Maximiza la absorción de nutrientes en tu cultivo de fresa

Existe una cantidad considerable de factores que hay que tomar en cuenta a la hora de desarrollar un plan nutrimental eficaz para la producción de fresas, tales como el análisis del suelo y del tejido vegetal y la calendarización de las aplicaciones de fertilizantes, entre muchos otros.

Marvin Pritts, profesor de ciencias botánicas en la Universidad Cornell (EUA) comparte unos consejos útiles que sirven como guía para cada fase del proceso. Explica cómo descifrar las deficiencias nutrimentales en el cultivo, y cómo proporcionar herramientas para mantener el equilibrio necesario para asegurar que el cultivo se mantenga sano durante todo el ciclo.

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Síntomas básicos de deficiencia

Según el profesor, en lo que respecta a nutrientes móviles tales como nitrógeno o potasio, los síntomas de deficiencia se notarán primero en las hojas más viejas, ya que los nutrientes se mueven hacia las parte de la planta con mayor demanda.

“Uno de los primeros síntomas que verán es que las hojas más viejas presentan un amarillamiento o quemadura en los márgenes, mientras que las hojas más jóvenes se ven sanas,” explica.

Por el contrario, si usted observa síntomas en las hojas jóvenes, es más probable que se trate de una carencia de nutrientes no móviles, de manera que hay que seguir deduciendo desde un rango más amplio de síntomas de deficiencias.

“Dependiendo del nutriente, podría haber una pérdida de clorofila, y eso pasa cuando existen cantidades bajas de nitrógeno o de hierro, lo que ocasionará el amarillamiento de las hojas. Otras deficiencias como la de potasio también pueden provocar la aparicion de quemaduras en los márgenes de las hojas.”

Pritts destaca que el boro también tiende a ser deficiente en muchos suelos, y que estas deficiencias se manifestarán en los frutos mediante tamaño reducido, crecimiento asimétrico, y débil desarrollo radicular. Además, si hay cantidades insuficientes de boro, esto hace que se puedan presentar aún más deficiencias en otros nutrientes.

“Si se realiza la corrección necesaria en el boro, las otras deficiencias suelen corregirse por sí mismas con el transcurrir del ciclo. Los nutrientes que tal vez serán deficientes en este caso serían el fósforo o el potasio,” explica.

La aplicación en el momento oportuno

Según Pritts, típicamente los nutrientes pueden ser aplicados a las plantas de fresa en cualquier momento del año, con la excepción del nitrógeno.

“Si se aplica nitrógeno al inicio del ciclo, suele ser demasiado. Esto impide que los frutos tengan la firmeza necesaria para mantener su valor, y de la misma manera las hojas presentarán un desarrollo vegetativo excesivo. No hay buena floración si el dosel de las plantas está demasiado denso,” razona Pritts. Por esta razón, sugiere esperar hasta después de la cosecha, o cuando los frutos ya se hayan establecido en las últimas fases del ciclo. Para los otros nutrientes, el final del ciclo y después de la cosecha son las etapas ideales para la aplicación porque así les da tiempo a integrarse al suelo y a la zona radicular antes del próximo ciclo de cultivo.

Análisis del suelo y del tejido vegetal

Realizar pruebas del suelo y del tejido vegetal con frecuencia es una técnica de suma importancia para determinar de cuáles nutrientes carecen y cuáles habrá que reincorporar en el plan de manejo. La ocasión más propicia para realizar un análisis es justamente antes de la siembra, de manera que se pueda corregir alguna carencia o desequilibrio de antemano.

“En la mayoría de los casos, las fresas tienden a ser un cultivo de ciclo corto. Si el productor lo maneja bien con las pruebas de suelo, los análisis del suelo, y las correcciones subsecuentes, tal vez nunca tengan que hacerlo de nuevo durante ese mismo ciclo,” declara.

Entonces, ¿en qué se debe enfocar entre todos los detalles del análisis del suelo? Pritts destaca que lo primero a enfatizar es el pH, porque si el pH no está en equilibrio, las plantas no podrán absorber el nivel adecuado de nutrientes. Para las fresas, comenta que el pH ideal está entre 5.8 y 6.5. En cuanto a los nutrientes, los cuatro principales son fósforo, potasio, magnesio, y calcio, y recomienda que se evalúen los niveles de todos a menudo para asegurarse de que sean los adecuados para una producción sostenida a lo largo de los años.

Por contraparte, el análisis del tejido vegetal debe de ocurrir después del primer corte porque a estas alturas de la temporada las cantidades en las hojas son las más consistentes. “Si se toma una muestra de las plantas cuando apenas están floreciendo, hay mucha actividad en las plantas y los nutrientes se están moviendo mucho desde las raíces hasta los frutos. Eso complica la confiabilidad de la muestra.”

Aplicación de fertilizante

En lo que respecta al tipo óptimo de fertilizante nitrogenado, Pritts dice que las fresas no tienen ninguna preferencia estricta sobre su origen. “Las fresas son buenas en absorber cualquier fuente de nitrógeno, siempre y cuando el pH sea el correcto ya que los microorganismos del suelo pueden convertir las formas amoniacales de nitrógeno en nitratos, y las plantas pueden absorberlo y utilizarlo,” postula Pritts.

Sin embargo, advierte que si el pH del suelo ya está bajo, las fuentes amoniacales tienden a rebajar el pH todavía más, así que en estos casos se recomienda una fuente de nitrato en vez de fertilizante nitrogenado.

Para las aplicaciones de potasio, Pritts no recomienda el uso del cloruro de potasio porque demasiado cloro puede ser tóxico para las plantas, pero sugiere sulfato de potasio o sulfato de magnesio como alternativas. Para la producción orgánica, explica que muchas fuentes naturales de fósforo se liberan lentamente, entonces se recomienda aplicar más de lo normal porque no suelen integrarse tan rápidamente como las formas sintéticas.

Cómo hacer que el suelo se vuelva biológicamente activo

Proporcionar los nutrientes a través de fuentes orgánicas como el estiércol y la composta no sólo aporta los nutrientes necesarios para sus fresas, sino que también incorpora carbono que alimenta a los microorganismos del suelo, promoviendo así una mejor actividad microbiana y mejorando la salud del suelo.

“Los cultivos de cobertura, el estiércol, y la composta son buenas fuentes del carbono,” concluye Pritts. Ahora bien, él advierte contra el uso excesivo de la composta porque en los suelos pesados que son capaces que retener más agua, el incorporar demasiada composta puede convertir el suelo en una “esponja,” lo cual puede atraer a los patógenos.

Por esta razón, el drenaje adecuado es imprescindible, sin importar qué clase de suelo se maneja.

“Cualquier medida que se pueda tomar para prevenir que haya agua estancada es aconsejable porque así se producen plantas más sanas. Esto se puede lograr con tejas de desagüe que promueven el escurrimiento, o de manera alternativa se puede sembrar en camas elevadas,” sugiere.