Suelo: Evita la degradación de tu insumo más importante

sueloEn el proceso de producir alimentos de origen vegetal, hay una unión entre el agricultor y el suelo de su parcela de producción.

El productor coloca una semilla en el suelo a partir de la cual se genera vida. Esta nueva planta dará frutos abundantes que permitirán la sostenibilidad de la vida misma.

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El suelo se convierte en un elemento generador de vida, al igual que una madre; es la base para obtener alimentos, piensos, combustible, producción de fibras y muchos servicios ecológicos vitales.

El suelo es un sistema vivo, complejo, dinámico y su idoneidad varía de un lugar a otro.

Sin embargo, hoy día el área de tierra productiva es limitada y se encuentra bajo una creciente presión dada la intensificación y los usos que compiten por los cultivos agrícolas, bosques y pastos/pastizales, y para satisfacer las demandas de una creciente población por alimentos y producción de energía, extracción de materias primas, y demás.

suelo 2_3Características importantes del suelo
El suelo constituye una cubierta muy delgada en la superficie terrestre, de unos pocos centímetros a varios metros, y permite el enraizamiento de las plantas (anclaje), con lo que éstas pueden obtener agua, oxígeno y nutrientes.

El suelo no es un medio inerte ni estático, sino que se desarrolla a lo largo del tiempo bajo la influencia de factores ecológicos de formación (roca, clima, organismos vivos, geomorfología, tiempo).

Las múltiples formas de acción de estos factores hacen que los suelos presenten una gran variabilidad espacio-temporal. El tiempo necesario para la formación de un suelo es suficientemente largo como para tener que considerar que el suelo es un recurso natural no renovable a escala humana; de ahí la importancia de proteger los suelos frente a su posible degradación [Porta y col., 2008].

Biodisponibilidad de elementos claves y la calidad del suelo
Los elementos químicos — descriptores de las propiedades químicas del suelo — pueden hallarse en la fase sólida (en las redes cristalinas de los minerales y en la materia orgánica), en la fase líquida (en solución y en la interfase entre las partículas sólidas y el agua del suelo) y en la fase gaseosa.

La forma en la que se encuentra un elemento condiciona su reactividad, movilidad y biodisponibilidad. La biodisponibilidad de un elemento o compuesto expresa su disponibilidad para un organismo específico, es decir, la posibilidad de que cause un efecto (positivo o negativo) sobre el organismo en cuestión.

La biodisponibilidad incide grandemente en la calidad de un suelo, ya que establece relaciones entre el comportamiento de los elementos y compuestos y su efecto sobre los organismos.

En el caso de los elementos nutrientes, para que sean efectivos, interesa que se hallen en el suelo en una forma disponible, lo contrario de lo que interesa que ocurra con aquellos elementos y compuestos contaminantes o fitotóxicos.

La biodisponibilidad de un elemento de naturaleza inorgánica se expresa en términos de concentración, mientras que con elementos orgánicos se hace a partir de una especie química específica [Porta y col., 2008]. Los elementos esenciales para los cultivos son aquellos sin los que la planta no es capaz de completar cualquier estadio de desarrollo [Cresser y col., 1993], entre los más importantes tenemos al nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K).

Degradación de suelos y desertificación
La degradación del suelo es la reducción de la capacidad de la tierra para proporcionar bienes y servicios y, por lo tanto, para sustentar la vida animal y humana. Sus causas son variadas pero pueden ser resumidas en dos grandes vertientes: las variaciones climáticas y las actividades humanas.

La degradación puede ocurrir en cualquier ecosistema, pero cuando se presenta en zonas áridas se califica como desertificación, y es en estas áreas donde el problema es más grave, ya que los suelos son particularmente frágiles, la vegetación escasa y el clima extremoso. Este proceso se manifiesta inicialmente con la reducción de la productividad de las actividades económicas que sustenta, hasta alcanzar grados que hacen imposible el uso productivo del suelo.

Alrededor del 70% de tierras áridas utilizadas para agricultura en el mundo ya están empobrecidas. Por lo tanto, la desertificación daña hoy casi un 30% de la superficie de los suelos del planeta [Inventario Nacional de Suelos / Semarnat, 2002].

Degradación de suelos en México
En la mayoría de los países, se presenta una tendencia hacia su agravamiento que pone en peligro los medios de subsistencia de la sexta parte de la población mundial.

En México, se estima que la desertificación afecta a una superficie que representa entre 80% y 97% de su territorio, provocando la disminución de los rendimientos agrícolas, pecuarios y forestales, así como la pérdida de la diversidad biológica [López, 2001].

En México, la desertificación forma parte de un problema de orden nacional que es la degradación de suelos en usos agropecuarios en tierras áridas. La desertificación es ante todo un problema de desarrollo sostenible. El proceso más importante de degradación del suelo en México es el químico [Figura 3].

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Los efectos más dramáticos se presentan por declinación de la fertilidad y reducción del contenido de materia orgánica, lo que deriva en zonas improductivas para cualquier actividad económica. De la misma manera, la erosión también afecta las capas superficiales de las tierras, donde si bien es posible seguir desarrollando actividades agropecuarias y forestales, se presenta una baja considerable en la producción.

Se ha identificado que la mayor degradación de los suelos del país se debe a la deforestación asociada a cambios de uso del suelo hacia actividades agropecuarias.

Degradación de suelos en Aguascalientes
En el estado de Aguascalientes, el 50% del territorio se encuentra bajo algún tipo de degradación, entre las que se destaca degradación química [Figura 4], siendo uno de los factores causantes de ésta, la agricultura.

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La desertificación es uno de los factores más serios que afecta la agricultura en el estado, y este fenómeno trae consigo la disminución de la productividad de los suelos y la degradación de los mismos [Semarnat, 2005].

¿Qué se puede hacer?
La FAO y la Agenda de Desarrollo Post 2015, en su informe temático señalan que el uso y la gestión sostenible de los suelos están vinculados con numerosos ámbitos del desarrollo sostenible.

Hay una necesidad urgente de detener la degradación de la tierra y el agotamiento de los nutrientes del suelo y establecer marcos para la gestión sostenible de la tierra y los suelos. Fomentar la gestión sostenible de la tierra y de los suelos puede contribuir a la salud del suelo y a los esfuerzos para erradicar el hambre y la inseguridad alimentaria y a la estabilidad de los ecosistemas.

Sea un productor proactivo
A nivel parcelario, los productores debemos monitorear año con año (a través del análisis de muestras de suelo enviadas al laboratorio).Una alternativa para reducir la degradación del suelo es utilizar abonos orgánicos.

Un abono orgánico es todo material orgánico aportado al suelo, con la intención de mejorar disponibilidad de nutrientes, textura, estructura, capacidad de retención de agua y capacidad de infiltración. Es el resultado de un conjunto de materiales biodegradados y ricos en nutrientes. Con la aplicación de abonos orgánicos — además de aportar nutrientes — se busca aumentar la actividad biológica en el suelo, mejorando así la calidad y cantidad de la microvida en el suelo.

Entre los abonos orgánicos, los más conocidos son la composta, el bocashi y el humus de lombriz, aunque también son comúnmente utilizados las aplicaciones de gallinaza y otros desechos vegetales frescos, como la pulpa del café [Figura 5].

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Un abono orgánico puede ser considerado fertilizante o acondicionador del suelo, dependiendo de su efecto en la nutrición vegetal.

Los fertilizantes son fuente de nutrimentos rápidamente disponibles y tienen un efecto directo, que se refleja en corto tiempo en el crecimiento de las plantas.

Los acondicionadores del suelo afectan el crecimiento de los cultivos indirectamente al mejorar las propiedades físicas, tales como la retención de agua, aireación, estructura y drenaje; propiedades que están íntimamente relacionadas con la prevención de la erosión del suelo y la recuperación de suelos degradados. También, favorecen la diversidad y la actividad microbiológica del suelo.

El presente artículo es una parte de tesis de Maestría en Ciencias Agronómicas y Veterinarias de la UAA. Beca 44392 del CONACyT. Artículo escrito por Por Fernando Ramos Gourcy, Anabel Flores Chávez, Onésimo Moreno Rico, José de Jesús Lunas Ruiz y Amalio Ponce Montoya.