Alelopatía entre tus cultivos

Todos conocemos a alguna pareja cuya relación obedece a razones diferentes al amor, o al menos eso dicen las malas lenguas.

Si la convivencia es de por sí dificil en condiciones favorables ¿por qué uno querría compartir la vida con alguien que ni siquiera le agrada?

Publicidad

Desde la antigüedad se han venido acordando uniones sin el consentimiento de los interesados para proteger títulos y herencias. Pero ¿qué me dicen de los arreglos de mutuo acuerdo?

Se me ocurren unas cuantas razones: obtener dinero o posición social, proteger el honor o la reputación, conseguir un visado de residencia o la ciudadanía, esconder una orientación sexual condenada por la sociedad, perpetuar el apellido, o ganar fama y publicidad.

Otros convenientes matrimonios se producen a diario entre empresas, partidos políticos y asociaciones, pero al fin y al cabo son grupos formados por seres humanos. Ya que la decisión de asociarse de esta manera parte del cerebro, concluimos entonces que estas relaciones son exclusivas de entes pensantes ¿verdad?

¡Pues no! Según el investigador Carlos Escobar de la Universidad Nacional en Palmira, Colombia el ejote y la fresa crecen con más fuerza cuando son cultivados juntos; y una lechuga se vuelve más jugosa cuando crece junto a una espinaca. Por tanto les “conviene” asociarse.

De la misma forma, existen plantas que se rechazan entre sí, o a otros organismos. (En esto también nos asemejamos a los integrantes del reino vegetal).

Este fenómeno denominado alelopatía, se refiere a los efectos beneficiosos o dañinos de una planta sobre otra, debido a la liberación de sustancias químicas, ya sea por exudación radicular, volatilización, descomposición de residuos u otros procesos, que tienen lugar tanto en ambientes naturales como agrícolas.

Una interesante aplicación de la alelopatía es la supresión de ciertos tipos de malezas, así como su empleo como repelentes de insectos-plaga, o hospederos de insectos beneficiosos.

Por ejemplo, hierbas tales como hinojo, eneldo, ajenjo y anís rechazan, no sólo a plantas vecinas, sino a escarabajos y picudos; y los residuos de brócoli interfieren con el crecimiento de otras crucíferas, cuando éstas se siembran a continuación.

Los investigadores están incluso considerando la posibilidad de obtener variedades de cultivos que por sus características genéticas sean alelopáticas a malezas comunes.

De acuerdo a estudios realizados por el Departamento de Ciencias Hortícolas de la Universidad de Florida, efectos comunes de la alelopatía son la reducción en el ritmo de germinación de semillas y crecimiento de plántulas.

Como ocurre con los herbicidas sintéticos, no existe un modo o lugar fisiológico de acción común a todos los aleloquímicos; sin embargo, se sabe que entre ellos se encuentran: división celular, germinación de polen, absorción de nutrientes, fotosíntesis y funciones enzimáticas específicas.

La inhibición alelopática es compleja – involucra la interacción de diferentes clases de químicos y se ve afectada por la acción de estrés ambiental y fisiológico, plagas y enfermedades, radiación solar, temperatura, y otros factores – por lo que no se debe generalizar. Pero es indudable su potencial en aplicaciones para control de plagas en agricultura orgánica y convencional. Interesante ¿no?

La próxima vez que alguien le aburra con sus comentarios sobre las dificultades de su relación personal, sugiérale que consulte con un alelopatólogo.

Reho es la Editora del Grupo Horticultura de Meister Media Worldwide