie total, tipos de suelo y características naturales o del cultivo; pruebas del suelo para establecer niveles de nutriente existente y cantidad a agregar; pruebas de abono para determinar el contenido de nutrientes procedente de residuos orgánicos; metas de rendimiento para establecer requerimientos de nutrientes necesarios para alcanzarlas; requerimientos de nutrientes del cultivo calculados en base al desarrollo y objetivos de rendimiento; cantidades de N, P y K, considerando todas las fuentes potenciales en su operación y el riesgo de lixiviado; listado de zonas sensibles, restricciones de temporada y manejo de riego o cultivos de cobertura; especificaciones sobre aplicación de nutrientes en cuanto a cantidad, forma, tiempo y método, y por último, una bitácora para dar seguimiento al progreso y registrar cómo el plan de manejo de nutrientes va alcanzando sus metas iniciales.

Si traducen este plan en parámetros de computadora, tendrán el programa de un sistema ideal de nutrición de cultivos. Fertirriego es sólo una muestra de la evolución de conceptos. El manejo eficiente y sensato de recursos, en este caso nutrientes, depende totalmente de usted.

Reho es la Editora del Grupo Horticultura de Meister Media Worldwide