Promueva la polinización de arbustos de arándano con la siembra de flores silvestres

Las blueberries (arándanos azules) de arbusto alto dependen de la polinización de las abejas para tener buenos rendimientos. Una de las estrategias que han estado utilizando los productores de Blueberry para fomentar la actividad de los insectos polinizadores en sus granjas es sembrar flores silvestres en franjas o parcelas cercanas a los campos de cultivo.

La investigación de la Universidad Estatal de Michigan (MSU) ha demostrado que los productores pueden incrementar la polinización y los rendimientos de las blueberries al sembrar flores silvestres que ayudan al desarrollo de abejas silvestres,  incluyendo abejorros y abejas melíferas.  De acuerdo con la investigación de la Universidad Estatal de Michigan, estos sembradíos también ayudan a desarrollar a los enemigos naturales de las plagas y permiten aplicar estos métodos de control biológico, sin que aumenten las plagas de insectos.

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Sin embargo, plantar flores silvestres no es tan sencillo como echar las semillas en un pedacito de tierra y sentarse a ver como crecen. Al igual que cualquier otro campo de cultivo y cualquier otro jardín, es necesario seleccionar con cuidado el hábitat para las flores silvestres, además de saber prepararlo y darle el mantenimiento necesario para controlar las malezas.

Selección del sitio

Elijan un lugar soleado que esté protegido de la deriva de las aspersiones. Las condiciones de humedad y nutrientes del suelo deben ser adecuadas para las flores silvestres. Aun cuando estos sembradíos se plantan en tierra que normalmente no sirve para la producción de frutos, no vale la pena invertir tiempo y dinero en sembrar flores en suelos con pocos nutrientes, ni tampoco en suelos con exceso de humedad o demasiado secos.

Preparación del sitio y siembra

Convertir la orilla de un campo de cultivo, un campo de cultivo antiguo, o un área verde en un sembradío de flores silvestres requiere que se realice control de malezas durante todo un ciclo de cultivo antes de la siembra.  Es preciso quemar o rasar la vegetación existente durante la primavera, antes de la siembra. Cultiven el suelo y apliquen un herbicida no persistente como el glifosato en la primavera, a mediados del verano y a principios del otoño.

Los productores orgánicos pueden utilizar la solarización y otros métodos de control de maleza que no requieren el uso de productos químicos. Se recomienda arar ligeramente con disco o rastra para aflojar la capa superior del suelo, antes de sembrar a fines del otoño o a principios de la primavera. Siembren una mezcla de flores silvestres nativas, apropiadas a las condiciones del sitio, que florezcan continuamente durante todo el ciclo de crecimiento.  Cubran o envuelvan las semillas con suficiente tierra para garantizar un buen contacto de las semillas con el suelo.

Control de malezas después de la siembra

El primer año, corten la vegetación a una altura de 30 cm cada dos semanas. La mayoría de las flores silvestres perenes no crecerán más de esa altura durante el primer año, por lo que los cortes continuos ayudarán a evitar que las malezas produzcan semillas. Asegúrense de ajustar la podadora a mayor altura que la utilizada para podar césped.

El segundo año, poden a principios de la primavera y saquen los residuos con el rastrillo. No poden después de fines de la primavera cuando la vegetación tenga un pie o más de altura, para evitar dañar las flores silvestres. Consideren la necesidad de asperjar ciertas áreas problemáticas, e incluso volver a sembrar  flores en ellas.

Un poco de esfuerzo y paciencia pagarán dividendos. Con el control temprano y adecuado de la maleza, los sembradíos de flores silvestres requerirán muy poco manejo en el segundo año, a no ser por quemas ocasionales para eliminar la paja. Un sembradío bien manejado mejorará y continuará floreciendo año tras año; además de fomentar el desarrollo de los insectos polinizadores, mejorar la polinización y el rendimiento y proporcionar recursos importantes para otros insectos benéficos.


Artículo escrito por Emily May, especialista en la polinización para la fundación Xerces, un grupo dedicado a la protección y conservación de los invertebrados. Originalmente apareció en la revista American Fruit Grower, una marca de Meister Media Worldwide.