Biodigestores y control de temperatura de la raíz del tomate

Para la mayoría de los productores de tomate, la adopción de nuevas tecnologías ha sido un punto clave para fortalecer el desarrollo de su actividad. Sin embargo, estas tecnologías generalmente van acompañadas de un aumento en costos de producción, que deberán ser amortizados mediante una mayor productividad.

Al aumentar el costo de los insumos de manera sustancial, el productor está obligado a buscar nuevas tecnologías o sistemas de administración de los recursos que le permitan sobreponerse a las crisis del mercado.

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En otras palabras, existe una gran presión sobre los productores debido al incremento en los precios internacionales del petróleo, los cuales han desatado una espiral inflacionaria que se traduce en mayores riesgos y una rentabilidad limitada.

Aunado a ello, las perspectivas económicas del comercio global no parecen ser las mejores de los últimos años. Por lo tanto, la combinación de estos factores genera una mayor necesidad de buscar alternativas, y los productores más avanzados saben que necesitan de las tecnologías para mantener a flote el negocio.

 

Perspectivas tecnológicas

Cumpliendo con nuestro objetivo de divulgación, realizamos una revisión de las tecnologías que pueden ser aplicadas en la producción del tomate, y encontramos que el aprovechamiento de los desechos orgánicos y el acondicionamiento de la raíz pueden ser herramientas generadoras de mayor rentabilidad.

Antes describir estas tecnologías, quiero hacer un paréntesis para comentar que, debido al cambio climático y a los requerimientos de los consumidores, la producción de tomates en México ha tomado un giro de noventa grados que apunta hacia la tecnología de invernaderos de alta productividad; mientras que las producciones de campo abierto y las de tecnología intermedia, parecen proyectarse hacia un manejo integral, con énfasis en la producción orgánica.

En otras palabras, el auge de los invernaderos y la producción orgánica, no significa que los tradicionales tomates de campo abierto hayan perdido competitividad, pero dadas las circunstancias, tendrán que replantear la posibilidad de mejorar sus sistemas para mantenerse a flote bajo un ambiente de evolución constante, ya que el incremento en los rendimientos y la diferenciación podrían hacer surcos muy grandes en el plano comercial.

• Generación de energía. Uno de los puntos claves en producción de tomates es sin duda la calefacción, que permite alcanzar mayores rendimientos durante el ciclo de otoño-invierno. En algunas regiones resulta imposible mantener una operación rentable sin la aplicación de sistemas de calefacción. Sin embargo, el costo de los combustibles puede representar fácilmente un 40% de los costos totales de producción. En un invernadero con cubierta sencilla de polietileno ubicado en Zacatecas, se pueden tener requerimientos de un diferencial térmico de hasta 15ºC, que representan un gasto promedio de $12 dólares por metro cuadrado para el suministro de combustibles, ya sea gas LP (o natural) y la energía eléctrica necesaria para impulsar el calor. Aun considerando el uso de sistemas de calefacción radiante (agua caliente), los costos de calefacción pueden resultar muy elevados y limitar la rentabilidad o la posibilidad de crecimiento de una empresa.

 

 

En estos casos, el empleo de tecnología basada en el uso de biodigestores está por iniciarse. De hecho, existen ejemplos de granjas porcinas que han dado muy buen resultado, aprovechando desechos orgánicos para producir gas metano, con el cual se genera electricidad y calor para acondicionar las salas de cría. Con base en estas experiencias, algunos productores de tomate realizan pruebas para aprovechar residuos orgánicos, encontrando que las hojas y los residuos de tallos que se eliminan diariamente en los invernaderos, tienen gran capacidad energética, incluso superior a la de la excreta de animales.

• Eliminación de deshechos. En algunos países europeos (principalmente en Alemania y los Países Bajos) se utilizan biodigestores que aprovechan los residuos de las plantas para fabricar abonos y compostas, generando al mismo tiempo electricidad o gas metano. En la mayoría de los casos, estos biodigestores pueden requerir de grandes volúmenes de desechos para una operación eficiente, y quizá por ello serán utilizados por empresas que dispongan de grandes volúmenes de hojas de desecho.

No obstante, los biodigestores también podrán contribuir a eliminar los desechos con una menor inversión; ya que generalmente, las empresas con grandes volúmenes de desechos, requieren de recursos adicionales para retirar las hojas y transportarlas hacia los campos, en donde se utilizan como abono orgánico, con el inconveniente del tiempo que requieren los materiales para integrarse completamente al suelo.

Según especialistas de Agam Energy Systems, la uniformidad de desechos orgánicos es uno de los requerimientos más importantes para lograr el aprovechamiento de los mismos, y este principio se cumple con el desperdicio del follaje del tomate, el cual generalmente se tiene que eliminar rápidamente para evitar la contaminación. De tal forma, la adopción de la tecnología de biodigestores podrá traer consigo notables beneficios a los productores de tomate.

• Control de clima. Según reportes de investigaciones realizadas en Chihuahua, el acondicionamiento de la solución de nutrientes y el empleo de muros húmedos, ha logrado establecer un récord de producción de tomates de 80 kg/m2 en un sistema de hidroponía. Los experimentos parten de la creciente necesidad de adaptar la planta a las cambiantes condiciones del clima en regiones que alcanzan 45ºC en verano y hasta -8°C en invierno.

En estos casos, se ha optado por enfriar la solución de nutrientes en el verano (16-20°C) complementando esta práctica con el uso de extractores y muros húmedos para bajar la temperatura, ya que de no hacerlo así, la planta muestra problemas para asimilar los nutrientes — con problemas de polinización.

En cambio, para el invierno, la estrategia consiste en calentar principalmente la zona de las raíces a fin de evitar un desarrollo deficiente debido a las bajas temperaturas. Se ha observado que, al mantener la temperatura de la raíz en 18ºC, se obtienen mayores beneficios que al calentar el aire del invernadero a una temperatura de 26ºC.

En algunas pruebas, combinando ambas estrategias, los resultados han superado 80 kg/m2, utilizando sistemas de acondicionamiento de la raíz y controlando el clima del invernadero de manera razonable, sin excederse en el consumo de combustibles.

En conclusión, es recomendable emplear una combinación de tecnologías, a fin de adaptar la planta a las cambiantes condiciones del clima, utilizando la menor cantidad de recursos posibles.