Influencia de condiciones meteorológicas en la producción de ajo

En opinión de algunos prominentes productores de ajo de Guanajuato y Chihuahua, las variaciones climáticas de los últimos años generan la necesidad de realizar pruebas constantes para ajustar los métodos de producción a diferentes condiciones del clima.

Aunado a ello, el incremento de exportaciones de China al mercado norteamericano ha generado cierto auge de variedades de ajo asiáticas.

Publicidad

 

Líneas genéticas

“En realidad – comenta un productor de ajo Guanajuato – hemos observado un comportamiento muy variable en los nuevos híbridos asiáticos ante los cambios climáticos, y esto nos ha llevado a seguir utilizando variedades de polinización abierta, cuyo coeficiente de conversión fotosintética es muy similar al de los híbridos, sin presentar las grandes variaciones de los materiales sintéticos.”

Lo anterior se explica por el hecho de que las líneas genéticas del ajo se encuentran muy dispersas, salvo en Japón o Estados Unidos, donde los productores disfrutan de híbridos con alto potencial de rendimiento que se adaptan a condiciones climáticas más uniformes. En México, los productores han tenido que ajustarse a los cambios para mantener la competitividad.

La cantidad de luz absorbida por las hojas y la eficiente transformación mediante fotosíntesis establecen la diferencia entre una cosecha de ajos abundante o precaria.

 

Adaptación

Por ejemplo, el actual ciclo de siembra de ajo en Zacatecas y Chihuahua iniciado en octubre, presentó temperaturas muy bajas que afectaron el desarrollo de los bulbos y el rendimiento general del cultivo. Normalmente, los cultivares de ajo pueden soportar temperaturas tan bajas como 0 °C en etapas de crecimiento inicial (2-3 hojas), aunque para un óptimo desarrollo vegetativo requieren temperaturas entre 14 y 24 °C. Estos productores norteños tuvieron que replantar; o bien retrasar las siembras y modificar la densidad, a fin de aminorar los efectos del clima.

Generalmente se utilizan densidades de 35 a 50 plantas/m2, dependiendo del tamaño del diente – con dientes de 4 a 5 g se obtienen los mejores resultados. De tal forma, los productores han puesto mayor atención al desarrollo vegetativo; ya que, mientras las bajas temperaturas reducen la formación de bulbos, se corre el riesgo de que la planta se vuelva sumamente vegetativa al presentarse un rápido incremento de la temperatura.

Para algunos productores, el rango óptimo consiste en buscar de 8 a 10 hojas visibles, con una altura promedio de 35 a 50 cm. Si se planta en invierno, lo más recomendable es utilizar densidad moderada, y en el caso de siembras tardías se puede aumentar la densidad y la frecuencia de riego para mantener la humedad del suelo y favorecer el desarrollo de los bulbos. El rápido desarrollo de los bulbos, que crecen en las hojas externas sin ramificaciones laterales, derivarán en dientes mal formados.

 

Formación del bulbo

Según los especialistas, la relación entre condiciones climatológicas, genotipo y densidad de siembra determina el rendimiento; sin embargo, se ha comprobado que las mayores producciones (hasta cinco bulbos por planta) se obtienen cuando el bulbo se desarrolla de manera lenta pero uniforme, dando lugar a la inducción de la inflorescencia, lo cual parece ser un prerrequisito en las plantas más productivas.

Igualmente, la formación del bulbo es estimulada, al parecer, por días largos, temperaturas moderadas y una buena calidad de luz. No obstante, las variedades seleccionadas podrán no responder a estas condiciones, a menos que hayan sido expuestas a un correcto almacenamiento y a una temperatura adecuada durante la plantación.

Esto quiere decir que los bulbos deberán someterse a un tratamiento previo de almacenamiento a una temperatura inferior a 12 °C, al menos durante 2 ó 3 meses.

Por otra parte, al plantar en invierno las bajas temperaturas podrían suplir el efecto del almacenamiento; aunque si se presenta un largo fotoperiodo combinado con altas temperaturas después de la plantación, podría darse una rápida diferenciación de hojas que limitara el desarrollo de los bulbos.

En cultivares “normales” (con fluoración) la inflorescencia deberá aparecer antes de que se inicie la diferenciación de hojas; mientras que en ausencia de fluoración las ramificaciones laterales deberán presentarse antes de la diferenciación de hojas. Este tipo de crecimiento será favorecido por bajas temperaturas y fotoperiodos cortos después de la plantación.

Cuando se hayan formado ramificaciones laterales, el incremento de fotoperiodo y temperatura promoverán diferenciación de hojas y desarrollo de mayor número de bulbos.

 

Nutrientes

Otro factor importante para el rendimiento se basa en la disponibilidad de suelos con buen drenaje, a los cuales se haya aplicado una dosis de fósforo durante la plantación. Igualmente, es necesario mantener la humedad a profundidad de 30 cm.

En cuanto al nitrógeno, se recomienda dosificar el 50% de requerimientos durante la plantación y el resto al inicio de la primavera. Algunos análisis indican que el porcentaje de nitrógeno en materia seca deberá estar en torno a 6% durante la emergencia y 1.5% al iniciar la cosecha.

 

 

 


Fuentes: “Influencia de la temperatura en el desarrollo de las liliáceas.” J.L. Brewster, 1998; “Conservación de recursos genéticos.” Rabinovitch H.D. 1995.