Riego adecuado para las sandías

 

 

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Las sandías poseen el potencial de desarrollar raíces profundas (1.2 a 1.8 metros), pero dicha profundidad depende en gran medida de las condiciones del suelo y las prácticas de cultivo. La restricción en la profundidad de las raíces y el hecho de que las sandías crezcan normalmente en suelos arenosos con baja capacidad de retención de agua, hace necesario el empleo de la irrigación para obtener rendimientos consistentemente altos en muchas regiones del mundo, y en particular de Centroamérica.
 
La carencia de agua durante el establecimiento del cultivo de sandía retrasa la maduración y causa lapsos de producción. Además, la sequía en etapas vegetativas tempranas produce reducción de superficie foliar y rendimiento.
 
 
Las reducciones de redimiento más acusadas derivan de la carencia de agua durante la floración y el desarrollo del fruto.
 

Aspersión de calidad

En la actualidad, muchos campos de cultivo de sandía son irrigados con algún tipo de aspersión. Estos sistemas incluyen pivote central, avance frontal, cañón viajero, y sistemas fijos y móviles de tubería de aluminio con aspersores. Aunque todos ellos son muy satisfactorios, siempre que se utilicen correctamente, existen diferencias significativas en costos iniciales y requerimientos laborales.
 
 
Cualquier sistema de aspersión empleado en cultivo de sandía debe tener capacidad de suministrar al menos 25 mm de agua cada cuatro días. Además, el sistema debe aplicar el agua con la lentitud suficiente para prevenir escorrentía.
 
 
Los sistemas de aspersión con alta uniformidad de aplicación (pivote central y avance frontal) pueden aplicar fertilizante a través del sistema. Esto incrementa la eficiencia en el uso del fertilizante y reduce el lixiviado.
 
 
Si se utiliza acolchado plástico, es recomendable emplear camas estrechas (30 a 60 cm), ya que así el agua puede alcanzar las raíces más fácilmente. Con camas más anchas podría ser más problemático, sobre todo en suelos arenosos en los cuales el movimiento lateral del agua está restringido.
 

Éxito en cada gota

El riego por goteo también ha ganado popularidad en el cultivo de sandía. Puede utilizarse con o sin acolchado plástico, y una de sus mayores ventajas es la eficiencia en el uso de agua — de nuevo, siempre que se utilice correctamente.
 
 
En segundo lugar, la presencia de malezas no supone un problema tan acusado, ya que aunque las hileras son irrigadas, las zonas entre hileras permanecen secas.
Algunos estudios indican que el sistema de riego por goteo favorece un rendimiento temprano así como el incremento en tamaño del fruto.
 
 
La cinta de riego puede instalarse en la superficie del suelo o enterrada. Si se emplea en combinación con acolchado plástico, la cinta puede instalarse al mismo tiempo que se tiende el plástico. Se recomienda ubicar la cinta ligeramente hacia un lado del centro de la cama. Ello previene que la cinta se dañe durante el perforado de huecos y plantación del cultivo. Si se instala una línea de riego en cada hilera, un campo con hileras espaciadas unos 180 cm entre sí requiere unos 5,500 metros de cinta por hectárea (7,700 m/mz).
 
 
La cinta está disponible en varios grosores de pared, pero cuando ésta es muy fina (menos de 0.25 mm) es necesario reemplazarla cada año. La cinta más gruesa puede reutilizarse durante varias temporadas, pero debe retirarse del campo con cuidado para no dañarla.
 
 
Los sistemas de riego por goteo pueden adaptarse fácilmente para la inyección de fertilizantes. Este método permite suministrar nutrientes en el cultivo a medida que se necesiten y elimina la necesidad de una significativa aplicación de fertilizante temprano en la temporada, evitando los consiguientes problemas de salinidad excesiva.
 
 
Debe tenerse en cuenta que con este sistema sólo deben emplearse formulaciones de fertilizantes u otros agroquimicos que sean solubles en agua, y además el sistema deberá enjuagarse completamente después de cada inyección.
 
 
Por otra parte, el agua empleada en un sistema de riego por goteo debe filtrarse bien para retirar partículas sólidas, y someterse a pruebas para detectar minerales que podrían causar problemas de obstrucción.
 
 

Tiene sentido usar sensores

El agua utilizada por el cultivo y evaporada desde el suelo se denomina evapotranspiración (ET). Se han reportado ritmos de ET en sandías, de 75 mm al día. La etapa de crecimiento del cultivo, temperatura, humedad relativa, radiación solar, viento y espacio entre plantas afectan al ritmo de ET.
 
 
Los suelos arenosos suelen requerir aplicaciones más ligeras y frecuentes para prevenir estrés hídrico, que los suelos pesados. Los sistemas de riego por goteo deben operarse con más frecuencia que los de aspersión, cada día o en días alternos, pero no se debe sobreirrigar, especialmente cuando se emplee acolchado plástico, ya que éste evitará el secado del suelo.
 
 
Conviene emplear sensores de humedad del suelo para programar las sesiones de riego adecuadamente. Esto asegura que la humedad del suelo sea la adecuada para prevenir estrés hídrico. El programa de riego debe ajustarse cuando los valores de humedad del suelo indiquen condiciones extremadamente secas o húmedas.
 
 
La humedad del suelo debe observarse y registrarse mediante sensores de resistencia eléctrica o tensiómetros. Instalar dos sensores en cada punto de observación: uno a 20 cm de profundidad y otro a 40 cm. Cada campo de cultivo debería tener un mínimo de dos lugares para la observación, y más en campos de superiores a 8 hectáreas o si existe diversidad de tipos de suelo en el campo.
 
 
Los sensores situados a 20 cm se ubican cerca de la mitad de la zona radicular e indican cuando debe iniciarse la sesión de riego. Hasta que ocurra la primera floración, las lecturas no deben exceder 30 centibares. El rango óptimo de humedad del suelo es de 5 a 30 centibares (cb) dependiendo de los tipos de suelo y de la cantidad de humedad de suelo deseada.
 
 
El sensor ubicado a 40 cm evalúa las sesiones de riego previas. Si las lecturas permanecen bajas (menos de 5 cb), los volumenes de riego deben disminuirse; si continúan subiendo, incluso después de una sesión de riego, las cantidades de riego deben incrementarse. Deben leerse los sensores de humedad de suelo al menos tres veces por semana durante el tiempo seco.   
 
 
 
 

 

 
Recopilación de artículo “Sprinkler Irrigation, Drip Irrigation, Scheduling Irrigation” publicado por la Universidad de Georgia, EUA, por Anthony W. Tyson y Kerry Harrison, Extensionistas. Artículo completo en: [http://pubs.caes.uga.edu/caespubs/pubcd/B996-w.htm]