Reflexiones sobre la innovación del sector tomatero y el acuerdo antidumping

Ahora más que nunca, vivimos una época posverdad. El ambiente político actual amenaza con complicar otro tratado de comercio cuya fecha de caducidad se aproxima: el polémico acuerdo de suspensión y las acusaciones de dumping de tomates.

Esto me lleva a reflexionar sobre cuánto ha evolucionado la producción tomatera en México desde 1996, cuando se firmó el acuerdo. Los avances desde aquel entonces hacen que la producción actual parezca irreconocible. La combinación de auge en horticultura protegida, innovación en cadena de frío para alargar vida de anaquel y preservar inocuidad, y triunfo sobre enfermedades devastadoras con el desarrollo de variedades resistentes, es solo uno de los motores de progreso que ha impulsado a esta industria, convirtiéndola en la gran potencia que hoy conocemos. Mejoras en calidad, sabor, firmeza, vida de anaquel, y métodos sustentables de producción son el resultado de inversiones prudentes y trabajo duro. Esto sigue los principios básicos de la economía y la competitividad.

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Por contraparte, la industria tomatera en Florida no invirtió en infraestructura, lo cual ha repercutido negativamente en la calidad de sus productos, poniéndose en desventaja frente a la producción mexicana.

Sin embargo, al leer lo que postulan los representantes de la industria en Florida, se percibe su ignorancia o negación de esta realidad económica. En vez de analizar razones y consecuencias de la falta de respaldo a su propia competitividad, sus argumentos contra la renovación quinquenal del acuerdo de suspensión suenan a quejas de mal perdedor.

En esta época polarizada, pareciera que lo único que une a los estadounidenses es su consumo. En un mundo perfecto, haríamos degustaciones a ciegas de tomates mexicanos y floridianos, para dejar que los consumidores decidan—asumiendo que no lo hayan hecho ya.

Si de hechos reales y factores económicos se trata, hay un ganador muy claro en la carrera de producir mejores tomates. ¡Felicidades, México!